En el pasado verano se hicieron frecuentes las tormentas. Locales, repartidas, intensas. Tormentas que cayeron también sobre rastrojos y sobre labores a punto de sementera.
Estas lluvias favorecieron la germinación, el crecimiento y el desarrollo de las capitanas (Salsola kali) en los secanos cerealistas del valle del Jiloca.
Muchas de los campos fueron laboreados al poco, tan pronto se secó la tierra aprovechando el escaso desarrollo de la planta y el tempero, tal como se comentó en esta bitácora.
Pero otros no. Fueron dejados para laborearlos más adelante. Hoy cada agricultor labra mucha superficie y a veces no se llega a todo. O empiezan las fiestas del pueblo. O coge unos días de descanso. Y la tierra pierde su sazón para labrarla.
Y las matas de capitana continúan creciendo.
Antes no era un gran problema. Los rebaños de oveja de cada pueblo iban pasando de rastrojo a rastrojo y mantenían a raya a estas herbáceas sin dejarles alcanzar un gran volumen. Pero los rebaños son escasos hoy en día. Y no atienden a todo tampoco.
Los rastrojos hay que ir levantándolos. Unos durante el invierno, otros en primavera.
Este año es más complicado labrar los rastrojos pues están extensamente cubiertos por capitanas secas. No muy altas pero si muy abundantes. Un atardecer de Villarquemado ...
En algunos aperos instalados sobre el tractor las han ido agrupando en remos (como los de paja) o en montones ...
Y van siendo quemadas en pequeñas hogueras que se reparten por todo el valle en estos días ...
Entonces, con el campo limpio de estas matas corredoras, se pasa el arado para dejar preparada la tierra.
Este invierno, en el secano, el agricultor tiene más faena.
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