FLORECE LA RUDA

En las solanas del antiguo puerto de Tornos, donde el carrascal tiene problemas para ganar terreno y afloran las losas de pizarra que levantó el bulldozer al aterrazar estos montes, hay una población de ruda (Ruta montana) en la que suelo fijarme cuando paso.

La ruda es una planta con la base leñosa, tallos verdes y rígidos. Sus hojas están  divididas en unos segmentos con forma de hilo y muy delgados. Tiene flores con cuatro pétalos amarillos que se agrupan en el extremo de los tallos. Y un olor muy intenso, desagradable y permanente.

Esta planta desde hace años me ha interesado por los efectos que tiene sobre las personas. Es venenosa y puede ser mortal. Aunque tiene propiedades medicinales relacionadas con problemas circulatorios, su uso por vía oral debe tener supervisión médica.

Mi primera experiencia con la especie me supuso una extensa –e intensa- fotosensibilización de la piel de los brazos y manos, aquellas con las que había estado en contacto.

Tiempo después aprendí la enorme importancia que tenía entre las curanderas por su uso como regulador del flujo menstrual y por sus efectos abortivos, ya que aumenta el flujo sanguíneo de los órganos abdominales, especialmente en el útero, además de excitar su contracción. Era un recurso local y accesible para las mujeres que querían interrumpir su embarazo.

La ruda es por ello una planta evitada por los ungulados. La oveja y la cabra no la tocan. Es una de las especies que, indirectamente, se han visto favorecidas por la ganadería extensiva, que selecciona para su consumo a muchas sus competidoras. Es posible que, en los próximos decenios, entre en regresión y se acantone en los roquedos soleados.

Es una especie propia de matorrales abiertos y con suelo pedregoso del dominio del carrascal. Es indiferente al sustrato. En estas solanas difíciles, donde incluso la estepa o la aliaga tienen dificultad para prosperar, la ruda encuentra su hábitat.

Estos días la ruda está fructificando, una vez concluida la floración. Es una de las especies comunes en estos montes que florecen más tarde, pudiendo hacerlo entre julio y septiembre. Me pregunto qué adaptaciones tendrá su sistema radicular para permitirse florecer en una época en la que las reservas de agua en el suelo están prácticamente agotadas. Hace muchas semanas que florecieron él tomillo, el lastón, el cantueso, la aliaga y la estepa. Cuando tocaba para aprovechar las reservas hídricas retenidas en estos suelos arcillosos y entre los planos de estratificación de las pizarras.

El verano ya ha pasado de su mitad. Incluso las plantas más tardanas en su floración terminan el ciclo.