En Calamocha, pajarel es el nombre popular del pardillo común (Carduelis cannabina). En Caminreal es conocido como rojiñol y en la cuenca de Gallocanta es llamado charrabís. Es una avecilla muy bien reconocida por su abundancia, por vivir cerca de las personas y sus cultivos y por su bonito canto. De hecho, hasta hace poco en algunos pueblos aún se veían algunos enjaulados.
Macho de pajarel (Carduelis cannabina) en periodo reproductor. Foto tomada de Birdingspain
Es una especie que prefiere las zonas abiertas con algunos matorrales y que está presente durante todo el año en el Jiloca. Nidifica en todo tipo de matorrales (aliagares, tomillares, aljezares, enebrales, parameras, etc), en cultivos de secano siempre que disponga de algún arbusto y en bosques abiertos (sabinares y carrascales).
Durante el invierno forma grandes bandos y recorren los eriales, rastrojos y matorrales abiertos. En ocasiones, se agregan varios cientos, sobre todo cerca de los campos sembrados de pipas poco antes de la recolección. Se aproximan a los pueblos donde encuentran comida en los yermos en los que crece la vegetación nitrófila (capitanas, cardos, etc.). Con su canto y con su carácter inquieto alegran los ribazos y los terrenos incultos próximos a nuestras casas.
Hace unos años, varios naturalistas pusimos en marcha una estación de anillamiento en los Ojos de La Rifa en Caminreal. Con periodicidad quincenal montábamos las redes japonesas entre los carrizos para conocer la composición y la variación de la comunidad de aves de este humedal.
Durante el invierno, la ausencia de insectos limitaba enormemente la abundancia de aves. Eso sí, al caer la tarde se aproximaban al carrizal nutridos bandos de trigueros y de escribanos palustres, acompañados de algunos bisbitas ribereños. Dormían entre las cañas, aprovechando el microclima algo menos riguroso que se forma sobre el agua del manantial.
Antonio con el colector tras la red en los Ojos Altos
En esta estación, el carrizal funciona como un dormidero pero poco más.
Como nos aburríamos soberanamente decidimos montar un pipero para las aves granívoras. Esto es, un espacio (tabla) en el que con regularidad dispensábamos semillas de girasol y descartes de la seleccionadora de semillas de la cooperativa de Bañón. Antonio Torrijo se acercaba cada dos o tres días a echar semilla. Y cuando tocaba, montábamos las redes.
Acudían sobre todo pardillos y gorriones molineros, pero también cardelinos, pinzones, carboneros y herrerillos comunes. Hay que decir que comían como limas. Aunque también se lo aprendió el jabalí, que tenía allí refugio y comida.
La tarde del 12 de diciembre de 2008 fue de lo más desustanciada en cuanto a capturas. En las redes del carrizal no se cogió ningún ave, ni siquiera funcionó como dormidero. En el pipero, cayeron y fueron marcados cuatro pajareles. Tres eran jóvenes y una hembra adulta. Esta es nuestra protagonista.
Hembra de pajarel recién anillada
Anillar aves es parecido a mandar un mensaje dentro de una botella y lanzarla después al océano. Hay mucha incertidumbre pues tan sólo se tendrá información del 1% de los ejemplares marcados. Y casi siempre, se tratará de autorecuperaciones. Es decir, aves recapturadas por el propio anillador en el mismo lugar donde fueron anilladas
Esta pasada primavera recibí una notificación desde la Oficina de Especies Migradoras (Ministerio de Medio Ambiente). La hembra de pajarel había sido controlada el 15 de abril de 2009 por un anillador en Heuseux, pequeña localidad situada junto a la industriosa ciudad de Lieja (Luik), en la parte valona de Bélgica, pero muy cerca de Holanda y de Alemania. No hay información pero es muy probable que se encontrara en plena cría. Lo que sí podemos decir, a tenor de las imágenes proporcionadas por Google Earth, es que el paisaje natural sería un conjunto de campos con bosquetes y setos.
Este dato queda confirma los registros de pardillos invernantes en la península Ibérica obtenidos mediante anillamiento.
Es decir, un buen número de los pardillos que componen los bandos que revolotean los campos y eriales del Jiloca proceden de los países de la vertiente atlántica europea.
Me gusta pensar en la gran variedad de paisajes que recorren estos pajaricos en sus viajes.
Vega y secano de Caminreal. En el extremo superior izquierdo se encuentra el pequeño humedal de Los Ojos de La Rifa
Y, según apuntan los investigadores, muchos de los ejemplares que nidifican en la mitad norte de la península Ibérica, pasan el invierno en la mitad sur y no pocos cruzan el estrecho pasando al Magreb. ¿Por qué lo harán? ¿Por qué no permanecerán en la comarca evitándose el esfuerzo migratorio?