Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

jueves, 28 de abril de 2016

PARADAS ENTRE LOS CAMPOS. MEJORAS EN LA COSECHA Y FRENO A LA EROSIÓN

La pérdida de suelo agrícola es uno de los principales problemas ambientales y agronómicos en territorios con relieves importantes y lluvias torrenciales. Los abuelos lo sabían y lo tenían en cuenta a la hora de gestionar sus campos de cultivo manteniendo ribazos entre diferentes parcelas y aún, dentro de la misma. 

La irrupción de la maquinaria y la intensificación agrícola han eliminado miles y miles de kilómetros de linderos. El agua de escorrentía se infiltra en menor medida, adquiere velocidad  y se reduce la producción y la calidad edáfica. Cualquiera lo entiende.

Paseando por la sierra de Herrera nos encontramos con esta imagen.


Una muestra más de la sabiduría popular que resiste a perderse ...

Las endrineras y las escalambrujeras formando una maraña de raíces y de ramas.


Endrineras con las ramas cuajadas de flores, para alborozo de las abejas y de otros polinizadores. Desafiantes a las heladas de abril ....

Ribazos vivos.

martes, 26 de abril de 2016

ANOTACIONES DE UN NATURALISTA DESPISTADO: MI MAR INTEROR

Todos los mares son un mar interior, a todos sin excepción acuden las personas cotidianas y sencillas para depositar en su mantel húmedo y salino todas sus esperanzas, los sueños y anhelos que los mantienen con vida, de acuerdo con el propósito último de que ellos queden a buen recaudo y no se marchiten.  O arrojan sus preocupaciones, sus arrepentimientos y tristezas para que las corrientes implacables los arrastren a lo hondo y queden para siempre sepultadas sin opciones a regresar. 

Éste, aun diminuto para los estándares de la superficial sociedad actual nuestra, no es distinto al resto.  Aunque se vean sus aguas siempre fuertemente condicionadas por el irregular régimen de las precipitaciones que por estos páramos acontece y lo condena, los soberbios vientos inclementes que lo azotan y resecan y las sofocantes temperaturas estivales que lo disminuyen.  Aunque de cuan en vez sus aguas se agoten y no sea mar, y quede como la suela anónima de la que se deshace en su labor el zapatero en remendar el calzado hecho trizas.

Todos los mares son un mar interior
Todos los mares son un mar interior. Los demás han escogido el suyo, a él vuelan en los días de asueto y frente a sus aguas, atormentadas o en calma, desarbolan sus tumbonas y sombrillas, o extienden sus toallas como el ritual inconsciente del aprendiz que, recién integrado en la plantilla, desconoce la singularidad de sus cometidos pero se autoimpone una rutina con la que sobrellevar esa tensión insoportable de los primeros días. 

Yo, sin embargo, acudí a las orillas de éste un fin de semana tras otro, durante meses, sin tumbonas, sombrillas ni toallas, armado únicamente con el humilde proceder de mis pasos honestos para que él tuviera a bien elegirme.  Así hizo, y cantó en mis entrañas como si yo fuera un nuevo Odiseo amordazado al mástil de la nave en complicaciones y, desde sus acantilados calizos, las hermosas sirenas buscaran convocarme para que yo acudiera dócil a su encuentro y quedara naufrago dichoso en sus escollos jurásicos.  Así, en su canto, yo pude reconocer todos los portentos de la Tierra. 

El bramido incandescente de las salicornias

Reconocí el paso elegante de las damas del frío y su trompeteo inefable y persistente, el fraseo indómito mediante el que anuncian su presencia.  El cuarzo de las playas del ordovícico aupado a la nubosidad itinerante, como arraclanes rampantes y en guardia.  Y el incandescente bramido de las salicornias en los salinos prados lagunares.
  
Reconocí el ladrido del corzo despreocupado y el trote impetuoso del verraco-jabalí señor de las raíces.  El blanco despertar reproductivo de las orondas avutardas y sus ademanes exultantes y pomposos.  Y la consuetudinaria anochecida a la que los homínidos, desde su alborada, se han entregado maravillosamente maravillados.

 Los antediluvianos acantilados calizos

Y reconocí el impetuoso aleteo de la calzada y el juguetearse con el viento de los laguneros aguerridos.  El etéreo desplazarse frágil de las cigüeñuelas y su acertado pasearse nutritivo por donde se confunden el agua definitiva y la tierra cándida.  Y los océanos antediluvianos en los calizos acantilados que emergen como testimonio vivaz de que nada, siquiera este piélago espontáneo, es inmutable. 
   
Todos los mares son un mar interior.  Esta laguna humilde decidió ser el mío.  Quizá pudierais permitir que decidiese, también, ser el vuestro.  Si es así, quizá nos encontremos a la orilla del anochecer, cuando las imponentes elegantes se acerquen al dormidero y su trompeteo sea el preludio inequívoco de la belleza que se abrirá a vuestros ojos, en el preciso instante en que la marea hermosa se inicie en su cantar.


Orilla del anochecer

Diego Colás (texto y fotos)

domingo, 24 de abril de 2016

LA DEHESA DE OLMEDA DE COBETA

Entre los pueblos de la comarca del Alto Tajo hay numerosos valores ambientales y culturales. Uno de los menos conocidos es la Dehesa de Olmeda de Cobeta. Se trata de un magnífico conjunto de rebollos trasmochos centenarios con el turno de poda perdido hace varias décadas.


Olmeda de Cobeta se encuentra cerca de la unión de los ríos Gallo y en el río Tajo, en la comarca del Señorío de Molina (Castilla). El acceso puede hacerse desde la carretera N-211 en su tramo entre las localidades de Molina de Aragón y Maranchón.


Una vez se llega al pueblo, sale una buena pista que remonta un valle y, tras unas curvas, accede hacia la suave pendiente de la vertiente sur de una muela. A mano derecha, comienzan a verse un rebollar con robustos ejemplares trasmochos.

  
Muchos de estos árboles presentan secos los extremos de sus ramas por haberse perdido el turno de poda. Por haberse abandonado su aprovechamiento. No es un drama. Es un ajuste del árbol en su desarrollo para adaptarse a la nueva situación, a los recursos disponibles y el consumo energético de sus tejidos. 


y son evidentes los indicios de la no tan antigua práctica del desmoche ...


Son árboles con muchos huecos y madera muerta ...


Árboles que ofrecen hábitat para la vida silvestre ...


Si tienes ocasión acércate a Olmeda de Cobeta. Disfrutarás.

sábado, 23 de abril de 2016

EL MAROJAL DE SIERRA MENERA EN CHINO-CHANO

Chino-Chano es un programa de Aragón TV dedicado a mostrar las posibilidades que presenta el senderismo en nuestra tierra. Magistralmente dirigido por Mariano Navascués, de un modo desenfadado muestra los paisajes, el patrimonio cultural y natural de todos los rincones de Aragón, aprovechando su extraordinaria Red de Senderos


El domingo 24 de abril, a las 14.50 horas, dedicará el programa a uno de los parajes más bonitos de Sierra Menera, entre las comarcas del Jiloca y Sierra de Albarracín. En concreto, realiza un sendero entre Ródenas y Villar del Salz. El foco: la arquitectura del rodeno y el marojal, ese lujo de bosque casi caducifolio para unas tierras tan secas y unos bosques tan aprovechados como son los de este rincón de la cordillera Ibérica.


El domingo ... el Marojal de Villar del Salz en Chino-Chano!

martes, 19 de abril de 2016

POR LOS HAUTES FAGNES: LAS ARDENAS BELGAS

Mañana del jueves 18 de febrero. Día laborable en Bélgica. Teníamos intención de conocer el Parque Natural de Hautes Fagnes-Eifel situado en la región de las Ardenas. Es un parque natural internacional declarado en 1971 y que se extiende por 72.000 hectáreas por el oeste de Alemania y el este de Bélgica. Nosotros queríamos visitar la zona de Hautes Fagnes ("Altos Páramos"), en el sector belga.

Páramos y turberas de los "Hautes Fagnes" belgas. Foto tomada de Les Vieux Noyers

La idea era conocer este espacio natural incluido en la Directiva Ramsar por su valor ecológico de sus turberas y en la Red Natura 2000 por incluir hábitat valiosos y en buen estado de conservación. Habíamos visto algunas imágenes como estas obtenidas de la magnífica web Les Amis de la Fagne ...




Como el número de visitantes es muy alto, se han instalado pasillos elevados de madera con el fin de conocer desde dentro estos humedales y pastizales. Así que, asumiendo que nos encontrábamos en invierno, encontraríamos y recorreríamos paisajes como estos ...


Esa era la idea. No caímos que en Bélgica también nieva durante el invierno. Sobre todo en el interior, en Valonia.

Salimos de Lovaina temprano y cogemos la autovía a Lieja. Día muy nuboso y frío. El cielo está gris. Mucha gente, mucho tráfico. Y algo de nieve en las umbrías. Nos sorprende pues estábamos a unos escasos 300 m de altitud. Debió de nevar a primeros de semana, según nos cuentan.

Dejamos la región flamenca y entramos en la valona, la francófona. Llegamos a Eupen. La rotulación se encuentra en francés y ... en alemán. Es un pequeño sector de Bélgica de habla alemana y que tiene su propio parlamento. Son belgas y hablan alemán. Y no pasa nada. Se reconocen sus derechos y adelante. No puedo dejar de pensar en Aragón, con dos lenguas propias ignoradas y desprestigiadas desde el poder zaragocica. Una lengua exclusiva dejada morir desde hace cuarenta años (el aragonés) de democracia y otra que sobrevive por su influencia con Cataluña (el catalán). Eso sí, somos campeones en baturrismo.

En Eupen comienza a nevar. Estamos a 400 m de altitud. Ya que estamos aquí no vamos a dejar de subir al páramo. Ascendemos a través de plantaciones de coníferas hasta una planicie donde hay un aparcamiento y paneles informativos (trilingües). 


Esperamos encontrar herbazales y turberas en el alto. No fue así. Extensas plantaciones de píceas y alerces, de pinos y abetos. Plantaciones con árboles de la misma edad y dimensiones. Plantaciones cerradas, sin estrato herbáceo o arbustivo. Vamos ... cultivos forestales. Algo no encajaba con el modelo publicitado de este parque natural.


Seguimos ruta a través de una carretera nevada. Cruzamos una suave elevación, la Signal de Botrange, el lugar de mayor altitud de Bélgica con sus 694 m.s.n.m. junto al que en 1923 se contruyó una escalinata de seis metros de altura con el fin de que al subirla se alcanzarán los simbólicos 700 m. Nos sonreímos al pensar en esto cuando tu entorno habitual (el Jiloca) se encuentra a una altitud media de 1.000 m. Algo así pensarán de nosotros los habitantes del Altiplano Boliviano.

Sigue nevando y fuimos a buscar  el Centre Nature Botrange, el centro de interpretación belga del Parque Natural Hautes Fagnes-Eifel


Un cafecico y a esperar a que escampe... o a volver ligeros si arrecia la nevada pues circulamos sin cadenas. Un centro muy cuidado, aún en construcción en la parte expositiva. Eso sí una magnífica tienda de recuerdos y de libros, así como una preciosa chimenea central. Junto a nosotros, algunas familias con niños y, al rato, un grupo de estudiantes de excursión educativa.


Y un jardín central con invernadero, vivero y comederos para las aves. 


Nos llama la atención la abundante documentación ofrecida en la tienda. Mapas, libros, guías de campo, carteles y revistas. En especial una revista monográfica sobre estas tierras que lleva editándose desde 1940. Está claro que para los belgas este es un territorio muy apreciado y sobre el que se lleva investigando desde hace muchas décadas.

En las paredes podemos ver una exposición sobre el gallo lira (Tetrao tetrix), la especie más emblemática del parque natural. Este gallo de monte, que tiene su hábitat en las ciénagas, pantanos, brezales y claros de bosques de abedul, presenta una pequeña población en las Ardenas belgas.  

Macho de gallo lira. Fuente: Wikipedia
Esta especie tiene un área de distribución disyunta en Europa occidental, desde Escocia hasta los Cárpatos, pero mucho más continua en el norte y el este, extendiéndose desde Escandinavia, casi toda Siberia hasta el mar de China.


El gallo lira sufre una continua y acusada regresión en todas sus poblaciones del occidente europeo. En concreto, en Hautes Fagnes la situación es muy preocupante. En una publicación de 2013 se indicaba que tan solo había 14 machos. En los paneles se explicaba la historia natural de esta especie, sus requerimientos ecológicos, su problemática y las medidas de conservación que se estaban desarrollando. 

Tuvimos suerte. Se arrasó el cielo y tuvimos la oportunidad de dar un paseo. Del centro de interpretación surgía un sendero didáctico dotado de una serie de paneles que nos ayudaron a entender la historia del paisaje y las iniciativas puestas en marcha en este espacio protegido.



En su origen estos montes estuvieron poblados por extensos robledales salvo en enclaves en donde la acumulación de agua favoreció el desarrollo de turberas rodeadas de bosques abiertos de abedules. Estos robledales fueron talados desde la Edad Media transformándose en pastos. A finales del siglo XIX estos pastizales fueron transformados en cultivos de coníferas orientados a la producción de madera mientras que las turberas y las landas fueron drenadas transformándose en pastizales secos.


El resultado pudimos verlo sobre el terreno. Cuarteles rectangulares de píceas.




Seguimos el sendero que al tiempo era una pista de esquí de fondo. A los lados del camino surgían otras. Algunas limitaban directamente el acceso incluso durante el invierno. 


Los paneles explicaban el modelo de gestión, sus objetivos y la metodología empleada. 


Conforme las píceas van alcanzando diámetros apropiados para su tala, se cortan todos los árboles del cuartel. Después, el terrenos se laborea, se rellenan los drenajes y se planta algún arbusto o árbol (serbal, abedul) creando formaciones arbóreas muy abiertas ...
  

... persiguiendo la recuperación de las turberas.

Nos gustó cómo se explica a la población la gestión de este espacio natural.


Y pudimos verlo sobre el terreno. Bueno, imaginarlo ... bajo el manto de nieve.






La intención es recuperar los brezales y las turberas ...


La ruta era larga y monótona, entre cuarteles de coníferas. Lucía el sol pero hacía frío. Decidimos volver al centro y reconfortarnos con el calor. Y tomarnos un tazón de caldo de verduras mientras observábamos carboneros comunes, carboneros garrapinos, herrerillos comunes y trepadores azules picotear las semillas de los comederos preparados junto a la cristalera de la cafetería.


Nos compramos un apegallo para el coche con el emblema del parque ...


y, al salir, nos fijamos en el parque infantil poblado de juegos que representaban algunos de los animales de este espacio protegido ...


Volvíamos. Se puso de nuevo el sol. Al pasar junto al restaurante de Baraque Miquel pudimos disfrutar de una panorámica invernal de estas turberas ...


... a las que confiamos en conocer durante el verano.

sábado, 16 de abril de 2016

ANOTACIONES DE UN NATURALISTA DESPISTADO: CAZADORES DE ÁRBOLES


Decía Franco Battiato que el animal que llevaba dentro no le había dejado nunca ser feliz.  El que a mí me habita me ha hecho también la puñeta durante muchísimo tiempo, pero comienza a contribuir a mi felicidad con firme importancia. Sobre todo, desde que he reunido el valor suficiente para escucharlo.

A todas horas él susurra en los abismos de mi espíritu.  Cuando el viento del noroeste agita las farolas en el grisáceo panorama de la capital.  Cuando salgo a correr por los escarpes, me penan ya los músculos tras más de una hora en el esfuerzo y no veo la hora de regresar.  Cuando tomo el autobús el viernes por la tarde, casi sin comer, para escapar de la amarga cotidianidad que la ciudad impone.

Despoblado de Las Dueñas

Lo hizo, igualmente impetuoso, hará un par de semanas, cuando nos hallábamos perdidos en las abruptas soledades del Teruel fronterizo, en el extremo sur del país.  La senda apenas reconocible en el agitado mar de enebros y sabinas de bajo porte y la ladera desplomada, como enormes y vigorosos paquidermos venidos a menos, nos aconsejaban regresar a Hoya de la Carrasca, donde habíamos dejado el auto.  Costaba creer que apenas unas décadas atrás aquel matorral inexpugnable hubiera sido tierras de labor ávidas del sudor del labriego como las caravanas, en la Ruta de la Seda, del agua superviviente del oasis después de semanas sumergidas en la arena insondable.  La gran carrasca se resistía a entregarse.

Habíamos llegado aquella mañana, Deme y yo, a Arcos de las Salinas con el propósito de visitar la que será, quizás, la sabina albar con mayor perímetro de tronco de toda la península.  Siete metros, ahí es nada.  Sus doce de altura despuntaban nítidos en las cercanías del despoblado de Las Dueñas, ya con sus viviendas desbaratadas sobre el piso y con su torre eclesial como único, y magnífico, resistente a los implacables meteoros y al paso inclemente del tiempo obstinado.  Para sorpresa nuestra, los bancales que circunscribían las casas dormidas habían sido labrados y buena prueba daba de ello el aladro depositado en uno de los costados de la aldea.  La circunstancia permitía admirar el porte del árbol en toda su magnitud. 

Sabina albar de Las Dueñas

Ya puestos, decidimos llegarnos hasta una pequeña aldea llamada Hoya de la Carrasca, pues sabíamos de la existencia de una centenaria encina en sus inmediaciones.  Regresamos a Arcos de las Salinas y solicitamos información de la gran quercínea.  Al parecer, se encontraba ésta a unos dos kilómetros de las últimas casas de la minúscula aglomeración rural y la senda estaba casi perdida.  Si bien, nuestros informantes nos hicieron partícipes de la existencia de una pista forestal que descendía hasta el gran árbol.  De hecho, fue el itinerario que nos aconsejaron encarecidamente.  Por supuesto, como no iba a ser de otra manera, optamos por la senda.  Con menuda gymkhana habríamos de ir a dar.
Extraviados en la garriga inexpugnable, sin noticias de la senda y con el paisaje cortado a cuchillo como si de un pastel de cumpleaños se tratase, a pocas estuvimos de desandar lo andado.  Y fue cuando allá, azotado por un cierzo vespertino y la cortante firmeza de los enebros, el animal inició impetuoso su susurro y la senda apareció nítida a mis ojos como acumulaciones de grullas en la laguna de Gallocanta a mediados de febrero: sinuosa se recortaba contra las grandes rocas del desplome. 

La sirga

Las peripecias para nosotros, al contrario de lo que pudimos pensar ilusos en un principio, no tocaron a su fin una vez hubimos superado los considerables peñascos. Unos centenares de metros más adelante, una sirga nos daba la confianza suficiente para superar una pequeña barranquera a la que las lluvias y lo deleznable de sus materiales habían dejado sin sendero que recorrer.  Más tarde, cuando la carrasca ya se expandía maravillosa a nuestros ojos, los muretes supervivientes de los bancales nos obligaban a prestar cuidadosa atención a nuestros pasos para ir bajando, de faja en faja, sin sufrir el mínimo percance.  Aunque en la Hoya de la Carrasca las casas permanecen en pie, los campos están del todo abandonados a su suerte.  La circunstancia, al contrario de lo que habíamos presenciado en Las Dueñas, restaba a la gigantesca encina, al menos desde la distancia, cierta grandilocuencia.  Con todo, aquel árbol resultaba, a todas luces, portentoso.

Carrasca de Hoya de la Carrasca

Medimos su perímetro y aprovechamos nuestra visita para medir el de dos formidables sabinas cercanas.  Los resultados fueron escalofriantes, todas las medidas superaban los cuatro metros.  Amenazaba lluvia y no estaba el camino de vuelta para grandes dispendios.  Dimos un fuerte abrazo a la extraordinaria carrasca y regresamos, Deme y yo, en absoluto silencio a la aldea que nos había servido de punto de partida.  Era la despedida de la admirada amistad lejana que no sabes si volverás a abrazar.  Sin serlo completamente, el retorno fue más relajado.  En ningún momento perdimos la senda que tanto nos había costado alcanzar en la ida.  El animal que llevo dentro, sin embargo, no supo callarse ni un instante.  Como yo, puede que se anduviese preguntando cuál sería el próximo reto.
 
Quién te cerrará los ojos.

Diago Colás (texto y fotos)