Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

domingo, 6 de octubre de 2013

EL GERANIO DE BENEDICTO

Mañana fresca de septiembre. Recorro con José Antonio Sánchez la ribera del río Pancrudo, entre las desembocaduras de La Riera (el Regajo de Navarrete) y la de la rambla de Cuencabuena, junto a Lechago.

A pesar de lo seco que está siendo el verano en esta parte de la cordillera Ibérica, el río Pancrudo y los dos afluentes nombrados mantienen un caudal inusual para estas fechas. Tenemos problemas para cruzarlo si no queremos descalzarnos. No está siendo un mes de los que se ajustan al refranero:

Septiembre, o seca las fuentes, o se lleva los puentes.

Las nieves del pasado invierno, una vez infiltradas entre las margas y las calizas miocenas que constituyen estos montes, afloran en el lecho de los riachuelos y en los manantiales varios meses después. Este río tiene un régimen fluviokárstico.

La proximidad del freático aporta la humedad que necesita los micelios de las setas de chopo, que surgen en tocones y en troncos caídos, siempre que no estén demasiado descompuestos. Nos llevamos algunas para la cena.

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La vega del Pancrudo tiene un intenso aprovechamiento agrícola. Sin embargo, el margen de las fincas no suele llegar hasta el mismo cauce habiendo quedado una banda de anchura variable dedicada al pastoreo y a la producción de vigas y mimbres mediante el cultivo de chopos cabeceros y de sabimbres trasmochos. Bajo el dosel de estos árboles se desarrolla un herbazal compuesto por juncos, jugosas gramíneas, adelfillas y otras plantas higrófilas y nemorales.

Una de las más destacables es el geranio de Benedicto (Geranium benedictoi).

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Es una planta delicada que se eleva sobre el suelo entre los 20 y los 60 centímetros. Sus finos tallos mantienen unas grandes hojas de contorno redondeado y de limbo profundamente hendido en un conjunto de lóbulos que, a su vez, se dividen nuevamente.

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Sin embargo, la fragilidad de la parte aérea contrasta con la robustez de su grueso y lignificado rizoma. Una adaptación ante las eventuales crecidas de estos ríos de régimen mediterráneo, como el Pancrudo, conocido por sus gentes con el inequívoco nombre de “Matapanizos”.

Los tallos terminan en unas inflorescencias laxas y altivas que mantienen no más de una decena de flores. Estas tienen cinco pétalos de color lila surcados por unos nervios morados que le otorgan un aspecto característico.

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Es una planta de floración tardía, que se produce entre los meses de julio y de septiembre, como es el caso. Este hecho contrasta con la fenología de buena parte las plantas de los densos sotos fluviales del Jiloca, los formados por olmos, fresnos y chopos, que optan por la estrategia de florecer en abril, antes de que los árboles completen su foliación.

En la comarca, las poblaciones conocidas de este geranio se encuentran en la vega del Jiloca (Fuentes Claras y Monreal del Campo), en otros enclaves húmedos al pie de Sierra Menera (Ojos Negros) y en la llanura de inundación del Pancrudo (Navarrete del Río). Prefiere sustratos básicos, con permanente humedad en el suelo y con sombreado parcial.

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Posiblemente se trate de una especie propia de las etapas intermedias de la sucesión ecológica en los sotos fluviales, etapas de cierta duración temporal por la recurrencia de las avenidas; o tal vez esté también adaptada a ocupar los márgenes de los huecos creados en el bosque tras la caída de los árboles. Estos requerimientos le han permitido prosperar cuando en tiempos históricos la acción humana ha ido transformando las selvas fluviales en dehesas de chopos cabeceros para aprovechamiento ganadero.

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Las flores, una vez fecundadas, originan unos frutos en los que las semillas se liberan por sí mismas, adquiriendo previamente la característica forma de pico de cigüeña (cuando están verdes) o de candelabro (conforme se secan) que tienen los geranios. Obsérvense los frutos que aparecen en segundo plano en esta imagen:

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El descubrimiento de esta planta fue un caso de lo que ahora llamamos ciencia ciudadana, es decir, la obtenida mediante la contribución de aficionados. Actual y felizmente en pleno auge en amplias áreas de las Ciencias Naturales, como la Astronomía, la Entomología o la Ornitología, por citar algunos ejemplos, lo que es fruto de una sociedad desarrollada, culta y científicamente avanzada.

Fue descrita en 1895 por Carlos Pau a partir de un pliego recolectado por Juan Benedicto cerca de Monreal del Campo. En aquel siglo las diversas ramas de las Ciencias Naturales comenzaban a florecer como ciencia ciudadana con la participación de algunas personalidades del medio rural dotadas de formación académica.

En concreto, en el área de la Botánica y dentro del marco geográfico del sur de Aragón y sus áreas de influencia, tuvo una etapa muy productiva de la mano de naturalistas como Francisco Loscos, José Pardo Sastrón o Carlos Pau que, estaban bien relacionados con otros investigadores de las universidades o de los museos, y disponían de una densa red de colaboradores locales (farmacéuticos, sacerdotes, médicos, etc.) en numerosos pueblos, que les procuraban el material de estudio en unos tiempos de escasa movilidad y de precariedad suma en recursos económicos para la investigación, pues casi siempre acababan invirtiendo sus ahorros en el objeto de su pasión.

Retrato de Francisco Loscos

Juan Benedicto, miembro de una saga de farmacéuticos de Monreal del Campo, encontró a nuestro geranio en Villacadima, paraje con abundantes prados húmedos situado en la ribera del Jiloca, aguas debajo de dicha localidad. Pau lo describió como una forma parecida a otro geranio, el Geranium palustre, a quien ya había visto en Fuentes de Rubielos, pero queriendo diferenciarlo le dio el rango de especie y se lo dedicó a un tiempo a su colaborador monrealense.

Los estudios de las últimas décadas, basados en los caracteres morfológicos, incluyen a este geranio en el grupo de Geranium collinum, dotado de una amplia variedad de formas. Coincide en numerosos rasgos, como son el tipo de pelos del tallo, pedúnculos y pedicelos, los sépalos pelosos en toda su superficie, la uña de los pétalos y los agudos lóbulos de las hojas. Sin embargo, difiere del mismo en un par de rasgos, la posición de los pedicelos en la fructificación y la pelosidad de los pericarpos, que se presentan en las poblaciones de la península Ibérica.

Por ello, mientras algunos investigadores lo consideran una subespecie denominándolo Geranium collinum benedictoi, otros como Gonzalo Mateo le otorgan el rango de especie nombrándolo como Geranium benedictoi.

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Subespecie o microspecie, este taxón es endémico de la cordillera Ibérica. Se ha encontrado en las provincias de Burgos, Cuenca y Teruel. Para esta se le conocen poblaciones en el valle del Mijares, en el del Alfambra y en el del Jiloca, donde fue descubierto. En algunas de las localidades tradicionales no ha vuelto a ser hallado, lo que puede deberse a una insuficiente prospección pero también hay que considerar que hayan podido desaparecer por cambios en el hábitat, bien por transformaciones agrícolas (Monreal del Campo), bien por la presión urbanística asociada al turismo (río Alcalá, en la sierra de Gúdar) o por otras causas que se desconocen (Fuentes de Rubielos). También es cierto que en los últimos años se han encontrado localidades nuevas para la especie, especialmente en el ámbito de nuestra comarca, como son las poblaciones de Fuentes Claras y la de Navarrete del Río-Lechago.

mapa G. benedictoi

Mapa de distribución de Geranium benedictoi: Fuente: Atlas de la Flora de Aragón

Pero aquel día las sorpresas no terminaron aún. Observando con detalle una de las plantas para su fotografiado encontramos una oruga de tonos verdes y listas dorsales que se disponía longitudinalmente a lo largo del peciolo de una hoja. El camuflaje era perfecto.

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Estaba cabeza abajo, sujetándose con los últimos apéndices abdominales y dejando libre la cabeza cerca de un verticilo de hojillas.

- Se tratará de un defoliador y estará comiendo, pensamos.

Una observación más atenta nos permitió ver que lo que le interesaba no eran las hojuelas ….¡sino otra oruga muy similar a ella que tenía sujeta en su boca!

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Efectivamente, se trataba de una oruga de menor tamaño pero de la misma especie. Le había perforado la cutícula y mostraba muy poca actividad. Tal vez estuviera muerta o adormecida.

¿A qué especie de lepidóptero le corresponde esta fase juvenil? ¿Es de dieta carnívora estricta o también incluye vegetales en su alimentación? ¿Sobre qué especies de vegetales se alimenta? ¿Se trataba de un caso de depredación? ¿Era un caso de cainismo? Una observación, muchas cuestiones.

Aquel domingo encontramos muchos ejemplares de geranio de Benedicto. Tal vez hayan favorecido a la planta las abundantes precipitaciones de invierno y primavera. Sin embargo, hallamos muy pocos ejemplares con esta especie de oruga. Es posible que el geranio no sea su planta nutricia, tan solo un soporte. Pero, encontrando solo dos de ellas …. ¡una estaba siendo parasitada o devorada por la otra!

Y es que, con un poco de suerte y observación detallada, no hay jornada de campo que no te depare una sorpresa.

1 comentario:

Jesus Lechon dijo...

Hace unas semanas arranque todos los geranios de la terraza, año tras año por mucho cuidado que pongas llega el desastre en forma de plaga. La naturaleza tampoco se libra.

Curiosamente bonito.

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