Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

domingo, 9 de noviembre de 2014

CAMPOS DEL ORCAJO

Hacía tiempo que no nos acercábamos a esta parte del Jiloca. Valconchán y Orcajo son pueblos que se recuestan en la vertiente este de la sierra de Santa Cruz y que se yerguen sobre el valle del Jiloca a la altura de la histórica ciudad de Daroca.

Era una mañana de noviembre. La niebla, que cubría el fondo del valle, se extendía desde Caminreal hasta Villafeliche. Tardó en desvanecerse para dar paso a un sol radiante.

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Llegamos pronto al pueblo. Era el día de Todos los Santos pero no se veía movimiento. La fachada de una casa nos hizo una síntesis del paisaje geológico de estos parajes. Pizarras y arcillas.

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Antes de subir hacia el monte nos dimos una vuelta por los campos del Orcajo.

Esta era una buena tierra para la viña. Aún lo es. Suelos silíceos, tierras sueltas, muchas horas de sol … mostos con mucho azúcar. La viña, la cepa, la poda, la vendimia, el trujal … han sido una parte esencial en la cultura del Bajo Jiloca.

Casi todas las viñas tenían las cepas en vaso que deben vendimiarse a mano. Son las viñas viejas de garnacha, de vinos prestigiosos …

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… en franco retroceso, por el declive del cultivo en la zona y por su sustitución por la viña en espaldera.

Aún así, aún encontramos viñedos salpicados de frutales, antaño tan comunes en esta tierra. Viñas con nogueras, almendros y cerezos. El cultivo promiscuo que trajeron los romanos …

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… más estable a las plagas y más productivo a largo plazo, aunque más exigente en cuanto a trabajo.

Viendo las cepas me venía a la mente la idea de Dominique Mansion de que la vid, en realidad, se trata de un arbusto trasmocho de poda anual, como los mimbres o los sargatillos, pero con la cabeza más baja … y vulnerables al ganado.

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Estas tierras royas y encosteradas del Bajo Jiloca han sido, de siempre, tierras de viña. Tierras famosas por su erosión que tuvo que resolverse, como se pudo, a golpe de plantación de pinos carrascos para frenar la pérdida de suelo …

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como se aprecia en la anterior imagen.

En los años ‘60 se arrancaron muchas viñas, cuando empezaron a escasear los brazos en los pueblos. Muchas se plantaron de almendros, árboles que hasta entonces tan solo eran aprovechados en los ribazos. Subían de categoría con la demanda de almendra para turrón.

Hoy se encuentran abundantes campos de almendros. Algunos bien labrados y podados …

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… los más abandonados a su suerte …

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… como el viejo colmenar y palomar. Otro ejemplo de producción mixta. En este caso de pichones y miel.

A los pies de los carrascales de la sierra de Santa Cruz, este paisaje de mosaico agrícola es el reflejo de una economía de aprovechamiento intenso de los recursos y de una cultura de adaptación a las condiciones del medio.

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No se sabía lo que era la subvención.

2 comentarios:

Jesus Lechon dijo...

Para la Feria de Todos los Santos, se vendimiaba, mil cepas que mi abuelo había plantado, siguiendo la costumbre para su hijo, mi padre, cuando este se fue a la mili.

Mi padre, más o menos, cuando nosotros fuimos a la mili, lejos de plantar nada, arranco la que teníamos.

Eramos europeos, daban subvención, por no trabajar, por arrancarla las cepas, hubiera sido de tontos no hacerlo, .. de hecho fuimos de los últimos en arrancarlas y cobrar. Ahora echamos de menos, aquel vino, que nos parecía tan ... pues eso.

Recuerdos, el color de las cepas, las fotos, en fin, aquí esta tronando, igual llueve.

Fer dijo...

Aun recuerdo las colas de los tractores con sus remolques para entrar en la cooperativa de Calamocha, justo al lado de casa. Era lo más parecido a los atascos de las grandes ciudades.

El olor de las uvas machacadas, la descarga del preciado cargamento de los remolques y ese tornillo sinfín girando y girando... y el olor del residuo durante los días siguientes, no era mucho pero impregnaba el ambiente del corral, ya con los primeros hielos, te asomabas a la tapia y ahí estaba ese residuo negro y su vapor.

En pocos años se acabó, no quedó nada. Pagaban por acabar con lo que teníamos... más sencillo no se puede hacer. De otro modo ni una guerra ni dos ni tres hubieran bastado para acabar con todo.

Saludos y larga vida a la garnacha del Jiloca, la sangre de nuestra tierra.