Esta planta, conocida en los libros de plantas como sarga negra (Salix atrocinerea), es una de las especies más genuinas en los sotos de la cordillera Ibérica.
Aunque es un arbusto, puede hacerse un arbolillo de hasta nueve metros de altura. De tronco derecho, corteza verde grisácea y agrietada y copa poco densa,
con hojas de corto peciolo, limbo alargado y borde aserrado
y con inflorescencias en amentos que aparecen antes que las hojas.
El sargatillo crece sobre suelos permanentemente húmedos siendo un componente de los márgenes de los ríos y acequias donde ha sido favorecido por el ser humano para evitar la erosión fluvial y para producir leña. Es por ello que suele presentar un porte arbustivo y, si se reducen las cortas, forma un verdadero dosel sobre el cauce de los ríos reduciendo su iluminación y ofreciendo condiciones de mayor naturalidad.
En el alto Aguas Vivas el soto está constituido fundamentalmente por sargatillos.
Son formaciones muy densas y con alturas de hasta siete metros. Son tallares resultado de un aprovechamiento antiguo, algo perdido durante los últimos años. Estas masas orlan los campos y los senderos creando un ambiente umbrío que favorece a la flora nemoral, a los líquenes higrófilos y a una suerte de algas unicelulares que le confieren un tono negruzco a su corteza.
Bajo sus ramas, en la soledad de este alto valle, el azor encuentra la tranquilidad necesaria para despachar la tórtola turca que ha capturado en los cercanos huertos de Allueva.
Los tallares de sargatillo, como los chopos y sauces trasmochos, constituyen otro de los aprovechamientos antiguos en las riberas de la cordillera Ibérica.
Un buen saber en la gestión de los recursos naturales. Como hoy diríamos, de desarrollo sostenible.
1 comentario:
Solo he visto esta flora en libros, me gustaría verlas en la vida real.
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