La sierra de Oriche es uno de los rincones más singulares de la comarca del Jiloca. Se extiende desde la Modorra de Cucalón, hacia el oeste, hasta la Muela de Anadón (ya en Cuencas Mineras). Las inclinados estratos calizos forman un conjunto de crestas de casi treinta kilómetros en cuyas laderas se hallan los nacederos de los ríos Huerva y Aguas Vivas.
Son tierras altas y frescas. Estos primeros días de abril ya apuntan algunos indicios del cambio estacional, aunque de forma prudente pues no hace mucho aún estaba cubierto por una nevada tardía. Los días soleados que estamos viviendo han acelerado el desarrollo de las plantas de los pastizales y los prados, una vez han asegurado las reservas hídricas tras las copiosas precipitaciones de marzo.
El domingo recorrimos la ribera del Aguas Vivas, desde Fonfría hasta Segura de los Baños. Llamaba la atención las numerosas parcelas cultivadas con forrajeras vivaces: pipirigallo y alfaz. Al parecer vuelve a incentivarse la siembra de estas leguminosas, tanto por su cualidad como alimento para el ganado (a diente o como heno) y por los valores ambientales (protección y mejora del suelo, biodiversidad y paisaje).
La ausencia de laboreo durante tres o cuatro años, el no emplear biocidas durante el mismo periodo, la protección del suelo por la cubierta herbácea, la fijación de nitrógeno atmosférico por las bacterias, la capacidad de ofrecer hábitat a invertebrados pratenses o de nidificación a las aves de espacios abiertos. Son todo ventajas.
Este año, de nuevo, las cabras monteses y las corzas disponen de alimento abundante para criar a sus pequeños. La recuperación de estos cultivos, hasta hace poco arrinconados por la hegemonía del cereal, está bastante relacionada con la de los herbívoros salvajes que han reconquistado estas sierras.
Las alondras comunes sobrevolaban bien altas las parcelas mientras se desgañitaban marcando sus territorios.
Entre las plantas de pipirigallo y de alfaz, un sinfín de plantas arvenses crecen a la vez enriqueciendo la comunidad. Algunas de ellas, como la hierba centenera, también son muy buscadas por los rumiantes.
Las alondras comunes sobrevolaban las parcelas mientras se desgañitaban marcando sus territorios.
El mantenimiento de rebaños de ovino en esta sierra favorece indirectamente a la vida silvestre por los cultivos de forrajeras que suponen. Esta labor de los ganaderos no es suficientemente valorada.
1 comentario:
Hermoso lugar, espero que siga asi en la actualidad.
Publicar un comentario