Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

sábado, 19 de noviembre de 2016

SON DEL PUERTO: MOLINO, CHOPERAS Y ... TRANQUILIDAD

"Por la tranquilidad se vive en los pueblos". Hace unos años escuché esta frase a un vecino de Calamocha para justificar el detenerse con su coche en mitad de una calle en la que, evidentemente, no cabían dos vehículos. Me hizo pensar.

Paseábamos una mañana de este otoño por Son del Puerto. Para quien no lo conozca, se trata de un pequeño pueblo situado entre las localidades de Pancrudo y de Rillo, al norte de la Comunidad de Teruel. 


Administrativamente vinculado a Rillo, es un pueblo pequeñico pero habitado durante todo el año. Y con casi todas sus casas arregladas por descendientes de antiguos vecinos que, seguramente, ocupan durante los periodos de vacaciones. Se veían casas con las ventanas abiertas, puertas con macetas y gallinas en los corrales. El pueblo aún latía.

Al poco de bajar del coche ya nos encontramos a un señor mayor que iba a sus quehaceres. Se lamentaba de lo seco que venía el otoño. Iba a preparar el aladro para ponerse a labrar unas tierras, aunque no tuvieran tempero. Muy agradable, nos indicó la dirección del molino bajo.

Y hacia allá que nos encaminamos.

Son del Puerto se encuentra en un nudo hidrológico. En su término, las aguas pueden dirigirse hacia el río Alfambra, hacia el Pancrudo o hacia el Martín. Hacia los dos primeros valles, las suaves vertientes forman cañadas y definen un paisaje en mosaico, en el que predominan los secanos cerealistas y los páramos, ambos dos salpicados por arboledas (junto a las fuentes) y por escombreras de las abandonadas minas de lignito. Hacia el Martín, la mayor diferencia de altura con el nivel base del río, propicia la formación de una suerte de arroyos que se abren paso con energía entre cabezos y peñascos. Como el río Hornero, el que queríamos conocer.

El camino bajaba desde el pueblo hasta el río entre campos que aún mantenían los rastrojos de cereal. El estrecho valle queda encerrado entre cerros. Sobre uno, a la derecha en la imagen, se levantaban los muros de la ermita de San Salvador que ya perdió su cubierta ...


 otros estaban sembrados de pipas ...


y otros, más estrechos, ya directamente  abandonados ... 


Llegamos a la confluencia de varios arroyos. Por nuestra derecha, la Cañada Honda que bajaba desde el pueblo. De frente, el barranco del Pozo, que recoge aguas del término de la Clocha del Zapo (cuidado con el topónimo), ya en el término de Valdeconejos.


Remontamos este último. Una preciosidad. Perdí las fotos por un problema con la tarjeta y no las podemos mostrar. Dehesas de chopos cabeceros con un notable grado de naturalidad. Setos arbustivos de endrinos, escalambrujeras y endrineras orlando los campos de cereal y un arroyo modesto, pero con sus pozas, a pesar de la larga sequía. Un cazador con su perro intentaba levantar alguna perdiz. Hábitat muy apropiado: laderas de monte y bancales de cereal. Y ribazos. 

La foto áerea muestra muy bien el paisaje. Casi parece un cuadro de pintura de arte moderno.


Desandamos el camino volviendo a la confluencia de arroyos. Y, ahora sí, nos dejamos llevar río Hornero abajo dando enseguida con el Molino Bajo, al que llegamos por un precioso camino.


El molino es una verdadera joya. Por fuera está bastante bien conservado ...


con detalles que muestran la sobria elegancia de algunos de los artesanos de antaño ...

 

aunque ya se hunde alguna dependencia auxiliar ...


Seguimos río Hornero abajo. Otra maravilla. Una continua arboleda de viejos y sanos chopos cabeceros flanqueados por peñascos ...


Una alargada dehesa en la que el silencioso paseo otoñal es todo un lujo. Para los que disfrutan observando la vida silvestre o para los que tan solo desean caminar ...


Os recomendamos conocer este paraje.

Volvimos al pueblo saboreando el sol de otoño. Aún buscamos alguna seta. Pero no, la docena de litros de la semana anterior no fueron suficientes para activar los micelios.

Antes de llegar al pueblo escuchamos como el ruido de una moto rompía el silencio que nos había acompañado. No iba demasiado rápida cuando nos cruzamos con ella. Era domingo, día de ocio. Cada cual escoge el suyo.

Cuando entramos en el pueblo, caímos en un detalle del que no habíamos parado cuenta. Una señal de tráfico no homologada, artesana. A alguno no le había importado que le pintaran en la pared de su casa.


A alguno no, al menos a dos ...


Ambas pintadas estaban en la entrada del camino que lleva a Valdeconejos. Por este camino llegan pocos coches, más bien motos o quads, suponemos que de las Cuencas Mineras. Imaginamos la preocupación y el hartazgo de los vecinos de Son del Puerto por el paso veloz de estas máquinas por el núcleo urbano, en el que viven o en el que veranean. 

Y es que, por la tranquilidad se vive en los pueblos.

2 comentarios:

Clemente Alonso Crespo dijo...

Querido Chabier.- Por estos parajes y similares me pierdo en mis silencios. Me encuentro y me reencuentro con mi dolorido sentir machadiano. La vida pasada, la emigración, la despoblación, el envejecimiento, la solidaridad... Placer y dolor. Y la impotencia de no poder solucionar nada.

Chabier dijo...

Hola Clemente. Algo de esto nos ocurre a muchos. Son parajes hermosos y poco visitados, pueblos que atesoran historias que se pierden, lugares en los que se puede descubrir a la vida silvestre en plena actividad. Sigue disfrutando por estas tierras. Un abrazo.