Se tenían sospechas de que criaban
en el Jiloca, pero la ciencia no vive de sospechas sino de hechos (lo que no
deja de ser, de vez en cuando, un incómodo engorro). Lo que ni Deme, ni yo, pensábamos aquella
mañana es que la confirmación iba a tener lugar... y a primera hora.
Habíamos estado ya de anillamiento
el sábado por la mañana. Si no sabes lo
que es el anillamiento científico de aves, ya te lo explico yo, que llevo unas
cuantas horas de vuelo.
Pues resulta que a los pajaricos
pequeños, lo que en el mundo científico se denominan paseriformes (aunque aquí
entra desde el reyezuelo hasta el cuervo, que pequeñico, lo que se dice
pequeñico, no es y hay alguno que pequeñico es, pero que no es paseriforme,
como el martín pescador), una forma de recabar información sobre ellos es
capturarlos y colocarles una pequeña anilla de aluminio, con un número, en la
pata. Al tiempo que se les coloca la
anilla, se miden una serie de parámetros como las longitudes del ala, de la
tercera pluma primaria, la cola o el tarso y el peso y se determina si el
invididuo es macho o hembra, la grasa que ha conseguido acumular de cara a
disponer de reservas suficientes para su migración, así como el estado de su
musculatura, que también será de importancia a la hora de migrar. De este modo, si el ave es recapturada más
tarde, o es recuperada la anilla tras su muerte, en otro lugar o en el mismo
sitio en que se anilló, podremos saber qué movimientos realiza la especie, como
le afecta ese desplazamiento o cuantos años puede llegar a vivir en libertad.
Los datos biométricos (las
longitudes) no son difíciles de obtener una vez se ha capturado al sujeto en
cuestión. La cosa se complica, y a veces
mucho, con la edad y el sexo. Para la
primera se utiliza, usualmente, un código númerico del 1 al 6. Los números impares, el 1, 3 y 5 nos indican
que sabemos exactamente el año de nacimiento del bicho en cuestión. Los pares, el 2, el 4 y el 6, que no lo sabemos
a ciencia cierta.
Para determinar la edad podemos
guiarnos por el modo en que la especie muda el plumaje. Por ejemplo, en algunas especies los adultos
realizan una muda completa tras reproducirse mientras que los juveniles la
realizan parcial. Así, si entre manos
(nunca mejor dicho) tenemos un individuo de una especie de estas
características, con un plumaje sedoso y suelto y que ha realizado una muda
parcial, podemos asegurar que estamos ante un pollo que ha nacido el año en
curso y anotaremos un 3. Si, por el
contrario, lo tenemos que ha cambiado todas sus plumas, entonces no podremos
saber con seguridad su año de nacimiento y anotaremos un 4, que quiere decir
que no sabemos en qué momento ha nacido con exactitud pero que, seguro, no ha
sido en el año en curso. En efecto, esta
quizá se la parte más enrevesada a la hora de recabar datos del individuo. Como no es plan de convertir este artículo en
una tesis doctoral, aquí lo dejo.
La determinación del sexo es, a
priori, más sencilla. En ciertas aves se
da dimorfismo sexual, el macho y la hembra son morfológicamente dispares, es el
caso, por ejemplo, del carbonero común, que al macho la corbata negra le baja por el
pecho y aumenta su anchura conforme va aproximándose a la cloaca, cosa que con
la hembra no ocurre. Si la especie es de
estas características, pues miel sobre hojuelas. Sin embargo, cuando hembra y macho son
iguales, se debe atender a otras consideraciones. Por ejemplo, la presencia de placa incubatriz
en la hembra (se despeja las plumas del vientre para que el calor se transmita
mejor a los huevos durante la incubación) o la evaginación prominente de la
cloaca en el macho (sí, los hombres somos siempre así de simples).
Para terminar, la grasa se va a
almacenar entre las cláviculas y en el abdomen, es de color amarillo y según si
no hay apreciable, o la hay en cantidad, anotaremos números del 0 al 8. El estado de la musculatura se averigua
observando los músculos pectorales, aquellos que están adheridos a la quilla y
según si ésta es visible o no anotaremos desde un 0 a un 3. En la quiniela... perdón, digo, en la ficha
que rellenamos al anillar.
Pues a este noble arte de capturar
pájaros, anillarlos, tomarles la medida y soltarlos libres como el sol cuando
amanece nos dedicamos Deme (que es el que realmente sabe de esto) y yo (que
hago de subalterno las más de las ocasiones) las mañanas del sábado y del
domingo dentro de las actividades convocadas desde Ambientalia, la Feria de
Medio Ambiente, Ornitología y Vida Saludable que tuvo lugar en Calamocha los
días 2 y 3 de julio.
El anillamiento hubiera
transcurrido según lo previsto: muchísimo petirrojo, alguna cardelina y alguna
curruca capirotada, los páridos habituales (carboneros y herrerillos), algún
ruiseñor bastardo (más conocido ahora como cetia ruiseñor), el ruiseñor de toda
la vida (un túrdido bastante aturdido) y algún mirlo y agateador común
despistados. Pero cayó él, sucedió lo
que Deme y yo no nos hubiéramos imaginado ni en la más optimista de nuestras
previsiones. Bueno, cayó ella (era una
chica), la fugaz turquesa, la gran pescadora tenaz del
río que se sabía allí, que se había
visto en el río Jiloca y de la que se sospechaba que podría criar,
reproducirse, sacar adelante a su pollada en el río turolense. Pero es que además de ser chica, ¡alojaba un
huevo en su interior! Y la sospecha se
desvaneció, ya no había que dar pie a suposiciones, ya quedaba confirmado que
el martín pescador, que el alcedínido criaba en el Jiloca. Y la sorpresa primera al ver la especie
enreligada en la red, la alegría de poder disfrutar de sus formas magníficas y
de sus tonos de ensueño, se transformó en enorme euforia en todos los que en el
parque estábamos aquella mañana de domingo.
La ciencia, bien lo sabemos, no vive de sospechas. Si bien, lo que nosotros percibimos entonces
es que, en definitiva, tampoco nosotros queremos habitar en la
incertidumbre. Deseamos saber, conocer
con la exactitud lo que nos rodea porque es hermoso y parte de lo que somos, al
fin y al cabo, y puede que esa certeza contribuya a conocernos mejor a nosotros mismos porque, sin duda, hay una
belleza nítida en aprehender el modo en que nuestros compañeros de viaje viven
y se comportan.
Diago Colás
Diago Colás
1 comentario:
Que buena despertar, ir a ver el anillamiento y que hubiese un Martín Pescador !que alegría de día!!
Carmen A.
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