La International Rutland Birdfair constituye el acontecimiento ornitológico del año en la pérfida Albión si estás al pajareo y a la vida salvaje. Cientos de expositores en los que puede tenerse acceso a cualquier objeto relacionado con la observación de aves y la conservación del entorno, desde catalejos y binoculares o cámaras fotográficas y objetivos, hasta pinturas y dibujos, fotografías y esculturas, sin olvidar, por supuesto, guías e información de cualquier recóndito lugar del planeta al que viajar para disfrutar de las riquezas naturales que pueda ofrecer.
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Rutland en Inglaterra |
Es Rutland un condado
de Inglaterra situado al norte de Londres, el más pequeño de los condados
históricos en la nación y el cuarto más pequeño si se toma en consideración el
Reino Unido en su conjunto. De ahí el
lema latino adoptado por el consejo condal en 1950, Multum in Parvo, que viene a decir algo así como que “los mejores
perfumes vienen siempre en frascos pequeños”.
Como a Yorkshire o a Lancashire, también al condado se le
conoció en el pasado como Ruthlandshire,
pero parece más lógico, por lo expuesto, que la cosa se quede, sencillamente,
en Rutland.
Y, sin embargo, por
superficie, en el condado de Rutland se encuentra uno de los lagos artificiales
más grandes de Europa y el mayor de Inglaterra, un reservorio de agua de boca
en la zona más seca y densamente poblada del Reino Unido que fue denominado Embalse
de Empingham durante su construcción
y hasta su inauguración oficial en 1976 y que, en la actualidad, con esta manía
de simplificarlo todo, se ha quedado en el Agua de Rutland.
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Rutland Water
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Y en este lago extenso
que parece mimetizarse en el horizonte, a trozos, con ese cielo inglés que está
siempre manga por hombro, los hijos de la Gran Bretaña emplazaron la Reserva
Natural del Agua de Rutland, en la cola oeste del embalse, para que ocupase un
área total de 1.000 acres de aguas someras y de costa lagunar (algo más de 400
campos de fútbol) y fuera hogar del Rutland
Osprey Project, el exitoso programa para la conservación del águila
pescadora que hizo posible que esta magnífica rapaz criase de nuevo en la
Inglaterra central tras 150 años de no hacerlo.
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Rutland Water Nature Reserve
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La Reserva es
gestionada por el Leicestershire &
Rutland Wildlife Trust en colaboración con el Anglian Water. Puesto que
apenas se extrae líquido elemento, el nivel de las lagunas suele mantenerse constante,
lo que resulta de vital importancia para constituir uno de los más importantes
santuarios para la vida natural de la Gran Bretaña al que, regularmente, se
acogen más de 25.000 aves acuáticas, que se dice pronto. Si de muestra bien vale un botón, cabría aquí
citar, por no ser de tan fácil avistamiento en el Jiloca y la cuenca de
Gallocanta, el cisne vulgar (Cygnus olor),
el ansar común (Anser anser), la
barnacla canadiense (Branta canadensis),
el ganso del Nilo (Alpochen aegyptiaca),
el ánade rabudo (Anas acuta), el pato
colorado (Netta Rufina), el porrón
europeo (Aythya ferina), el pato
havelda (Clangula hyemalis), la
garceta grande (Ardea alba), la
garceta común (Egretta garzetta), el
zampullín común (Tachybaptus ruficollis),
el correlimos gordo (Calidris canutus)
y el común (Calidris alpina), la
agachadiza común (Gallinago gallinago),
la aguja colinegra (Limosa limosa) o
el charrán común (Sterna hirundo). Todas estas especies, al igual que azulones,
cucharas, frisos, porrones, somormujos o archibebes, pululaban por Rutland el pasado agosto, como atestigua
el censo mensual que se realiza en la Reserva y es publicado en su página web.
Internationl
Rutland Birdfair. Carpa 2.
Y en este lugar de la
campiña inglesa en que las casas tradicionales tienen los tejados de paja, pero
no los muros, se celebró en 2016 la Fería Internacional de Ornitología en su
vigesimoctava edición (el sarao inició su andadura, nada más y nada menos, en
1989). Sobre la hierba verde y
húmeda. Entre los observatorios de
avifauna. Lejos del mundanal ruido. Y toda esa parafernalia verbal del condado
diminuto, parecía más una estrategia propagandística que la pura, es de dudar
que cruel, realidad.
Como otros muchos
territorios peninsulares y del resto del globo, Aragón se expone en Rutland, y ofrece a los británicos las
especies de avifauna que no pueden encontrar en sus islas. En una de sus 8 enormes carpas, pueden
encontrarse sus productos de ecoturismo junto a los de Andalucía, Extremadura,
las Islas Baleares, Cataluña o Portugal, junto a los de Australia, Argentina,
Kenia, Ecuador o India.
Andalucía
La multitud de países,
lugares y empresas de ecoturismo que se reúnen en la Reserva Natural cada año
impresiona, puedes viajarte el mundo en apenas unas horas si deseas, o puedes viajártelo con calma, a lo largo de los tres días de
longevidad de la convocatoria, si dispones de más tiempo o si, simplemente, es
eso lo que deseas.
Los países que
conformaron el Imperio británico, por razones obvias, por sus relaciones
históricas con la metrópoli, parecen tener una mayor presencia en La
Feria. También abundan los expositores
de países venidos de América Central y el Caribe, que por su entidad uno quizás
dude puedan tener la capacidad económica de plantarse en Europa y financiar los
costes que suponen estar en Rutland desde tan a desmano. Y, como no, los de asociaciones y grupos
conservacionistas británicos como la mastodóntica RSPB (The Royal Society for the Protection of Birds), nacida en 1889, que
superó la barrera de los 200.000 socios en 1976, de los 500.000 trece años más
tarde y que en la actualidad (sí, sí, maréate y vete preparando) contabiliza
más de 1.000.000 de socios.
El stand de
Aragón
La cosa, sin embargo,
no termina aquí. Casi todas las empresas
de óptica estaban en la Reserva. Todas
agrupadas en un conjunto de carpas emplazadas a escasos palmos del agua, de las
aneas y los carrizos, y en las que podías probar cualquiera de sus productos,
ya fueran binoculares, telescopios o cámaras y objetivos. Y adquirirlos allí mismo, a un buen precio
(mejor todavía si se contempla el hecho de que estábamos en Inglaterra, donde
los precios de cualquier cosa te dejan más movido que un álamo temblón).
Y tampoco termina en la
cuestión tecnológica. Una de las carpas
estaba dedicada, en exclusiva, a artistas cuya inspiración reside en el medio
natural. La variedad de disciplinas,
técnicas, formas y colores bajo el lienzo era, igualmente, acongojante. Con una fotografía, una pintura, un dibujo,
una escultura o una talla en madera para la decoración de tu domicilio, para ese
regalo que tienes pendiente o para tu recoveco en la oficina que no sabes como
hacer más amable, podrías coger el avión de vuelta una vez concluida tu visita
a la campiña inglesa. No se pierde
detalle en Rutland.
Simon King en
la carpa de eventos
Pero tampoco en la
artística, pues publicaciones periódicas y librerías especializadas ocupaban
también su espacio. El periodismo de
naturaleza parece gozar de buena salud en Inglaterra a juzgar por las numerosas
personas que se convocaban en derredor de los expositores de BBC Wildlife Magazine, Bird Watching Magazine o Birdwatch Magazine, como así la edición
de materiales divulgativos y técnicos, a juzgar por las copiosas ventas de
libros de Wildside Books, Bloomsbury Publishing o Princeton Wildguides.
Ni en la periodística y
editorial se detenía el temario. Cuatro
carpas albergaban charlas y conferencias a lo largo de toda la jornada, desde
las nueve y media de la mañana y hasta las cinco de la tarde (horario europeo)
a razón de una cada cuarenta y cinco minutos.
Disertaciones en las que te acercaban a tu entendimiento mayúsculo las
consecuencias de haber reintroducido lobos en el Parque Nacional de Yellowstone
o la naturaleza de Alaska y los osos y lobos finlandeses, pasando por la
riqueza salvaje de Mongolia, las avifaunas de Costa Rica, Taiwan o la costa
este de Australia, entre otras muchas, pero dejando siempre espacio para la
denuncia ambiental y la preocupación por los estados de conservación del puma
en Chile o del águila pescadora en Rutland o, incluso, del planeta en su
conjunto. Envidia sanísima daba pensar
que Simon King, un Félix Rodriguez de la Fuente británico (para que nos entendamos)
había plantado su propia carpa en la Feria y una amargura ante la que elevarse
inconforme considerar la distancia que nos separa, en esto de la ornitología,
el ecoturismo y la conservación, con la pérfida Albión (que claro ha quedado
pérfida no es). Caray, un millón de
socios la RSPB.
Acercando
Aragón a los británicos
Y hasta allá nos fuimos
un grupo reducido de personas ligadas al Teruel natural, en mayor o menor
medida, y a otros territorios del Aragón salvaje. La empresa de turismo ornitológico Birding
Teruel, el albergue Allucant de la zaragozana localidad de Gallocanta y la
Asociación de Amigos de la laguna de Gallocanta estaban bien representados en
la expedición aragonesa que partió del aeropuerto de Zaragoza el jueves 18 de
agosto (no nos permitían hacerlo desde Caudé, cachis!) con destino en
Rutland. En la Feria nos esperaban ya
gentes del alto Aragón, de Casa Sarasa, en el lugar de Berdún y más amigos de
Gallocanta. Como cometido, organizar el
expositor de Aragón y atender a todo aquel que tuviera a bien acercarse para
conocer los bienes ornitológicos y naturales del país e informarse sobre las
posibilidades turísticas que la buena tierra noble y sus gentes pudieran
ofrecerle.
Y pusimos el acento en
ese otro Aragón que los ingleses desconocen (y demasiados aragoneses,
tristemente), esa tierra maravillosa que se extiende más allá del puerto de
Paniza, que intima con el cielo en las agrestes sierras de Albarracín, Gúdar y
Javalambre, hogares del verderón serrano, y que es morada de la avutarda en los
gráciles secanos cerealistas de Gallocanta, de Campo Romanos o del Planerón en
Belchite. Ese Aragón que se pliega sobre
sí mismo de un modo que resulta incomprensible para la lógica humana en Aliaga;
rocosos envoltorios por los que aletea el mirlo capiblanco. Ese Aragón del silencio con un patrimonio
ornitológico, geológico y natural inmenso que ofrecer y una economía en torno a
esos valores que está todavía por desarrollar.
Un sustrato noble que, en la medida de nuestras capacidades, pretendimos
llevar hasta la International Rutland
Birdfair y que, ojalá, lo consiguiéramos.
“Que mis
ejércitos sean las rocas, los árboles y los pájaros del cielo” (Carlomagno)
Sobrevolando como un
metálico y ruidoso quebrantahuesos los Pirineos, tan demasiado conocidos, ya en
casa uno no podía impedir que su mente estuviera todavía navegando entre los
expositores dejados atrás en la Reserva Natural y dejarse llevar por esa
placentera sensación de haber sido testigo de un promisorio resquicio de
luz. De haberse detenido en el
escaparate cuyas bondades ofrezcan la oportunidad tan necesaria al país de las
casas dormidas, a ese sur de Aragón desértico en lo demográfico pero muy
densamente poblado en lo salvaje. Ese inconforme territorio que desea y está
obligado a remontar su vuelo.
Quizá sea esa la mejor
lección de Rutland. Y ojalá siguiendo
ese sendero, sus casas dormidas despierten.
Diago Colás (texto y fotos)