Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

martes, 27 de septiembre de 2011

INAUGURACIÓN DEL BANCO DE SEMILLAS DE CERVERUELA

Cerveruela es un pueblecico del Campo de Daroca cuya población invernal ronda los 20 habitantes. En su mayoría, junto con otras personas que trabajan en otros lugares, forman la Asociación Cultural La Chaminera de Humea. Este nombre es toda una declaración de intenciones. Vamos, Banderas de Humo …. que diría la Ronda. Trabajan para recuperar el patrimonio local y fomentar el vínculo y cariño con el pueblo.

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Desde hace unos años esta asociación está desarrollando un proyecto para restaurar un palomar y emplearlo como banco de semillas de las variadades tradicionales de la contornada. El banco de semillas está integrado en la Red de Semillas de Aragón, entidad que persigue el intercambio de semillas entre los propios particulares de cada comarca y con personas del resto de Aragón.

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Ambos proyectos han llegado ya a buen puerto.

El próximo fin de semana será inaugurado el palomar y el banco de semillas. Este es el programa:

Sábado, 1 de octubre

19:30 h. Centro Social El Horno. Charrada: el especialista Félix Rivas presentará su estudio sobre los palomares de Cerveruela y Aladrén realizado en los últimos años y financiado por nuestra asociación cultural y la de Aladrén.

Domingo, 2 de octubre

11:00 h. Reunión en la plaza Mayor de Cerveruela y paseo hasta el palomar para su inauguración.

13:00 h. Vermú a cargo de la A.C. La Chaminera que humea.

14:00 h Comida "de traje". Quien se quiera quedar a comer comeremos con lo que hayamos traído cada uno.

16:00 h Reunión de la colla de semillas Huerva-Jiloca-Jalón para trabajar sobre la gestión del banco de semillas y otros proyectos de la Red Aragonesa de Semillas.

viernes, 23 de septiembre de 2011

LA MIGRACIÓN DE LAS AVES: UN ESPECTÁCULO

Era una de esas tardes calmas y cálidas de los primeros días de septiembre. La gente estaba en la calle. Los niños se agitaban con esa inquietud tan propia de los primeros días de curso, las terrazas de los bares estaban llenas, las frescas de los ancianos como en sus mejores días de agosto.

Un bando de cigüeñas blancas decidió hacer noche en Calamocha. Se agruparon en la línea eléctrica que pasa cerca del matadero para dispersarse después sobre el núcleo urbano. Con su silencioso vuelo y su gran envergadura llamaban la atención de los vecinos. Unos llamaba a otros. Los padres se lo enseñaban a sus hijos, como algo único. Esta novedad era el motivo de la conversación en todos los corros. ¡Cuántas cigüeñas! ¡Qué bonitas!

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Foto: Rocío Colás

Unos días antes ocurrió algo similar en Caminreal. La misma mezcla de sorpresa e ilusión brillaba en el semblante de niños y adultos.

Por esos días, en Calamocha, llamaban la atención las concentraciones crepusculares de docenas y docenas de abejarucos en los viejos chopos de la rambla de la Cirugeda. Con su vocinglero canto, estos pájaros rompían el silencio de los agostados campos.

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Foto: Rodrigo Pérez

Hoy viernes ha sido un día de inestabilidad atmosférica. En Bañón ha caído una tormenta, en Calamocha solo unas gotas. Hacía algún día que casi no observaban golondrinas comunes. Hoy, al mediodía, me esperaba un par de docenas de ellas sobre los hilos de la línea que pasa frente a casa. En la foto, sólo algunas de ellas.

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Ahora mismo cae la tarde y grandes bandos se agitan sobrevolando la vega. Cuando el sol se ponga, las inquietas golondrinas caerán, de un solo golpe, a dormir en los campos de panizo, remedo actual de los antiguos carrizales del Jiloca.

La migración de las aves es uno de los grandes espectáculos que nos ofrece la Naturaleza.

Mil preguntas nos surgen. ¿Cómo un pajarico tan pequeño como el carricero común puede recorrer miles de kilómetros con una reserva de unos gramos de grasa? ¿Qué cambios funcionales deben darse en esos cuerpecillos? ¿Cómo mantienen las collalbas grises (Oenanthe oenanthe) de Alaska sus áreas de invernada en África central recorriendo dos veces al año todo el continente asiático?

¿Cómo puede orientarse durante sus viajes nocturnos? ¿Cómo retrasan la marcha otoñal las grullas cuando el tiempo atmosférico es inapropiado en sus territorios de invernada? ¿A qué alturas realizan la migración? ¿Por qué se observan en tierra más individuos juveniles que adultos entre los pájaros palustres? Cuestiones que nos estimulan a conocer cómo funcionan los seres vivos.

Pero, por mucha satisfacción que ofrezca observar este fenómeno y la resolución de estas preguntas, me quedo con la alegría de aquella pequeña niña que mantenía hace unos días a un papamoscas cerrojillo en una cajita de plástico transparente, mostrándolo como al mayor de los tesoros.

A este tema dedicamos el último programa de “En el rebollar”. Se puede escuchar pulsando este enlace.

jueves, 22 de septiembre de 2011

MUSEO DE LOS MARES PALEOZOICOS EN SANTA CRUZ DE NOGUERAS

El próximo sábado (11:30) se inaugura en la localidad de Santa Cruz de Nogueras el Museo de los Mares Paleozoicos. Será el primer museo paleontológico en las comarcas del Jiloca y Campo de Daroca. Tiene como objetivo divulgar el patrimonio geológico y natural a partir de la exposición permanente “La vida en los mares paleozoicos” en la que se ilustran los principales grupos de fósiles presentes en las rocas de esa parte de la sierra de Cucalón y sirve para mostrar las características ecológicas de esos ambientes.

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Este museo ofrece además un servicio visitas guiadas para interpretar las rocas y fósiles devónicos en el entorno y un taller de paleontología para escolares y bachilleres. 

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Difundimos desde Natura Xilocae la información del folleto que ha sido editado.

Hubo un momento en la historia de la Tierra en la que la vida estuvo casi totalmente restringida a los ambientes marinos. Las tierras emergidas eran inmensos desiertos en los que sobrevivían unas pocas plantas primitivas. Se trata de los momentos centrales de la Era Paleozoica, literalmente “el tiempo de los animales marinos antiguos”.

Durante este tiempo nuestra región estuvo cubierta por un extenso mar, en los márgenes de un enorme continente que aglutinaba a los los que hoy ocupan el hemisferio Sur. En sus fondos se acumularon inmensas cantidades de sedimentos que suman muchos kilómetros de espesor. Empujados por fuerzas colosales y convertidos en estratos rocosos esos sedimentos forman, hoy día, los cabezos y sierras de Santa Cruz de Nogueras y sus alrededores.

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En esas rocas quedan los restos fosilizados de muchos de los animales primitivos que poblaron aquel mar. Todos ellos fueron extinguiéndose poco a poco para finalemnte desvanecerse por completo también. los grandes grupos a los que pertenecían. La desaparición culminó hace 250 millones de años (M.a.) durante la mayor extinción en masa que ha sufrido la Tierra.

Dejaron paso, así, a la fauna moderna con la que hoy convivimos y a la que pertenecemos. Las rocas de estas sierra de la Cordillera Ibérica guardan un registro excepcional de los animales marinos que vivieron entre el inicio del periodo Ordovícico (hace 488 M.a.) y el final del periodo Devónico (hace 360 M.a.).

Al atravesar sus estratos nos sumergimos en un mar desaparecido poblado de extrañas criaturas. Ven a conocerlo.

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¡Que sugerente…! Un recurso más para conocer ese precioso rincón de la Sierra.

lunes, 19 de septiembre de 2011

EL CIERZO SOPLA Y EL OTOÑO ASOMA

Esta noche pasada ha sido de las más frías en muchos meses en las tierras del Jiloca y Gallocanta. Hay que trasladarse a los meses de abril y mayo para ver las últimas temperaturas similares  a las mínimas que hemos tenido hoy, 19 de septiembre. En el blog http://tiempocalamocha.blogspot.com/ (La Garita del Jiloca) puedes encontrar muchos datos de observaciones realizadas en el Puente Romano por Agustín Alijarde.

Las noches son cada vez más largas y una entrada fría norteña como la que hemos sufrido durante las últimas horas bastan para barrer el calor acumulado durante la última semana, que nos había alargado el verano aun más, tras un mes de agosto especialmente seco y cálido. Muchos ya tenemos el cupo de horas de calor en el cuerpo, especialmente los que vivimos en el valle del Ebro, lo cierto es que se agradecen los primeros días frescos preludio de la otoñada.

En estas gráficas se muestran las temperaturas obtenidas durante la madrugada de hoy en Calamocha y Bello, son datos de Aemet. Como se puede comprobar, la bajada de temperaturas ha sido muy importante, tanto que en determinadas zonas la helada  habrá sido muy probable.

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BELLO

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Es época de apurar los huertos y disfrutar de los últimos rayos de sol del día, esos que luchan con el aire fino en la piel de los caminantes. Época de frutos silvestres, las moras ya hace muchas semanas que maduran... incluso la uva se ha adelantado ya en muchas zonas después de tantos días de calor y falta de lluvias.

Otros años los seteros ya se frotarían las manos ante el inminente comienzo de la temporada; este año como no se las froten de frío... el monte acusa la falta de lluvias de uno de los veranos más secos de los últimos años.

Durante el mes de septiembre el sol sale 1 minuto más tarde cada día y se pone 2 minutos antes. Puedes consultar las horas de luz, hora de salida y puesta de sol y luna en el siguiente enlace.

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viernes, 16 de septiembre de 2011

EN EL REBOLLAR ….

Rebollo es el nombre que recibe el quejigo (Quercus faginea) en las sierras de Teruel. Los bosques de rebollo, son los rebollares.

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Es un roble mediterráneo. De hecho, es endémico de la península Ibérica y del norte de África.

Se trata de un árbol de porte regular y esbelto, que puede alcanzar los 15 metros. Dispone de un sistema radicular muy potente, que le permite acceder a niveles profundos del suelo pero que, al tiempo, le posibilita desarrollar raíces superficiales productoras de estolones. La corteza es pardo oscura y agrietada. Y la copa, bastante laxa, a diferencia de la carrasca, que la tiene muy tupida.

Las hojas son pequeñas y tienen unos lóbulos agudos. El limbo es menos coriáceo y sus extremos tienen pinchos más finos y menos rígidos que los de la carrasca, aunque también tiene presenta vellosidad en el envés. Se renuevan cada año, aunque permanecen secas sobre las ramas durante el invierno. Es, pues, una especie marcescente. Entre la hoja caduca y la perenne.

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Este carácter matiza muy bien la personalidad ecológica del rebollo. Más austero que el marojo, pues tiene hojas de menor superficie y más endurecidas, pero más exigente en humedad que la carrasca, ya que tiene que asumir el esfuerzo de renovar el follaje anualmente, cosa que no le ocurre a aquella. En lo tocante al terreno, aunque prefiere los sustratos básicos (calizas y margas), también puede crecer sobre suelos ácidos desarrollados sobre areniscas, cuarcitas o pizarras.

Es una árbol de transición, ni estrictamente mediterráneo pero tampoco atlántico. Refleja muy bien ese carácter fronterizo, también en lo ecológico, que tienen estas sierras, un corredor entre regiones naturales muy diferentes.

En esta parte de la cordillera Ibérica es una de los árboles más representativos. Escasea en las zonas más secas, en las exposiciones desfavorables (solanas) y en enclaves más venteados. Es la especie hegemónica en las rañas de buena parte de Sierra Menera y la cuenca de Gallocanta, en las zonas más frescas de la sierra de Cucalón o sobre las margas del valle del Pancrudo y de la Sierra de Lidón. Pero antaño, lo fue mucho más.

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El rebollo rebrota con gran facilidad tras su tala produciendo abundantes chirpiales (rechitos). La mayor parte de los actuales rebollares son, en realidad, densos arbustedos de entre tres y seis metros de altura, Y esto es así por que los rebollares actuales se han salvado de la roturación por ser productores de leña, un bien tan valioso en nuestra tierra. Estas se realizaban mediante suertes, un sistema en el que se iban talando las parcelas del rebollar de cada pueblo de forma rotatoria para proveer de combustible a los hogares todos los años sin que llegara a faltar.

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Crea un ambiente menos umbrío que la carrasca, tal vez por vivir en ambientes más frescos. Su abundante hojarasca retiene como una esponja buena parte del agua de lluvia al tiempo que se humifica favoreciendo el desarrollo de una tupida red de micelios de diversas especies de hongos.

En el rebollar, un descanso bajo el dosel de hojas te impregna del olor del humus, te lleva la vista hacia los pequeños invertebrados del bosque o hacia las delicadas plantas que florecen bajo la tenue, pero suficiente, sombra que les aporta. Construye por sí mismo todo un microclima.

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Los resecos veranos de nuestras tierras son la estación crítica para este árbol exigente en humedad. En el rebollar se aprecian incluso los cambios sociales de las últimas décadas. El butano y la despoblación han reducido la presión humana. Los turnos de cortas, cada vez más largos han permitido que algunos rebollares “tomen aire” y vayan construyendo un verdadero ambiente forestal. Hacía muchos años que no veían así de prósperos.

Pero, al tiempo, las temperaturas crecientes pueden estar jugando en su contra, al hacerlo vulnerable ante un incremento en la transpiración. Es posible que, como siempre ha ocurrido, se esté dando una silenciosa y sorda guerra entre carrascas y rebollos, un caso más de competencia interespecífica. La ley de la vida.

En el rebollar, en los cada vez más esporádicos otoños húmedos, se ofrecen las doradas hojas adornando laderas o salpicando de amarillo los oscuros carrascales. Lejos del cromatismo de los bosques caducifolios eurosiberianos, en consonancia con la humildad de estos paisajes, el rebollo regala unas pinceladas de color que resaltan sobre los pardos y grises.

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En el rebollar el silencio de los días grises inviernales tan solo es roto por lo bandos de mitos y la lejana algarabía de los perros cazadores que resacan los jabalíes o corzos, verdaderos dueños y señores de estos montes.

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Pero, también, desde el pasado jueves, En el rebollar es también una nueva sección del programa Jiloca en la Onda  emitido desde la cadena Onda Cero Calamocha, una nueva aventura que comparto con Eduardo Escudero y sus oyentes, para hablar de los espacios naturales de estas comarcas, de especies singulares o comunes que nos hacen vibrar con los pulsos de la vida, de los proyectos y estudios que se llevan a cabo para conocer mejor estos ecosistemas, pero también de problemas ambientales, de movimientos ciudadanos o de opciones y pequeñas decisiones personales que pueden mejorar nuestro medio ambiente.

Los jueves, a las 13.40, te esperamos En el rebollar.

Si se pincha en este enlace se puede reproducir este primer programa.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

LIBÉRICA 1

LIBÉRICA es el título que recibe la nueva revista digital del Centro de Estudios del Jiloca, una publicación periódica que únicamente se podrá consultar online a través de la URL de nuestra asociación. Su periodicidad será irregular, pues la publicaremos íntegramente a medida que se cierre, y su temática admitirá cualquier contenido que afecte a la España Interior, superando el espacio geográfico del valle del Jiloca.

Su título es un acrónimo de LIBER e IBÉRICA, intentando simbolizar el esfuerzo por crear una nueva fuente de conocimiento para los territorios del interior peninsular, sobre todo de la despoblada y desestructurada Cordillera Ibérica. En sus ejemplares tendrán cabida las ponencias o comunicaciones presentadas a Jornadas y Conferencias organizadas por el Centro de Estudios del Jiloca, junto con los anexos gráficos, además de cualquier otro artículo que el Consejo de Redacción considere interesante.

Su primer ejemplar es un número especial dedicado a la publicación de las ponencias (con sus respectivas presentaciones) a la Jornada “La cultura de los árboles trasmochos en Europa. El Chopo Cabecero” celebrada el pasado 23 de octubre de 2010 en Calamocha.

El índice con los artículos enlazados es el siguiente:

Una oportunidad de disponer la información para aquellos que no pudieron asistir a la jornada.

lunes, 12 de septiembre de 2011

ANACAMPTIS PAPILIONACEA, UNA RARA ORQUÍDEA EN TIERRAS DEL JILOCA

Ya hace más de un año que mi amiga Blanki y yo nos acercamos a las antiguas explotaciones de hierro de Sierra Menera con el ánimo de dar un tranquilo paseo en una mañana primaveral del mes de mayo. Ella, aunque es navarra de nacimiento, lleva Aragón muy dentro, y le encanta descubrir nuevos lugares, especialmente por Teruel, que ciertamente conoce algo menos que las otras provincias aragonesas.

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En nuestro caminar por los restos de las explotaciones, contemplando los restos de los edificios mineros, así como las distintas áreas de la explotación, tuvimos la suerte de tropezarnos con unas preciosas y llamativas flores de color púrpura que enseguida llamaron nuestra atención. Estaban en una zona de extracción junto a unos chopos, a cuyos pies se había desarrollado algo de vegetación herbácea entre la que destacaban cinco ejemplares de lo que enseguida dedujimos era una orquídea…pero ¿Cuál? Eso ya era otro cantar, pues ninguna de las dos la habíamos visto antes. Así que hicimos unas fotos y nos fijamos un poco en el sitio donde estaban esas cinco preciosidades…era relativamente fácil situarnos pues estábamos cerca de una gran y llamativa acumulación de agua en las inmediaciones de la mina del Menedillo.

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Sin duda la curiosidad “nos picaba” por saber qué orquídea era y, como nuestro amigo Antonio Torrijo tenía contacto con el orquidófilo José Miguel Tabuenca (por cierto, tristemente fallecido en marzo de este año), nos decidimos a mandarle las fotos de la orquídea. Cuál fue nuestra sorpresa cuando el amigo José Miguel nos contestó: “!!Hallazgo muy interesante!!”.

En su correo nos comentó que se trataba de Anacamptis papilionacea subsp. grandiflora, una especie conocida vulgarmente como orquídea mariposa, que tiene las flores más grandes y con más dibujo que Anacamptis papilionacea subsp. papilionacea, una variante morfológica que no se encuentra en la Península Ibérica, y que sí puede observarse en Italia y países del mediterráneo oriental, donde no se encuentra la subsp. grandiflora.

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Hay botánicos que siguen considerando la “vieja” denominación “Orchis” papilionacea, aunque José Miguel insistía en que su morfología, sobre todo sus hojas, son bien distintas de las verdaderas Orchis, y, además, hay mucho publicado sobre diferencias entre géneros, a partir de marcadores moleculares.

Según lo que él conocía, esta era la tercera vez que A. papilionacea se observaba en Aragón. El primer ejemplar observado lo encontraron en 2004, precisamente él y su mujer Carmina, en la comarca de Albarracín, en las proximidades del puerto de Noguera, en un ambiente propio de linde de bosque de carrasca (Quercus ilex) con estepa (Cistus laurifolius) sobre cuarcitas. La segunda observación de la que él tenía constancia era en la sierra de Algairén (Zaragoza) en 2006. Lo cierto es que consultando los registros del Herbario de Jaca y según datos de D. Gómez, encontramos que en 2007 se localizó también en el término municipal de El Frasno (Zaragoza) y en el Parque Natural del Moncayo, en el entorno de las Peñas de Herrera.

Nos informaba José Miguel Tabuenca de que Anacamptis papilionacea subsp. grandiflora se encuentra con facilidad en Andalucía y sur de Portugal, pero hacia el norte peninsular las citas son muy raras, y con pocos ejemplares (Cantabria, Asturias, Palencia, Navarra ..).

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Quiero aprovechar esta entrada bloguera para agradecerle a José Miguel su trabajo y la atención que nos prestó en su momento. Aunque era arquitecto de profesión, su pasión por las orquídeas le llevó a recorrer incansablemente, en compañía de su mujer Carmina, las tierras de Aragón y aledaños en busca de orquídeas y citas de éstas. Hizo muchos descubrimientos corológicos y estaba al día de todas las publicaciones y los líos nomenclaturales que presenta este complejo grupo de especies. Era un apasionado que realizó el primer catálogo orquidológico de Aragón, muy completo, pero que quedó inédito, pues necesitaba un proceso de síntesis bastante arduo.

Pilar Edo

viernes, 9 de septiembre de 2011

EL “CAMINO” DE LOS CORPORALES DE DAROCA (y II)

La idea nos vino hace unos meses. Estuvimos unos días en Santiago de Compostela, y dedicamos dos de ellos a realizar las etapas finales del Camino de Santiago en los itinerarios Francés y Portugués. Durante el trayecto nos planteamos la posibilidad de realizar completo nuestro Camino de Santiago, ni el Francés ni el Portugués, el nuestro, el que debíamos iniciar en nuestra casa, en nuestros orígenes.

Tuvimos claro que nuestro Camino debía arrancar desde Calamocha, la primera jornada debería llevarnos a Daroca …, y desde allí en días sucesivos llegar a través de la Cordillera Ibérica a Calatayud, Soria y Burgos donde enlazaríamos con el Camino Francés. Nos quedamos pensativos, el final de la primera etapa: Daroca. Pero, ¿por qué no el final del trayecto definitivo? Si a Compostela marcha el devoto para visitar el cuerpo del apóstol Santiago, bien podían ser los Corporales, el Cuerpo de Cristo, el final de nuestro peregrinaje.

Recordamos entonces las sucesivas reediciones que el ilustre darocense Jesús López Medel había hecho de la obra de un sacerdote de Ferreruela de Huerva, Tomás Orrios de la Torre, titulada Compendio sagrado de la peregrina historia de los Ssmos. Corporales y Mysterio de Daroca ..., editada sucesivamente en Zaragoza en 1759, 1791, 1824 y 1860. En el estudio preliminar que López Medel hace a las cuatro o cinco ediciones realizadas desde 1986, recuerda que el Misterio de los Corporales fue motivo de multitudinarias peregrinaciones a la ciudad de Daroca, que rivalizó un tiempo con las de Compostela.

Y, ciertamente, Daroca debió ejercer durante largo tiempo un formidable atractivo en el mundo cristiano, a la ciudad llegaron reyes y grandes dignidades eclesiásticas y civiles, lo mismo que sencillos peregrinos que llegaban desde lejanos lugares de España y de Europa. Sólo así puede explicarse la presencia en el exiguo casco urbano de la ciudad amurallada de seis parroquias nada menos, así como numerosos conventos de las principales órdenes religiosas, escuelas de música y centros de estudio donde se formaron grandes matemáticos, compositores y naturalistas.

Un “Camino” de fe, contacto con la naturaleza y deporte

Fuimos así concibiendo el proyecto de llevar a cabo nuestro propio “Camino”, nuestro personal peregrinaje desde Calamocha, pero no a la lejana Compostela, sino a los vecinos “Corporales” de Daroca. Aquí mismo, bien cerca. No teníamos más que seguir por la ribera del Jiloca las señales marcadas al efecto.

Convencimos para ello a Chabi, quince robustos años, de conversación amena y ánimo aventurero. Tras desayunar juntos, a la ocho en punto de la mañana del martes 23 de agosto de 2011, rezábamos en la puerta de la iglesia de Calamocha las oraciones matutinas y nos poníamos en marcha. Somos los dos conscientes en ese preciso momento, que este “camino” lo vamos a recorrer más veces y muchas más personas.

Atrás queda el monumento al Corazón de Jesús y el convento de las Monjas hoy cerrado, por el camino de las Fábricas salimos de la Villa. Le explico a Chabi que se llama así porque antaño era un poco el polígono industrial de Calamocha, con fábricas de pasta, harinas, matadero, molino, tripas –junto a la Fuente de Los Chichorros- y, ya al final, la gran fábrica de mantas.

Pasamos la Serrana, la Íñiga, el Tormo con su balsa para remojar el cáñamo, los charcos inevitables de la calzada por los excesos del riego a manta. Maíz en las huertas y cañicillos por los caños que las circundan. En el camino aparecen las señales de un sendero de Gran Recorrido (GR), del Camino del Cid y del Camino de la Vera Cruz. No es malo que los caminos pasen por nuestros pueblos, pero mejor sería que alguno de ellos fuera la meta, el destino de alguno de los caminos.

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No hay mosquitos y andamos a buen paso, cruzamos la antigua vía Caminreal – Calatayud para llegar al Salobral, antigua propiedad de Procopio Pignatelli, famoso por sus fiestas y por sus excentricidades, como aquella que se le atribuye de culminar una borrachera aplicando el trasero a la piquera de una de sus colmenas para recibir allí las picaduras de las abejas. Hoy que conocemos las propiedades antirreumáticas del veneno de la abeja, la apiterapia, no nos parece tan excéntrico su comportamiento.

El camino es un continuo desfile de chopos cabeceros que con su monumentalidad adornan las riberas del Jiloca que corre a nuestro lado, como los pequeños cauces de acequias que hay en sus proximidades. A la izquierda el monte y el secano a base de rastrojos o almendros, a la derecha la vega de maizales y choperas. Atrás queda la rambla de la Cirugeda, en la mitad del camino Chabi encuentra una pequeña culebra muerta que fotografiamos.

A las 9’18 h. llegamos a la altura de la ermita de la Virgen del Rosario, nos acercamos al puente romano y al del ferrocarril que lleva una leyenda en recuerdo del famoso accidente que allí ocurrió a comienzos del siglo XX. Vemos también Entrambasaguas o punto de unión de los ríos Pancrudo y Jiloca. Sigue este último con un gran caudal de agua, de hecho a lo largo del cauce se forman algunos meandros o pequeñas islas en medio de la corriente. Se permite la pesca pero sólo “Captura y suelta”, como informa el correspondiente cartel.

Por el cielo vuelan mirlos, cuervos, grajos y alguna picaraza. Entre las choperas vemos también una garza. Al fondo, un avión surca los cielos azules dejando una espesa estela blanquecina ajeno por completo a estos caminantes. A Luco llegamos a las 9’50 h., hemos recorrido 8’7 kilómetros con fresco y bien. Sale a nuestro paso un señor con sombrero de paja y en la mano una pequeña cesta llena de moras.

El recorrido hasta aquí es enteramente fluvial, con mirlos, sauqueras, cañicillos … y el rumor constante del agua. Pasamos el bello complejo turístico que lentamente se levanta junto al río a la altura de “Tozins d’o Xiloca”, el Masegar y, por fin, Burbáguena.

Son las 10’53 y hemos recorrido 11’2 km. Se aleja un poco el camino del río para acercarse a los montes que ahora son de pizarra, muy cerca de la vieja vía del tren con las viejas traviesas arrancadas y los postes del telégrafo tronchados en el suelo. Triste final para una vía que conoció trenes con nombres tan entrañables como “El Chispa” o “El Tomasín”.

Llegamos así a Báguena a las 11’31 y contemplamos la belleza de la torre mudéjar. Le cuento a Chabi la heroica defensa que hizo de su castillo Miguel de Bernabé en la guerra de los Pedros con Castilla, motivo de la hidalguía del ilustre apellido. Sin embargo, de la tienda del pueblo sale un muchacho que llaman Christian. Nada que ver con Bernabés. Señala un cartel que esta misma tarde empiezan las fiestas patronales. Y algo se palpa en el ambiente del bar donde paramos a repostar fuerzas. Almuerzo: dos huevos fritos, con tajadas y patatas. Por barba. Tonterías, las justas. Para beber, uno vino y el otro naranjada.

¡Buen almuerzo, si señor! A la salida del pueblo cargamos agua en una bonita fuente, pero son ya casi las doce de la mañana y el sol comienza a apretar de lo lindo. Para colmo, a la salida de Báguena las señales del GR y de los caminos del Cid y de la Vera Cruz se alejan perpendiculares al río y a la vía del tren. Caminamos un tramo hasta convencernos que nos llevan lejos de Daroca, desandamos el camino y decidimos seguir por la vía. Ya nos habían indicado los ciclistas Jesús Rodrigo y Ramiro que, en caso de duda, debíamos seguir por la vía o junto al río.

Vamos a lo seguro, si, pero caminar sobre piedras y guijarros es muy incómodo. El sol está vertical, no hay apenas sombra y debemos ponernos las gorras. La conversación languidece, Chabi se retrasa un poco y debo esperarlo de vez en cuando. Se alarga tanto la llegada a San Martín del Río que hasta pensamos haberlo pasado de largo. Nada de eso, a las 13’20 llegamos a este pueblo en medio de un sol de justicia. Menos más que Villanueva de Jiloca está cerca y en menos de media hora lo cruzamos.

Mermelada de moras …

Un poco más animados, le cuento a Chabi que se supone que en esta localidad está el origen del famoso médico medieval Arnau de Villanova, cuya cuna reclaman también valencianos y catalanes. Unos vecinos nos recomiendan tomar el camino que cruza la vía en el “puente de Hierro” tras la rambla de Horcajo, “Pero aún está lejos”, nos advierten. Por fin llegamos y volvemos a caminar junto al río, cuya frescura mitiga un poco el cansancio y el calor. Se entreven a lo lejos las torres altas del castillo de Daroca, pero el calor es agobiante y hemos terminado las reservas de agua.

Ahora le cuento a Chabi el argumento de la novela “Juan Pedro el Dallador” de Ildefonso Manuel Gil, que se desarrolla en estos mismos parajes. Todo en vano, cada vez andamos más despacio. Pero ya Daroca está cerca, llegamos al polígono industrial, hay granjas, veo también el palomar derruido del tío Quintín, alcanzamos el cruce de la carretera de Used, la fábrica de la Lozana y, por fin, la fuente de los Veinte Caños en la misma Puerta Baja de la ciudad. Nos atiborramos de agua sin querer leer un rótulo que hay al final de la fuente … por si pone que no es potable.

Un último impulso y ya estamos en la Basílica de los Corporales de Daroca, el final de nuestro “Camino”. Son las tres en punto de la tarde y está cerrada, pero es igual, una breve oración mental y regresamos en el coche que ha venido a buscarnos desde Calamocha. El termómetro marca 39º, creo que debiéramos haber salido una hora antes. Para otra vez, porque este “camino” lo vamos a volver a recorrer más veces.

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De regreso evocamos la presencia del señor de Luco con su cestita repleta de moras silvestres. ¿Para qué querrá tantas?, nos preguntamos. ¿Para hacer mermelada de moras, tal vez? Vienen entonces a nuestra memoria las estrofas de la canción de la Ronda de Boltaña del mismo nombre, que anuncian también, ¡ay!, el inminente final de nuestras vacaciones.

José Mª de Jaime

miércoles, 7 de septiembre de 2011

EN UN LUGAR DE LA MANCHA...

"[...] En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como Don Quijote los vio, dijo a su escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla, y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. ¿Qué gigantes? dijo Sancho Panza.

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Aquellos que allí ves, respondió su amo, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas [...]"

Fragmento de Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra

 

¿Acaso es de recibo el impacto visual y paisajístico de los parques eólicos de la vecina Guadalajara, que cubren ya casi 180º de la visual oeste - suroeste de la cuenca de Gallocanta?

Atrás quedará el tiempo y las fotos de cielos infinitos y puestas de sol, de grullas cruzando el horizonte, de montañas limpias. En todas saldrán gigantes.

lunes, 5 de septiembre de 2011

EL MAROJO, SEDIENTO

El verano está siendo muy seco. Entre julio y agosto, en el pluviómetro de casa (Calamocha) apenas se han recogido algo más de una veintena de litros por metro cuadrado. Esta sequedad se percibe tan pronto te alejas de las vegas y la están acusando tanto los cultivos como los montes y los ríos.

El miércoles estuve en la sierra de Pelarda y pude percibir una muestra de este estío tan reseco.

El marojo es un roble que aunque dispone de diversas adaptaciones, pierde durante su desarrollo vegetativo (primavera y verano) un buen volumen de agua mediante la transpiración ya que tiene una hoja bastante grande. Por ello, crece en los montes de naturaleza silícea que dispongan de suficientes reservas hídricas en el suelo, bien por ser estos profundos o por tratarse de sustratos con gran capacidad de retención. Y, todavía mejor, si se hallan en zonas de escasa insolación (umbrías).

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Marojo brotando a finales de mayo en Bea.

Un año de pluviometría media, a lo largo de octubre la hoja del marojo vira en pocos días del verde al amarillo para acabar seca permaneciendo sobre las ramas durante el resto del otoño y buena parte del invierno. A lo largo del inicio de la primavera caen las que han permanecido para ser reemplazadas completamente por hojas nuevas. Es decir, renueva todo el follaje pero sus hojas no caen al inicio del otoño. A esta estrategia se le llama marcescencia.

Los marojales de la sierra de Pelarda comenzaban a mostrar secas sus hojas a finales de agosto.

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La hoja del marojo se seca en pleno agosto en Olalla. Foto: Santiago Julián

Estos robles, incapaces de mantener el ritmo de transpiración que les exige la elevada superficie foliar, optan por dejarlas secar sus hojas. Este es el aspecto que ofrecían, algo insólito por estas fechas.

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Aspecto actual de un pie de marojo. Foto: Santiago Julián

Esta respuesta puede ser mantenida por la especie durante algunos años, pero si se hacen regulares los episodios  la sequedad estival a largo es posible que la permanencia de estos robles mediterráneos en entornos donde se halla en sus límites ecológicos (como las sierras del Jiloca) se vea comprometida y sean reemplazados por otras especies más tolerantes, como el rebollo y, aún mejor, la carrasca.

domingo, 4 de septiembre de 2011

EL CAMINO DE LOS CORPORALES DE DAROCA (I)

Recibimos un par de colaboraciones sobre una misma e interesante iniciativa que fue muy importante durante la Edad Media pero que después cayó en decadencia hasta desaparecer. Dos intrépidos aventureros (tío y sobrino) la han realizado durante los últimos días de agosto para iniciar así su recuperación. Publicamos ambos testimonios:

El pasado martes 23 de agosto, mi tío Chema y yo hicimos la peregrinación de los Corporales de Daroca. Salimos de Calamocha a las 8:00 de la mañana y tomamos el camino se dirige a Luco. Pasamos la fábrica de mantas y al comienzo de este se podía observar una hilera de chopos cabeceros y azarollos a cada lado de este. También se observaban campos de cultivo a ambos lados del camino, siendo sobre todo maíz. Un poco más adelante, llegando ya al paraje de El Tormo, en el lado izquierdo se podían observar grandes carrizos alrededor de una acequia. Continuamos el sendero y desaparecieron los chopos, ya que el camino se alejaba un poco del río. Nos pasamos a la ruta del Camino del Cid y el Camino de la Vera Cruz, que era un camino que iba paralelo al río y a la vía del tren vieja. Durante ese tramo, como en casi todo el camino, teníamos el secano a nuestra izquierda y el regadío a nuestra derecha, debido a que esta más cerca del río.

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Continuamos por esa senda todo el rato, viendo cada poco tiempo indicaciones de GR, del Camino del Cid y del Camino de la Vera Cruz. Poco a poco el camino se fue acercando más al río, de hecho llegando ya a la Virgen del Rosario, a 6 kilómetros de Calamocha, nos encontramos una pequeña culebra de agua muerta, que se la estaban comiendo las hormigas. Llegamos a la Virgen del Rosario y cogimos el camino que llevaba a Luco de Jiloca. Durante este camino encontramos un par de grandes choperas que las habían plantado para obtener madera, ya que se podían ver varios troncos cortados, pero hacían que el ambiente fuese más fresco. También vimos abundantes cultivos de girasol y trigo y algunos carrizales en las veras del río. Llegando ya al pueblo vimos volando una garza real que bajaba al río, el cual iba al lado del camino.

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Una vez que llegamos a Luco, cogimos el camino a Burbáguena, indicado por un cartel. Este seguía siendo el del Cid y el de la Vera Cruz, y seguía estando marcado por un GR. Pasamos un par de choperas, y además pudimos ver un campo con gran cantidad de colmenas. Al poco rato el paisaje empezó a cambiar. Las choperas, a pesar de que seguíamos al lado del río, fueron desapareciendo, y empezamos a ver plantas que necesitaban mucha agua, como los juncos. Continuamos el sendero y empezamos a ver muchas zarzamoras en las que ya se veían algunas moras maduras para comer. El camino fue así hasta que llegamos a Báguena a 3,3 km de Burbáguena.

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Cuando salimos de Báguena el sol ya pegaba fuerte y cogimos un camino que estaba un poco escondido, que tenía cerca el río y los chopos cabeceros, pero alrededor del camino solo había cultivos de secano. Al rato se separó un poco del río hasta que llegamos a un secarral, y como el camino se alejaba mucho del río, decidimos dejar el camino del Cid y el de la Vera Cruz y bajamos a la antigua vía del tren.

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En ella tuvimos cultivos de secano a ambos lados. También teníamos acacias a ambos lados que se usaban para mantener los arcenes de las vías y entre las calizas que formaban el suelo de la vía crecían espinos y zarzamoras.

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Este fue el paisaje que vimos hasta llegar a Daroca.

Chabi de Jaime Soguero (Estudiante)