La idea era visitar la catedral de Tarazona y rondar un poco en coche por el Moncayo pues Carmen no estba para trotes. Por azares de internet dimos en alojarnos en San Felices, un pueblico del norte de Soria, rayano con La Rioja y cercano a Ágreda del que no sabíamos nada. Recabamos información y descubrimos que se encuentra formando parte de un mirador natural sobre el río Alhama, del que tampoco sabíamos nada. Seguimos indagando y nos enteramos de que forma parte de un LIC (Cigudosa-San Felices) que tiene continuidad en tierras riojanas (LIC Sierra de Alcarama y valle del Alhama). Pintaba bien. Cambio de planes.
Al amanecer comprobamos que San Felices era un verdadero balcón sobre un amplio valle.
Junto a la iglesia disfrutamos de la preciosa panorámica que se extiende por el alto Alhama hacia Cigudosa.
Ojeando mapas y leyendo folletos empezamos a situarnos en el espacio. El río Alhama nace en las Tierras Altas sorianas (Sierra del Almuerzo, 1.429 m.) y se dirige hacia el norte para desembocar en el río Ebro (Alfaro, 301 m.). Pertenece, pues, a la cuenca del Ebro y se nota en el paisaje y también en la cultura. El primero es distinto al de la meseta en el valle del Duero. Es otro balcón soriano hacia el Mediterráneo.
El sábado no pensábamos visitarlo pues teníamos otro destino. Pero, mientras nos acercábamos, pudimos atravesar algunas zonas de su cabecera.
Lo primero que nos sorprendió fue la intensidad del aprovechamiento del terreno. Es un territorio muy abrupto y poblado desde antiguos (importantes yacimientos celtíberos). Muy deforestado tras siglos de intenso aprovechamiento.
Cerca de San Felices nos llamaron la atención de las terrazas en aquellas zonas con algo de suelo. Bancales estrechos y colgados. Con muros formados por piedras dispuestas de forma oblicua.
Conectadas unas con otras, en zig-zag …
Nos acercamos a Magaña. Aguas arriba del Alhama. Un pueblo serrano situado al pie de un altivo castillo, casi un palacio, propiedad de los nobles que controlaban este paso entre el Ebro y la Meseta.
Un territorio muy deseado que fue testigo de convulsa historia durante el medievo por su situación entre los reinos de Navarra, Aragón y Castilla. Conquistado, cedido y negociado por unos y otros.
Una minúscula vega y amplias laderas deforestadas. Las parideras y el paisaje nos recordaban el perdido esplendor ganadero. El desigual reparto del matorral … el uso del fuego ganadero. Las matas de romero poblando las inclinadas laderas …
… la entrada de aire templado desde el inmediato valle del Ebro.
Aguas arriba, se fue perdiendo rápido esta influencia mediterránea. Densos carrascales y robledales (de marojo, por el sustrato silíceo), amplias extensiones cerealistas y relieves más suaves. Incluso páramos. Cambiaba el paisaje. Llegábamos a nuestro destino y nos olvidamos del valle del Alhama.
Sin embargo, por la noche, ya en San Felices, pudimos aprender mucho de este valle hablando con los dueños del alojamiento (Las Abadías). Gentes amantes de su tierra, su historia y cultura. Gentes muy amables y sabias.
Antes de salir del pueblo conocimos su inquietud ante los proyectos de extracción de hidrocarburos. Olvidados por el sistema económico desde décadas, ahora vuelve sus ojos para extraer nuevos recursos. Ahora se llama fractura hidráulica. Pero, a diferencia de los tiempos del “ordeno y mando”, ahora las empresas –y los gobiernos que las respaldan- se enfrentan a gentes menos dóciles, más preparadas.
Callejeando, disfrutando de la arquitectura popular, se apreciaban detalles que daban mucha información. Pimientos, cebollas y tomates a secar en el porche, nos recordaban la influencia de la ribera. Como unas singulares banderas.
Ahora se trataba de conocer los valores ambientales de estas tierras.
La clave está en las rocas. Las calizas y los yesos. Las primeras son las responsables de unos relieves singulares, abiertos por el río, que ofrecen hábitat para la avifauna de los roquedos, sobre todo para las aves rapaces. Los segundos, los yesos, ofrecen las condiciones necesarias para una flora muy singular y muy escasa en el dominio de la comunidad castellano-leonesa. Y unos y otros, también son la causa de un singular patrimonio geológico.
La mañana del domingo seguimos la dirección de las aguas del Alhama.
Paisajes duros, impresionantes. Los montes ofrecían una gama de pardos y grises con la primera luz de la mañana.
Margas, yesos, calizas y dolomías entreveradas. Ausencia de arbolado. Ya nos lo habían contado los sorianos de las tierras altas: “El Alhama es el desierto”.
Es el desierto para las gentes sorianas de tierras de pinares o de robledales.
Sin embargo, el ambiente propicio para el águila perdicera. Quebrado (la mitad del LIC riojano con pendientes superiores al 25%), con peñascos y mucho matorral abierto. Pero no la vimos. Ni la buscamos. Es la joya de la avifauna de este espacio natural.
El paisaje nos recordaba al del Jalón o al de ciertas zonas del Turia. Pero también a las sierras del interior de Granada y de Almería. Con sus diferencias, cada cual, en cuanto al clima y a la vegetación. Se palpa el carácter mediterráneo.
Era noviembre. La vegetación ya estaba apagada, reseca. Pero nos contaba muchos detalles del clima, las rocas y la historia de este país.
Peñascos calizos que eran el ambiente propicio de la sabina mora (Juniperus phoenicea), bien acompañada de romero (Rosmarinus officinalis).
En los aljezares, las joyas de la corona. Solo pudimos apreciar bien las plantas gipsófilas más patentes, como el arnacho (Ononis tridentata) y la Gypsophila hispanica, ya reseca.
También había hierba de sapo (Herniaria fruticosa) y varios limonios (Limonium sp.) que no identifiqué pero que son lagunas de las plantas más escasas de este espacio natural.
Y líquenes y musgos amantes de estos sustratos ricos en sulfatos …
… adosados a estas tierras sueltas.
Pero los estratos de las margas yesosas no eran muy potentes. Por ser más deleznables que otros materiales afloraban en superficies extensas. Las dolomías y las calizas se entreveraban con frecuencia. En ocasiones aparecían depósitos ferruginosos.
No nos acercamos pero muy próxima estaba Navajún. En el seno de calizas cretácicas se encuentra un importante yacimiento de pirita, bien conocido a nivel mundial entre los coleccionistas de minerales.
Un paisaje marcadamente ganadero. En la cabecera, en las zonas peñascosas, pasto de cabra. En las zonas más abiertas, también de oveja. Una cultura venida a menos. Muy a menos. En la parte riojana, la cabaña ovina se ha desplomado cayendo de 16.858 cabezas en el 2000 a 9.182 en 2010.
Seguimos río abajo. Poco a poco, el valle se fue abriendo. Comenzaba una vega en la que aparecían chopos negros y álamos blancos, fiel indicador de la proximidad del Ebro. Sus tonos amarillos y verdes contrastaban con los austeros pardos de los montes con tomillo, romero y aliaga.
La orientación norte-sur del valle, el carácter de oasis fresco entre montes deforestados y su situación entre las sierras de Urbión-Demanda y el Moncayo, lo convierten en una zona de descanso y alimentación para pequeños pájaros durante las épocas de paso migratorio.
En Inestrillas, junto a Aguilar del Alhama, nos sorprendieron las construcciones abiertas en o sobre la roca. Antaño viviendas rupestres o semirrupestres, pero también corrales y almacenes agrícolas. Sobre el valle del Alhama, a salvo de sus crecidas.
Muy cerca, tras unos corrales protegidos por viseras calizas …
… y entre choperas de híbridos canadienses vimos algunos huertos bien cuidados. Con coles, acelgas, tomateras …. y borraja. Entrábamos claramente en el dominio cultural del Ebro: el país de la borraja.
De hecho es tierra también de guiñote. Y de mus. Una frontera entre culturas.
Continuamos río abajo, ahora ya un cañón fluvial. Unos espectaculares cantiles calizos son el lugar de cría de colonias de buitre leonado. En la parte riojana de estas sierras, la más extensa de la zona LIC, nidificaban en 2010 un centenar largo de parejas (124) bastantes menos que hace una década (188 pp). Igual declive muestra el alimoche, reducido a la mitad en dicho periodo (de 6 a 3 parejas, respectivamente). ¿Será la caída de la ganadería extensiva? ¿Será el efecto de los parques eólicos de las sierras próximas? Tal vez ambos …
Buitre leonado. Foto: R. Pérez
En cambio, la creciente soledad de los campos parece beneficiar al búho real. Estas tres rapaces, junto con el águila real, el halcón peregrino y el águila perdicera, la joya de la corona, forman una comunidad destacable. De hecho, el Gobierno de La Rioja apuesta por el turismo ornitológico incluyendo el valle del Alhama, el más mediterráneo, entre los destinos turísticos por sus poblaciones de aves rapaces.
Con una perspectiva más amplia, incluyendo los valores naturales pero también los históricos, culturales y patrimoniales, el valle del Alhama junto con el de Leza, Jubera y Cidacos forman la Reserva de la Biosfera en 2003.
Pasamos por Cervera del río Alhama y sus fábricas de alpargatas. Y nos elevamos sobre el valle, dirección a Cabretón. Unas cerradas curvas nos acercaron a un mirador sobre el pueblo y el valle.
Dos barrios separados por un peñasco coronado por un castillo. Hacia el suroeste, el barrio más grande con el casco viejo hacia la ladera y el ensanche hacia el río. Al fondo, los montes deforestados con huellas de erosión y con bancales abandonados ya perdidos.
Hacia el nordeste el barrio de San Gil. Sobre él destacaba una colección de pajares-cueva que aprovechaban como cubierta los estratos calizos que se extendían desde La Peña.
En los taludes de la carretera se apreciaban muy bien las huellas de pliegues …
de fallas …
En el LIC riojano del río Alhama los bosques autóctonos (carrascales) casi han sido desaparecido no alcanzando el 5% de la superficie (474 ha). Sin embargo, la política reforestadora de hace medio siglo ha creado pequeños bosquetes en enclaves de monte menos desfavorecido mediante la plantación de pino carrasco. Vimos algunas masas y vimos como esta política continúa.
Estábamos en el piso mesomediterráneo, a unos 500 m. de altitud. El dominio de la coscoja, el romero y el hinojo. Y, en su sitio, la olivera con sus frutos a punto de recolección …
en unos campos lamentablemente descuidados …
Otro síntoma del abandono de la cultura rural.
No así el gusto por la caza. Numerosos cazadores, a veces próximos a la carretera, recorrían los montes en estos primeros días de desveda. A la perdiz, a la liebre, al zorzal …
En Cabretón nos asomamos al Ebro, cubierto por cerradas nieblas en aquellos días de noviembre.
Dejamos La Rioja y las últimas viñas …
… camino de Ágreda.
Dejamos las tierras del Alhama. Otra sorpresa.
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