Hay quienes buscan en las Reales Ordenanzas de 1742, documento regulador del uso del agua del río Cella, argumentos para oponerse a la recuperación parcial de la laguna del Cañizar. Tales ordenanzas fueron escritas atendiendo a un determinado contexto socio-económico, cuyos condicionantes no son trasladables a nuestro siglo. Quienes hoy en día invocan las ordenanzas como si fueran un dictamen inamovible harían bien en mirar el calendario y situarse en los nuevos tiempos.
¿Por qué han de ser incompatibles el uso agrícola del agua y la recuperación parcial de un recurso natural de importancia singular, nacional e internacional, como es la laguna del Cañizar?
Las Reales Ordenanzas no habrían de ser obstáculo insalvable e incompatible con la parcial recuperación de la laguna del Cañizar. Sin menospreciarlas, a día de hoy no tiene el mismo sentido su estricta aplicación de lo que pudiera tenerlo hace 300 años, por cuestiones tan obvias como el cambio en el modo/recursos de vida de las personas y en los sistemas de producción.
Lo que queremos decir es que no se puede seguir usando una normativa que ha podido quedar obsoleta sobre el uso del agua para afrontar los nuevos retos de la agricultura global. La agricultura ha experimentado un cambio incorporando la mecanización y nuevas leyes que garantizan su existencia. También las antiguas ordenanzas anteriormente mencionadas deben actualizarse e incorporar mejoras en los sistemas de riego y en aprovechamientos alternativos como el aprovisionamiento de agua en la laguna del Cañizar mediante su conservación. Estas actualizaciones redundarían en la recuperación de la biodiversidad y el desarrollo turístico de la zona de influencia.
Estamos de acuerdo en que en el s. XVIII la evolución demográfica y el protagonismo del sector primario en la economía hicieron necesario que los hombres y mujeres turolenses ampliaran las zonas cultivables para subsistir. Sabían vivir de la tierra y utilizar los recursos naturales de manera autosuficiente y sostenible. No malgastaban, no expoliaban, no contaminaban. Sabían por la universidad de la vida que todos los seres vivos tenemos un papel en este planeta y que la madre Tierra debe ser respetada para seguir siendo nuestro hogar.
El agua es vida antes, ahora y siempre. En nuestros días el derecho de todos los seres vivos al agua debería ser indiscutible; lejos debe quedar el antropocentrismo y es un deber para el ser humano velar por el cumplimiento de ese derecho. Pero ahí están la sobreexplotación, la contaminación, el cambio climático… Obviamente, como garantes del mentado derecho, lo estamos haciendo bastante mal.
Los humedales son uno de los ecosistemas más deteriorados. En España en los últimos 40 años han desaparecido el 60% de estos espacios. Este es el caso de la antigua “Laguna del Cañizar”, que ha estado desecada los últimos 300 años.
La nueva laguna en proceso de recuperación sorprende y emociona a todos los que se acercan a ella, desde estudiosos a turistas. Su contribución a la conservación de la biodiversidad, esencial para la supervivencia del ser humano, se materializa en una explosión de especies observadas. Algunas en peligro de extinción o que requieren especial protección, como ejemplos están las orquídeas Anacamptis palustris y Platanthera chlorantha y la pequeña gramínea Puccinellia pungens. Se han observado más de 200 especies de aves y muchas de ellas han sufrido una regresión debido a la pérdida de su hábitat; especialmente en peligro está el avetoro por ejemplo. Otra especie amenazada es la cigüeña negra que nos visita en tiempo caluroso. Para más información se puede consultar: www.lagunadelcanizar.es y la Guía general de la naturaleza, flora y fauna de la Laguna del Cañizar.
La parcial recuperación de un humedal de las características que reúne la laguna del Cañizar en cualquier país centroeuropeo habría servido para que los políticos de cualquier signo –con más o menos énfasis, tal vez- hubieran apostado por él. Por desgracia no pasa lo mismo en España: aquí muchos políticos, seguramente por falta de concienciación, anteponen otros intereses al interés y salud del medio natural (lo del “equilibrio ecológico” quedaba muy bien en boca de F. Rodríguez de la Fuente). Seguramente si los políticos estuvieran más concienciados, los ciudadanos mirándonos en ellos como referentes, también lo estaríamos y España no sería la nación más sancionada de la U.E. por delitos medioambientales. Aquí algunos son capaces de dejar que se “pudra” un tema importante, esperando de sus “fermentaciones” obtener algún rédito electoral.
La inacción de buena parte de los responsables públicos y la oposición de la Junta de Regantes del Río Cella no sólo son comportamientos reprochables, sino que contravienen la legalidad vigente en nuestra comunidad autónoma. Por ejemplo, la Ley del Agua de Aragón insiste en su Preámbulo en que la regulación del uso del agua también debe tener en cuenta el medio ambiente: ”…en la actualidad el destino agrícola históricamente predominante entre nosotros no es el único objeto de dichas regulaciones, sino que otras utilizaciones, como los abastecimientos urbanos, los usos industriales, las finalidades lúdicas o, finalmente pero no menos importantes, las puramente ambientales, deben, ineludiblemente, ser tenidas en cuenta en la realización de esa política de regulación….”.
Asimismo en el art.2 del Título Preliminar de dicha ley se recoge entre otros principios generales el siguiente: ”g) Compatibilidad de la gestión pública del agua con la ordenación del territorio, la preservación, la protección, la mejora y la restauración del medio ambiente y los ecosistemas vinculados al medio hídrico”.
Como puede verse, la principal norma sobre el agua en Aragón manda que se incluyan fines ambientales y criterios de sostenibilidad en la gestión del agua. La laguna del Cañizar, declarada Humedal Singular de Aragón (BOA 28/12/2012), es un lugar idóneo para aplicar dicha ley y demostrar que es posible una gestión del agua que integre los usos agrícolas y la puesta en valor de un humedal de indudable interés ecológico.
María y José Luis Pada (voluntarios de la laguna del Cañizar).
1 comentario:
Muy bien argumentado tanto en el aspecto legislativo como en el lógico. Algunos dirán que los que no somos de la zona no nos ponemos en la piel de agricultores y regantes y que no entendemos del tema pero, si no empezamos a "devolver" a la naturaleza lo que es suyo, Ella nos dará completamente la espalda, nos la está dando ya. ¿Qué futuro le queremos dejar a los que vienen detrás de nosotros? Apreciarán nuestros sucesores más una cuenta algo más crecida en el banco o una finca exhausta por plantar maíz? O preferirán más el trino de las aves y el color de las flores silvestres? Probablemente nos echarán en cara aquello de lo que les privemos.
Publicar un comentario