Ya ha pasado la época de siembra del cereal de invierno. Los agricultores desean que llueva a conveniencia del cultivo y que la cebada o el trigo aprovechen el agua, pero no las malas hierbas. Porque nacer, nacerán. Venga el año como venga, las malas hierbas vienen también. ¿Cómo puede ser que siempre queden? Veremos a continuación algunos de sus rasgos biológicos que lo explican.
Las plantas silvestres son especialistas en una cosa: en sobrevivir. Si queremos hacer germinar semillas de tomillo, de romero o de ababol, todas tienen en común que tendremos que sembrar muchas para que germinen unas pocas. ¿Es que acaso están podridas todas las semillas que no germinan? No, están vivas. Pero la gran mayoría de semillas silvestres lo que están es “dormidas”. Técnicamente a esto se le denomina que “están en estado de dormición”. Éste es un mecanismo muy útil para conseguir que sobreviva la especie. Funciona de la siguiente manera: si las condiciones de temperatura y humedad del suelo son las adecuadas para que la futura planta pueda crecer, lo propio sería que la semilla germinase. ¿Pero qué pasaría si todas las semillas de ababol germinasen de golpe?
Ababol (Papaver rhoeas)
Si el año viniese con buenas condiciones, sería estupendo para la especie. Se reproducirían abundantemente y muchas semillas volverían a caer al suelo. Pero, ¿y si pasan por allí unas ovejas y las pisotean o se las comen? ¿O si un agricultor decide pasar el cultivador por ese campo yermo? No quedarían ababoles ni tampoco semillas en el suelo y se acabaría con la especie en ese sitio hasta que llegasen nuevas semillas de otro lado. Por eso son muy raras las especies silvestres que germinen de golpe aún teniendo condiciones climáticas muy favorables. Nuestros antepasados agricultores han ido seleccionando justo lo contrario. Les interesaban semillas que germinasen enseguida y por ello han buscado semillas de los ancestros del trigo, del tomate y de todas las especies cultivadas que justamente no tuviesen dormición. Así, hoy en día incluso exigimos porcentajes de germinación muy elevados en los lotes de semillas que se comercializan para garantizar una buena emergencia.
Una de las malas hierbas menos querida en los campos de cereal aragoneses actualmente es la ballueca o avena loca, Avena sterilis o Avena fatua, en latín.
Infestación de Avena sterilis
Estas especies tienen una emergencia muy escalonada. Así, tras cada lluvia otoñal o invernal emerge una parte de las semillas que pacientemente están esperando en el suelo. Cada una de esas emergencias se denomina “cohorte”. Es frecuente poder tener 3 o 4 cohortes de ballueca en un año. Esto significa que el agricultor en realidad debe de intentar controlar cada una de esas cohortes. Y si no lo consigue, se le llena el campo de balluecas ¡aún habiendo eliminado muchas!
Semillas de Avena ludoviciana-fatua
Otra de las técnicas que tienen las semillas “para estar siempre allí” es que una sola planta silvestre puede producir centenares de semillas.
Una cápsula de ababol puede producir cientos de semillas
¡La supervivencia está asegurada!
Alicia Cirujeda
4 comentarios:
El dicho popular en nuestra tierra dice:la yerba es hija de la tierra,y oto refiriendosea las malas hierbas dice:La tierra es madre de lo que cria y madrastra de lo que siembras.
¡Cuéntanos más cosas, Alicia! ;-) Un cordial saludo,
Siii... cuentanos más, Alicia!
Otro dicho :la yerba mala ni muere ni acaba.
José Antonio S.
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