El 11 de enero recorría en Huesca uno de los montes trabajados por empresas forestales dentro del proyecto de prevención de incendios forestales en montes gestionados por la Confederación Hidrográfica del Ebro. Vamos a contar un poco en qué consistieron estos trabajos.
Se trataba de proyectos forestales financiados al 50 % por el Mecanismo Financiero del EEE (Espacio Económico Europeo), en sus siglas en inglés “EEA Grants”, formado por Islandia, Liechtenstein y Noruega, y el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. Estos trabajos se fueron desarrollando durante casi dos años. Se integraron en el proyecto trabajos en 24 montes de Aragón y Cataluña hasta 2010 con un presupuesto de cerca de 6 millones de euros. Fue quizá uno de los últimos grandes proyectos realizados por la Confederación Hidrográfica del Ebro en el ámbito forestal, eran tiempos aun de bonanza.
La Confederación ha ido avanzando poco a poco de cara a mejorar la gestión forestal de los montes de su propiedad, algo nada fácil dada la cantidad de repoblaciones forestales de coníferas presentes en el entorno de los grandes embalses (especialmente en la provincia de Huesca) y que en su mayor parte se plantaron y allí quedaron, sin tratamientos selvícolas ni culturales que asegurasen un desarrollo satisfactorio de las masas y una apertura gradual de las plantaciones, en la mayoría de los casos enormes repoblaciones de pinos con una elevada densidad, auténticos polvorines estivales de cara a posibles incendios forestales.
La actuación, además de la prevención de incendios, se centraba en la erosión de los terrenos por los barrancos y sobre todo, fomentaba el desarrollo de las localidades con el empleo que creaba tanto durante la obra, como para el mantenimiento.
Además de un tratamiento de la cobertura forestal encaminado a mantener una densidad y estructura adecuada, se consideraba necesario en casi todas las obras una mejora de las infraestructuras, como cortafuegos y pistas forestales:
- Se procedía a la creación de fajas auxiliares a los bordes de las pistas forestales y los cortafuegos, con una anchura de unos 20 metros a cada lado, donde se reducirá la vegetación para evitar la propagación de los incendios.
- Trabajos de conservación de los cortafuegos ya existentes, para evitar la continuidad de la masa forestal y por tanto de los incendios. Además, los cortafuegos se conectaban, si no lo estaban, a la red viaria para posibilitar la llegada de los vehículos de extinción.
- Realización de tratamientos selvícolas de clareos, podas y desbroces selectivos que favorecieran la presencia de especies autóctonas (serbales, robles, encinas, espinos, sabinas y enebros), así como de pinos rectos y bien conformados y de árboles singulares.
Los trabajos se fueron ejecutando con distintas empresas, la gran mayoría de Huesca, entrando también tímidamente algunas del resto de Aragón. Llamaba la atención la cantidad de empresas dedicadas a la obra civil que de pronto pusieron la vista en lo forestal, en una época en la que ya comenzaba a escasear la obra pública. Algunas de ellas ganaron obras forestales muy importantes.
Finalmente todo se ejecutó y en el entorno de las obras se instalaron unos pequeños carteles de madera donde se explicaba de manera genérica en qué habían consistido todas esas actuaciones forestales. Algo simbólico, aparentemente inocente. Uno de ellos se convirtió en trampa mortal y una lección de ecología. Observa la fotografía:
Una plancha de metacrilato protegía el interior del cartel pero estaba abierta por la parte superior. Eso atrajo de alguna forma a decenas de insectos, todos ellos por cierto de la misma especie, parecían un tipo de chinches.
Un par de murciélagos, sorprendentemente atraídos por la cantidad de insectos, se colaron por la misma abertura. No se si llegarían a comer algo, pero el caso es que se quedaron atrapados entre el metacrilato y el fondo del panel ya en situación de salida hacia arriba. Al ser superficies completamente planas y estar muy cerca una de la otra los pobres quedaron atrapados y finalmente murieron. Presa y depredadador cayeron en la misma trampa.
Por el color, tamaño, aspecto, quizá se traten de dos ejemplares de murciélago común o enano (Pipistrellus pipistrellus). En cuanto a los chinches, parecen ser Leptoglossus occidentalis, una especie invasora de origen americano que ha sido citada recientemente en Europa y que nunca había visto todavía en nuestros pinares, aunque ya se dan algunas citas.
Varias conclusiones interesantes: en lo fortuito de la situación los murciélagos parecieron sentirse atraídos por estos insectos, por lo que pueden llegar a ser un componente muy activo en la lucha biológica contra esta plaga. Por otro lado el carácter depredador de esta especie, que busca a su presa fuera de su ambiente habitual y que nos tiene acostumbrados, que es la captura de insectos al vuelo.
En esta noticia de Heraldo de Aragón en 2009 ya se hablaba de esta plaga. También comentaban que no se conocían depredadores de este insecto en Europa.
Según el diario, cuando hace frío y encuentran un lugar cobijado, estos chinches segregan unas feromonas que atraen en masa a sus congéneres. Eso es lo que sucedió seguramente en el interior del cartel, atrayendo además a los pequeños murciélagos, que preveían un festín y encontraron la muerte.
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