AEGOSOMA SCABRICORNE Y EL SAN ROQUE CALAMOCHINO

Dieciséis de agosto. 8.30 de la mañana. Sale una mañana fría y nubosa en Calamocha. Los bailadores confluimos con prisa por las calles hacia la plaza de la iglesia. Se oyen algunas inquietas castañuelas. Es un momento emocionante para quien lo ve desde dentro. Encuentro con compañeros de fila. Saludos y bromas. Este año falta fulano. Te despides de tus hijos que, con la misma ilusión, buscan a sus amigos mientras se ponen la faja y encuentran su sitio. Sale el santo y empezamos. Como nos gusta. Como siempre, .

Empezamos. Calle Castellana, este año con emotivo dicho familiar. Calle Real … ¡qué bonita imagen es ver la larga fila de bailadores desde la relojería de Ciruelo!. Plaza del Peirón, la larga calle Zaragoza (el Instituto, ¡ay!) y la carretera. Andar y redoble de la caja. Embocamos hacia la ermita.

Otra imagen entrañable, la multitud rodeando al santo bajo la copa de dos robustos chopos cabeceros.

Descanso. Te adelantas a ver a los tuyos. A comentar cómo va este año. Conoces de antemano la respuesta. Todo bien, como siempre. Vamos a hacernos alguna foto con amigos o familiares para añadirla a las docenas y docenas de otros años y que no quieres revisar para evitar comprobar los estragos del tiempo.

Junto a la tapia, bajo los chopos cabeceros algo se mueve sobre el suelo. Lo cojo y lo dejo sobre la corteza del árbol.

Un enorme coleóptero de color marrón de largas antenas articuladas. El élitro derecho no se cierra bien dejando entrever las alas membranosas. Lo dejamos sobre la corteza del chopo para fotografiarlo. Se acerca algún curioso. Como hay mucho personal en la zona decidimos dejarlo tranquilo en el huerto que detrás de la tapia.

Un cerambícido seguro, pero no sé cuál. No lo había visto nunca.

José Antonio Sánchez lo sube a Bioversidad Virtual y a los tres días ya está la respuesta. El experto Sergi Trócoli lo identifica como Aegosoma scabricorne (Familia Cerambycidae). Vaya, vaya …

Resulta que es el cerambícido de mayor tamaño (40-50 mm) de la fauna europea. Se reconoce por su esbelta figura, su color marrón (variable desde el tono nogal al marrón rojizo), sus largas antenas oscuras (con once artejos) dotadas de protuberancias y espinas. De ahí lo del nombre específico. Scabricorne, significa cuernos rugosos. Y por la presencia de tres estrías en los élitros que convergen y se anastomosan en el extremo del abdomen. Las hembras, tienen un ovopositor que sobresale notablemente del abdomen. El que vimos junto a la ermita de San Roque era un macho.

Es una especie xilófaga. Las hembras deponen los huevos en las grietas de los grandes árboles. Hayas, robles, fresnos, castaños, nogales, sauces, carpes, tilos, olmos, chopos, cerezos o manzanos, según zonas, son las especies apropiadas para la alimentación de las larvas de este coleóptero. Puede hacerlo sobre árboles muertos pero prefiere aquellos con partes enfermas o en descomposición de ejemplares viejos o heridos. Pero no le vale cualquier ejemplar, pues selecciona –como otros saproxílicos muy especializados- aquellos ejemplares de grandes dimensiones.

Durante su desarrollo, que dura entre dos y tres años, pueden alcanzar una longitud de hasta 70 mm. Al igual que el ciervo volante, al final del mismo construye una cámara pupal mezclando fibras leñosas, serrín y saliva transformándose en una ninfa en la que ya se aprecian sus antenas dobladas. Esto ocurre al final de su último verano como larva. Su duración es breve. En un mes surge de la pupa surge el adulto que permanece inactivo en la galería del árbol hasta bien entrado el verano del siguiente año.

Larvas de Aeosoma scabricorne. Fotos Emilien Gonzalez.

Se suelen observar los adultos por la noche, entre julio y septiembre. Por la mañana, estos escarabajo se refugian en las galerías larvarias. Esto es lo que debió ocurrirle al nuestro, que acudió al chopo cabecero y se encontró a la procesión.

Es una especie de amplia distribución presentándose desde Europa (tanto la mediterránea como la atlántica) hasta Asia central (incluyendo parte del interior de China y Oriente próximo). Para la península Ibérica se dispone de observaciones en la mitad norte con citas en las provincias de Gerona, Barcelona, Lérida, Tarragona, Huesca, Navarra, Guipúzcoa, Vizcaya, Álava, Santander, Asturias, Lugo, León, La Rioja y Zaragoza, donde se ha observado desde los sotos del Ebro hasta la cordillera Ibérica, como en el Monasterio de Piedra donde parece vinculado también a los chopos cabeceros, como en Calamocha.

Tan solo se ha encontrado una referencia previa para la provincia de Teruel y corresponde a una observación por los hermanos Murria en la localidad de Lechago, como puede verse en el artículo “Catálogo de los cerambícidos de Aragón” publicado por César Francisco González Peña. Esta localidad, como sabemos, está muy próxima al lugar donde pudimos verlo en Calamocha. La nuestra sería pues la segunda cita para la especie en esta parte de Aragón.

Esta especie se encuentra en la Lista Roja Europea de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (2014). En algunos países europeos se encuentra amenazado por la destrucción de los árboles viejos y la eliminación de los árboles muertos llevada a cabo por la silvicultura intensiva.

El caso de la observación realizada en Calamocha nos muestra la importancia que tienen los agrosistemas tradicionales, como en este caso son los huertos arbolados, para ofrecer hábitat a la vida silvestre.

Fuera de las zonas declaradas como Lugares de Interés Comunitario (LICs) o Zonas de Especial Protección para la s Aves (ZEPAs) … hay vida. Hay mucha vida.

Ya nos lo advirtió la interesante población de ciervo volante (Lucanus cervus). Ahora lo confirma la presencia de Aegosoma scabricorne. Son insectos grandes y bien conocidos. ¿Cuántas especies escasas o amenazadas pueden encontrarse en estos huertos con lindes arboladas? ¿Cuántas especies mantienen estos viejos chopos y sauces trasmochos?

Urge un cambio de visión entre los gestores.