Sábado 8 de junio. Una mañana fresca que aprovecho para subir a Fonfría a dar una vuelta, arriba 10 ºC pasado ya el mediodía.
La primavera ha sido fresca y húmeda. En el valle el arbolado enseguida comienza a sacar las hojas pero en la montaña las cosas van más despacio. El largo invierno en el marojal parece que aun se resiste y los árboles lucen pequeñísimas hojas, pilosas, algo amarillentas y con muy poco lustre. Nada que ver con las hojas que luce en pleno verano.
El marojo es uno de nuestros robles más emblemáticos pero de menor distribución en la comarca, aunque no conocemos su porte natural. Se le conoce también como roble negro y tozo. En Galicia cerquiño o cerqueiro, en Asturias tociu, en el País Vasco tocorno y en Cataluña reboll. En el sur de Aragón, especialmente en el Teruel menos “castellano” se conoce como “rebollo” al Quercus faginea, pero bien es cierto que prácticamente en el resto del país el rebollo es precisamente el Quercus pyrenaica, muy conocido también como "marojo" o "melojo".
Decíamos que en nuestra zona no se le conoce su porte natural porque realmente este árbol puede llegar a medir hasta 25 metros. Pero nuestros bosques son bien distintos: por su facilidad de retoñar de raíz es muy adecuado para su explotación en monte bajo, suministrando leña y carbón de excelente calidad y ese ha sido hasta hace unos años su fin y destino desde tiempos inmemoriales.
Los actuales marojales son masas de elevada densidad pues muchas leñas ya no se hacen, por lo que el crecimiento libre de los brotes hace que formen masas impenetrables en donde se establece una competencia muy intensa por la luz y el agua. De esta forma, los crecimientos de estas masas son extremadamente lentos y en muchos casos incluso se ha podido ver prácticamente detenido, la masa forestal “se estanca” y tendría que pasar mucho tiempo para que los brotes más vigorosos llegasen a formar árboles independientes, dejando al resto de estrato codominante. Sin embargo, la elevada densidad y sus raíces han tenido un enorme poder de retención de suelo y nutrientes por lo que se conservan unos suelos maduros de excelente calidad.
Este roble aguanta mejor el clima continental con inviernos más fríos y largos que los otros robles. En la mayor parte de su zona de distribución se dan precipitaciones que van desde los 650 a los 1.200 mm anuales. Su periodo vegetativo coincide con la falta de lluvias en verano, aunque en nuestras tierras son frecuentes las tormentas estivales, que le aportan también una reserva importante en estos meses, aunque también les hemos visto “pasando sed”.
1 comentario:
Los marojos de Olalla tienen estos días de julio un tamaño de hoja inusualmente grande. Es la consecuencia a la importante reserva hídrica del suelo tras este invierno y primavera ricos en nieves y lluvias.
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