Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

martes, 19 de julio de 2016

ANOTACIONES DE UN NATURALISTA DESPISTADO: LA BELLEZA DE VER DESVANECERSE UNA SOSPECHA

Se tenían sospechas de que criaban en el Jiloca, pero la ciencia no vive de sospechas sino de hechos (lo que no deja de ser, de vez en cuando, un incómodo engorro).  Lo que ni Deme, ni yo, pensábamos aquella mañana es que la confirmación iba a tener lugar... y a primera hora.


Habíamos estado ya de anillamiento el sábado por la mañana.  Si no sabes lo que es el anillamiento científico de aves, ya te lo explico yo, que llevo unas cuantas horas de vuelo. 

Pues resulta que a los pajaricos pequeños, lo que en el mundo científico se denominan paseriformes (aunque aquí entra desde el reyezuelo hasta el cuervo, que pequeñico, lo que se dice pequeñico, no es y hay alguno que pequeñico es, pero que no es paseriforme, como el martín pescador), una forma de recabar información sobre ellos es capturarlos y colocarles una pequeña anilla de aluminio, con un número, en la pata.  Al tiempo que se les coloca la anilla, se miden una serie de parámetros como las longitudes del ala, de la tercera pluma primaria, la cola o el tarso y el peso y se determina si el invididuo es macho o hembra, la grasa que ha conseguido acumular de cara a disponer de reservas suficientes para su migración, así como el estado de su musculatura, que también será de importancia a la hora de migrar.  De este modo, si el ave es recapturada más tarde, o es recuperada la anilla tras su muerte, en otro lugar o en el mismo sitio en que se anilló, podremos saber qué movimientos realiza la especie, como le afecta ese desplazamiento o cuantos años puede llegar a vivir en libertad.


Los datos biométricos (las longitudes) no son difíciles de obtener una vez se ha capturado al sujeto en cuestión.  La cosa se complica, y a veces mucho, con la edad y el sexo.  Para la primera se utiliza, usualmente, un código númerico del 1 al 6.  Los números impares, el 1, 3 y 5 nos indican que sabemos exactamente el año de nacimiento del bicho en cuestión.  Los pares, el 2, el 4 y el 6, que no lo sabemos a ciencia cierta.


Para determinar la edad podemos guiarnos por el modo en que la especie muda el plumaje.  Por ejemplo, en algunas especies los adultos realizan una muda completa tras reproducirse mientras que los juveniles la realizan parcial.  Así, si entre manos (nunca mejor dicho) tenemos un individuo de una especie de estas características, con un plumaje sedoso y suelto y que ha realizado una muda parcial, podemos asegurar que estamos ante un pollo que ha nacido el año en curso y anotaremos un 3.  Si, por el contrario, lo tenemos que ha cambiado todas sus plumas, entonces no podremos saber con seguridad su año de nacimiento y anotaremos un 4, que quiere decir que no sabemos en qué momento ha nacido con exactitud pero que, seguro, no ha sido en el año en curso.  En efecto, esta quizá se la parte más enrevesada a la hora de recabar datos del individuo.  Como no es plan de convertir este artículo en una tesis doctoral, aquí lo dejo.

La determinación del sexo es, a priori, más sencilla.  En ciertas aves se da dimorfismo sexual, el macho y la hembra son morfológicamente dispares, es el caso, por ejemplo, del carbonero común, que al macho la corbata negra le baja por el pecho y aumenta su anchura conforme va aproximándose a la cloaca, cosa que con la hembra no ocurre.  Si la especie es de estas características, pues miel sobre hojuelas. Sin embargo, cuando hembra y macho son iguales, se debe atender a otras consideraciones.  Por ejemplo, la presencia de placa incubatriz en la hembra (se despeja las plumas del vientre para que el calor se transmita mejor a los huevos durante la incubación) o la evaginación prominente de la cloaca en el macho (sí, los hombres somos siempre así de simples). 

Para terminar, la grasa se va a almacenar entre las cláviculas y en el abdomen, es de color amarillo y según si no hay apreciable, o la hay en cantidad, anotaremos números del 0 al 8.  El estado de la musculatura se averigua observando los músculos pectorales, aquellos que están adheridos a la quilla y según si ésta es visible o no anotaremos desde un 0 a un 3.  En la quiniela... perdón, digo, en la ficha que rellenamos al anillar.


Pues a este noble arte de capturar pájaros, anillarlos, tomarles la medida y soltarlos libres como el sol cuando amanece nos dedicamos Deme (que es el que realmente sabe de esto) y yo (que hago de subalterno las más de las ocasiones) las mañanas del sábado y del domingo dentro de las actividades convocadas desde Ambientalia, la Feria de Medio Ambiente, Ornitología y Vida Saludable que tuvo lugar en Calamocha los días 2 y 3 de julio. 

El anillamiento hubiera transcurrido según lo previsto: muchísimo petirrojo, alguna cardelina y alguna curruca capirotada, los páridos habituales (carboneros y herrerillos), algún ruiseñor bastardo (más conocido ahora como cetia ruiseñor), el ruiseñor de toda la vida (un túrdido bastante aturdido) y algún mirlo y agateador común despistados.  Pero cayó él, sucedió lo que Deme y yo no nos hubiéramos imaginado ni en la más optimista de nuestras previsiones.  Bueno, cayó ella (era una chica), la fugaz turquesa, la gran pescadora tenaz del río  que se sabía allí, que se había visto en el río Jiloca y de la que se sospechaba que podría criar, reproducirse, sacar adelante a su pollada en el río turolense.  Pero es que además de ser chica, ¡alojaba un huevo en su interior!  Y la sospecha se desvaneció, ya no había que dar pie a suposiciones, ya quedaba confirmado que el martín pescador, que el alcedínido criaba en el Jiloca.  Y la sorpresa primera al ver la especie enreligada en la red, la alegría de poder disfrutar de sus formas magníficas y de sus tonos de ensueño, se transformó en enorme euforia en todos los que en el parque estábamos aquella mañana de domingo.  


La ciencia, bien lo sabemos, no vive de sospechas.  Si bien, lo que nosotros percibimos entonces es que, en definitiva, tampoco nosotros queremos habitar en la incertidumbre.  Deseamos saber, conocer con la exactitud lo que nos rodea porque es hermoso y parte de lo que somos, al fin y al cabo, y puede que esa certeza contribuya a conocernos mejor a  nosotros mismos porque, sin duda, hay una belleza nítida en aprehender el modo en que nuestros compañeros de viaje viven y se comportan. 

Diago Colás

1 comentario:

Agus dijo...

Que buena despertar, ir a ver el anillamiento y que hubiese un Martín Pescador !que alegría de día!!

Carmen A.