Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

jueves, 1 de septiembre de 2016

PASEOS EN AGOSTO POR CALAMOCHA (I): EL CERRO DE SAN ESTEBAN. LOS TRENES SIGUEN PASANDO DE LARGO.

No lo he tenido tan fácil como otros años, ocupaciones domésticas, responsabilidades familiares y, sobre todo, que Emilio Benedicto, el compañero tradicional que tengo en mis paseos, ha estado este año más ocupado que otros con sus trabajos y con excursiones ya programadas con antelación. Habíamos hablado de marchar a la Modorra de Bádenas, de andar desde Daroca a Calatayud en un par de etapas y de otros paseos menores. Todo ha quedado para mejor ocasión, y he debido conformarme con salir solo o en compañía de la familia. De todas formas, tampoco han salido mal las tres excursiones realizadas cuyo resumen iré publicando en próximas entregas. Empezamos con el primero: el Cerro de San Esteban.

Al no estar comprometido para salir con Emilio en día y hora concreta, terminadas las tareas domésticas sobre la marcha decido salir hacia el cerro de San Esteban de El Poyo. Emilio me indica que vaya hasta esta localidad por el camino de El Rincón y al llegar al pueblo, que coja el camino o la senda que sube por la falda del monte hasta la ermita de la cúspide. Ya veremos si acierto con estas explicaciones tan lacónicas.


Dan las 11 en el reloj de la torre al cruzar la plaza. La mañana es fresca pese a estar ya el sol alto. Voy, efectivamente, bordeando la finca de El Castillejo y por la Estación Vieja enfilo el camino de El Poyo, pero no por el Rincón como me había dicho, sino por el camino ancho ya en la zona de secano. ¡La primera en la frente! El error me hace perderme la frescura de la ribera y escuchar el rumor del agua, pero a cambio el camino me ofrece contemplar algunos hortales muy bien cuidados que en la parte de vega, con hermosas sandías. ¡Quién iba a decir hace años que en Calamocha se criarían semejantes cucurbitáceas!


El camino describe una gran curva para llegar junto a la antigua vía del tren a la altura de El Salto. Hasta él me acerco por si hay otro camino por la ribera. ¡Nanay! Vuelvo sobre mis pasos y sigo camino de El Poyo que ya se advierte a lo lejos. Me acuerdo del año pasado cuando Emilio me hablaba de la piedra de este pueblo, porosa y aislante del frío y del calor, ideal para la construcción de edificios.


Dejo a la derecha el camino que lleva a la Sierra y subo por el de San Esteban. Como veo que se alarga mucho a la derecha, cuando estoy ya bajo el cerro lo dejo para ascender por una vaguada junto a un pequeño pinar. La subida es penosa (como todas), y me arrepiento de mi impaciencia. Cuando ya estoy bastante arriba tropiezo al fin con el camino que no debí dejar, y siguiéndolo llego a la cima donde se halla la ermita de San Esteban que da nombre al cerro, muy arreglada por fuera, y con una de las mejores vistas panorámicas de esta parte de la comarca. El día es claro y se pueden ver perfectamente un montón de pueblos de la ribera del Jiloca.

También, a lo lejos, se ve la llegada de un tren que va camino de Zaragoza. Como no para en ninguna estación, espero que, al menos, lo haga en la de Calamocha. Tampoco. Ligero, ligero pasa de largo. Pienso que es como un símbolo de nuestra tierra, que no se cansa nunca de ver pasar por delante trenes y trenes de progreso que nunca se detienen.


Con esta sensación de impotencia ante nuestro futuro inicio el descenso. Ahora sí por la senda que se ve muy bien. Rápidamente llego a las inmediaciones de El Poyo a la altura de los dos palomares que lo coronan y que tan visibles son desde lejos. Las calles limpias y con gente. Se notan los veraneantes. Hay una magnífica casa nueva con un nombre vegetal que ahora no recuerdo. Tiene una especie de torre con tejado a cuatro aguas. Enfrente está la “Peña Los Cornudos”. Es menester ser “imaginativos” para elegir semejante nombre.


Vuelvo rápido a Calamocha, ahora sí buscando la frescura de la proximidad del río por El Salto y El Rincón, que viene con mucho caudal de agua para ser el mes de agosto. Dan las 2 de la tarde en el momento de cruzar de vuelta por la plaza bajo la torre de Calamocha. El paseo en total me ha costado tres horas como había pronosticado Emilio. Lo he pasado estupendamente andando solo y pensando en mis cosas.

José Mª de Jaime Lorén

1 comentario:

José Antonio dijo...

Esa piedra porosa calcárea es también ideal para rascar el tocino cuando se socarra.