Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

jueves, 29 de diciembre de 2011

LAS SARGUERAS, LOS SAUCES DE LAS RAMBLAS

A los humanos nos gustan los árboles. Sobre todo los árboles grandes y, especialmente, aquellos por los que podemos trepar para acceder a sus ramas y elevarnos sobre el suelo. En que podemos, nos subimos a un árbol. Tal vez sea una herencia recibida de nuestros antepasados, aquellos primates arborícolas africanos de los que surgieron los primeros homínidos bípedos. Puede que eso explique la tendencia que tienen muchos niños a dibujar trasmochos cuando quieren expresar su modelo de árbol.

Por eso cuando recorremos las riberas nos llaman la atención los árboles. Con frecuencia no apreciamos a los arbustos y otras plantas que los acompañan y que desempeñan funciones ecológicas muy importantes. Esto suele ocurrir con las sargas.

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En esta parte de la cordillera Ibérica son comunes cuatro especies de Salix. El sabimbre o sauce blanco (Salix alba) es el único arbóreo. El sargatillo o sarga negra (Salix atrocinerea) es un arbusto alto, pues fácilmente alcanza los ocho metros de altura. En cambio, las sargueras o sargas (Salix purpurea y S. eleagnos) son matas que con dificultad supera los seis metros.

A esta última queremos dedicar este artículo.

Se trata de un arbusto densamente ramificado que mide de uno a seis metros de talla. Tienen un aspecto globoso y tiende aSus hojas, muy numerosas, resultan inconfundibles. Tienen un breve peciolo y un limbo muy estrecho (0,4-0,8 cm. ) y alargado (2-10 cm.). Tienen un haz verde brillante y un envés blanquecino por la gran abundancia de pelillos. El borde tiene pequeños dientecillos y está algo vuelto hacia adentro.

Ramilla de Salix eleagnos Foto: Enzo de Santis

Florecen marzo abril antes de la salida de la hoja produciendo una inflorescencia tipo amento que es pequeña y erecta.

Encuentra su hábitat en los cursos de agua estacionales con sustratos de gravas y cascajares. Estos ambientes son muy comunes en las cabeceras de los barrancos que alimentan los pequeños ríos de la Ibérica. Aunque la bibliografía refiere una preferencia sobre suelos ricos en bases (carbonatos), en nuestra zona es muy común en ramblas con guijarros silíceos.

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Es una especie propia del centro y sur de Europa, Asia Menor y norte de África. En la península Ibérica en más común en la mitad oriental encontrándose desde en los arroyos desde el piso termomeditarráneo hasta el supra, donde podemos verla en nuestra tierra en las cuencas del Pancrudo, Martín, Aguas Vivas, Alfambra o Guadalope.

Estos sistemas fluviales pueden mostrarse secos en superficie durante la mayor parte del año. Sin embargo, desde el otoño hasta el final de primavera suelen mantener una circulación subálvea entre las gravas a la que pueden acceder las raíces de la sarguera. Su profundidad les permite sobrellevar el descenso del freático durante el estío. Su desarrollo soportar la violencia de las avenidas durante los episodios de lluvias torrenciales en los que, la erosión puede retirar parte del sustrato sobre el que se asienta la planta, antes de que se deposite el nuevo aporte de acarreos.

Por otra parte, el escaso grosor de las ramas y su extraordinaria flexibilidad le permiten eludir o soportar el impacto de los guijarros sobre la parte leñosa. Aún con todo, el desprendimiento de ramillas durante las crecidas favorece la dispersión de los propágulos y la colonización de los cascajales depositados al cabo de la misma.

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En nuestra juventud, José Manuel González nos enseñaba en los sargales del Mijares el papel de estos arbustos en la retención  de restos leñosos que, posteriormente son descompuestos aportando materia orgánica a estos inestables sistemas lo que favorece la entrada de plantas propias de estadíos más avanzados en la sucesión que también se benefician por su sombreado. Nuestro amigo gusta decir que las sargueras son los riñones de los ríos.

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Estas matas ramosas, casi un gris y discreto decorado de nuestras ramblas, desarrollan procesos muy importantes en el funcionamiento de estos singulares sistemas fluviales tan propios de la región mediterránea.

domingo, 25 de diciembre de 2011

MUSGO NAVIDEÑO

Cuando llega esta época recuerdo con cierta nostalgia las tardes al sol del “barrio arriba”, antes y después del colegio, en busca de muretes donde poder coger algo de musgo para el Belén. Eran días brillantes, Navidad y vacaciones ya cercanas, la magia lo cubre todo a esa edad y la vida se adorna tanto que nunca jamás se olvida.

Los inviernos eran genuinos y las heladas nocturnas y las mañanas de niebla creaban condiciones de humedad propicias para la aparición de los briófitos que meses antes con los calores eran aparentemente inexistentes. Dondequiera que se asienten, los musgos requieren humedad para sobrevivir debido al tamaño pequeño y a lo delgado de sus tejidos, la carencia de cutícula (cubierta cerosa para prevenir pérdida de agua), y la necesidad de agua para que ocurra la fertilización. Muchos pueden sobrevivir desecados, recobrando todas sus funciones al cabo de algunas horas de ser rehidratados.

En umbrías, junto al río y la acequia de la Cangrejera y casi siempre en exposiciones norte, allí donde hubiese algo de roca o un murete ya viejo (incluso en cemento) podía encontrarlo. En días fríos la helada permanecía todo el día en estas zonas. Apenas caía la tarde y ya era misión imposible arrancarlo pues musgo y suelo formaban un ente indivisible de puro hielo.

Observa esta foto invernal del suelo en el hayedo del Moncayo:

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En el hayedo los musgos cubren mucha más superficie de suelo. El ambiente más húmedo (propio de estas altitudes y exposiciones, así como de la naturaleza del arbolado, que deja pasar poca luz en su etapa vegetativa) propicia la aparición de una capa bien tupida de estos musgos, que no tienen nada que ver con los que vemos por los alrededores de nuestros pueblos. La poca antropización actual del medio crea también las mejores condiciones para el establecimiento de esta cobertura con aspecto suave y almohadillado.

Los musgos, aunque en principio carecen de protección legal, no deben utilizarse para adornar, ya que retienen gran cantidad de agua y crean un microambiente favorable para la germinación de semillas, por ejemplo. Una alternativa es sustituirlos por hojas secas y otros materiales naturales como piedras, palitos, ramas, etc.

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¿Quiere decir esto que no podemos coger musgo para los Belenes? Pues hombre, esto como en todo, depende de la cantidad y del sentido común de cada uno. Por coger un poco tampoco pasa nada…

Lo principal y más valioso es poder seguir viendo la barba verde en nuestros viejos tapiales, muretes y rocallas. Incluso sobre nuestros árboles más emblemáticos.

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¡FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!

miércoles, 21 de diciembre de 2011

CONTINUA LA ESCAMONDA DE ÁRBOLES TRASMOCHOS EN LA LAGUNA DE GALLOCANTA

Durante las últimas semanas de noviembre y hasta mitad de diciembre se han estado realizando trabajos de escamonda de chopos en la Laguna de Gallocanta, concretamente en dos zonas del término municipal de Las Cuerlas, en la parte de huerta ubicada al lado del pueblo, y a las afueras del mismo, junto a la carretera que va hacia Bello
 

Estos árboles fueron plantados por los propietarios de los huertos y campos de cultivo en los que se ubican hace decenas de años para utilizar su madera principalmente para la obtención de vigas. Una vez que este tipo de madera ya no fue útil se dejaron de realizar estas tareas provocando que las ramas de los mismos se engrosen progresivamente pudiendo llegar a partirse causando daños al árbol.

Según los vecinos de Las Cuerlas la mayoría de estos árboles llevaban al menos 20 años sin podarse lo que ha hecho que muchos de ellos hayan terminando con ramas desgajadas y secándose. Sin embargo, debido a que la mayor parte de los pies podados se encontraban en buen estado, este "descabezado" permitirá que puedan volver a desarrollarse nuevas ramas y por tanto aumentar la longevidad de los chopos

Desde la oficina de la Reserva Natural de la Laguna de Gallocanta ya se pusieron en marcha trabajos para la conservación del los árboles trasmochos de este Espacio Natural Protegido en 2010, cuando se escamondaron chopos y sauces en el paraje de El Cañizar de Tornos así como el la Fuente de los Haces en el término municipal de Berrueco. El objetivo es seguir con estas tareas de poda en las zonas que todavía faltan dentro del ENP.

ARQUETAS DE REGISTRO, TRAMPAS MORTALES PARA LOS ANFIBIOS

En Perales del Alfambra, muy cerca de la preciosa ermita de Santa Bárbara, hay una pequeña balsa en pleno secano cerealista. Hace de colector de dos acequias: la de los Trigales de las Cañadas (que procede de la masada de Villarrubio) y la de la Vega (que recoge las aguas que le llegan de Fuentes Calientes y desde Cañada Vellida.

Tiene los márgenes recrecidos y funciona como un abrevadero para los ganados de la zona, antaño tan importantes y famosos en esta comarca. Una arqueta de obra protege un sistema de tubería y llaves de registro que regulan la distribución del agua que recibe este humedal.

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Con esa curiosidad que nos caracteriza a los humanos levantamos su tapadera mediante una recia cuerda para ver su interior pues en muchos casos se encuentran pequeños animales protegidos de la sequedad o de las bajas temperaturas.

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En el fondo, entre los tubos y las llaves encontramos los restos de numerosas ranas comunes. Contamos cuarenta y ocho.

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Eran ejemplares adultos, de buen tamaño, que estaban ya secos y tiesos. El desarrollo de hongos (¿o bacterias?) descomponedores sobre su piel les confería un color amarillento sobrevenido. Nos sorprendió que no fueran insectos carroñeros los que hubieran dado cuenta de los tejidos de estos cadáveres. Tal vez no resulte de su agrado un ambiente fresco y oscuro. No sabemos.

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Algunas de las ranas de la charca accederían a la arqueta por el orificio y, una vez dentro, serían ya incapaces de superar el metro largo de pared vertical funcionando este hueco en el suelo como un sumidero.

Y no solo para las ranas, pues también encontramos un sapo común, nuestro zapo . Este tuvo más suerte con nuestro encuentro. José Antonio lo sacó y lo depositó cerca de la orilla. A pesar de lo que aparente en la foto, estaba muy flaco, casi en los huesos.

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En cuatro zancadas se zambulló en el agua de la charca. Nos quedamos con la duda de si sobrellevaría la inminente helada de la noche. Seguramente la temperatura del fango del fondo, unos cuatro grados, será algo más agradable que los varios grados bajo cero de la superficie del suelo.

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En cualquier caso, ahora ya tenía más opciones para elegir su destino.

sábado, 17 de diciembre de 2011

MADERA VIVA (TAMBIÉN LA MUERTA)

En mayo de este año hicimos un viaje al Monasterio de Piedra. A la entrada unos viejos árboles llamaron nuestra atención.

Se trataba de unos viejos fresnos que habían sido podados (más bien terciados) hacía ya tiempo, como podía verse a juzgar por el tamaño y el estado de las ramas cortadas.

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Los cortes fueron tan grandes que el árbol debió tardar en responder, pero finalmente lo hizo. Un solo corte mal hecho en una rama gruesa provocó la pudrición del tronco, casi por completo. Además, ramas que podrían parecer sanas, pueden romperse en cualquier momento.

El árbol comenzó a  cubrir y cicatrizar esa herida produciendo un gran labio cicatrizante y aislando la madera muerta afectada, un proceso denominado compartimentación. En este proceso puede verse como prácticamente el árbol vivo engulle al muerto.

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Las cavidades y troncos huecos no hace falta ni limpiarlas ni rellenarlas. Hoy en día, se ha descubierto que el agua que queda retenida en ellas ayuda a prevenir la formación de hongos. También recomiendan los expertos no cubrir las heridas con ninguna pasta ni pintura "cicatrizante", ni barro (lleva microorganismos) ni pastas a base de fungicidas, insecticidas y hormonas, ni derivados de hidrocarburos, que causan más daño al árbol que ayuda. Lo más importante es dar un corte limpio.

Conocer las técnicas de arboricultura moderna y cirugía arbórea es fundamental para prevenir cualquier daño que, por otra parte, provoca la aparición de organismos igualmente interesantes e importantes en el ecosistema, que aportan biodiversidad.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

BECADAS EN EL PÁRAMO

El Campo de Visiedo es de una zona de la cordillera Ibérica que está dotada de una mayor identidad paisajística y cultural. Estas enormes planicies quedan comprendidas entre las sierras de Lidón y Palomera, que las separan del valle del Jiloca, las estribaciones meridionales de las serranías de la Cuenca Minera (que conforman los altos Pancrudo y Martín) y el valle del Alfambra que las diseccionan por el este.

Estas tierras altas, definidas geográfica e incluso administrativamente como altiplano, ofrecen unos paisajes abiertos, formados por amplias llanadas en las que se intercalan suaves lomas, donde el uso agrario (cereal de secano y ganadería extensiva de ovino) ha sido hegemónico. La deforestación es extrema en las zonas no laboreadas donde tan solo quedan unos mínimos retazos de carrascal salpicando los amplios páramos con erizón y otras pequeñas matas, bien adaptadas a la insolación, la sequedad, el viento, el frío y el sobrepastoreo.

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La red fluvial es casi inapreciable en la mayor parte del Campo Visiedo pues el relieve plano y la naturaleza caliza del sustrato promueven la infiltración del agua de las precipitaciones. Tan solo en su sector oriental, el afloramiento de las impermeables arcillas miocenas y la proximidad del río Alfambra permite formar una serie de profundas y cortas ramblas de pronunciada pendiente.

Y en este entorno, ¿es posible encontrar una especie de afinidad tan eurosiberiana como la becada?

Imagen tomada de Mundo Cinegético

Hablemos un poco sobre este limícola.

La becada o chocha perdiz es un ave de notable volumen corporal, plumaje barrado y largo pico que habita en los bosques del Paleártico, desde las Islas Británicas hasta el este de Siberia y Japón. En Europa nidifica en la fachada atlántica y en los países del centro y norte, sin alcanzar la tundra, donde selecciona los bosques de hoja caduca y de coníferas, pero también los matorrales y prados siempre que disponga de suelos ricos en materia orgánica en descomposición donde encuentra su alimento, lombrices y larvas de insectos, fundamentalmente. En la península Ibérica mantiene una pequeña población nidificante en la cordillera Cantábrica, los Pirineos y el norte de la Ibérica, aunque está confirmada su cría en el Moncayo y el los Montes Universales.

Durante el otoño las poblaciones escandinavas, centroeuropeas y siberianas se desplazan hacia la cuenca mediterránea pero también hacia los países atlánticos, tan pronto acontecen las primeras heladas y se comienza a congelar el suelo, lo que dificulta la búsqueda de alimento.

Imagen tomada de Scolopax Sin Fronteras

La becada es un ave intensamente perseguida en sus zonas de invernada. Como referencia, se estima que la población europea invernal (tras la cría) es de entre diez y quince millones de ejemplares siendo cazados entre 2.600.000 y 3.700.000 ejemplares.

Caza de la becada (Scolopa rusticola)

Imagen tomada de Scolopax Sin Fronteras

El interés por la especie es tal que se están realizados programas de seguimiento mediante aves marcadas con emisores. Estos están aportando datos sorprendentes sobre su migración, las zonas de cría y las dinámicas poblacionales. Es muy interesante conocer las experiencias realizadas por el Club de Cazadores de Becadas en su página Scolopax Sin Fronteras.

En el sur de la cordillera Ibérica las poblaciones invernantes de este limícola forestal son escasas. Puede vérsele en los márgenes de los robledales próximos a praderas como en los sotos con abundante vegetación arbustivas, pero siempre que el humus sea abundante y las heladas no sean demasiado rigurosas.

El pasado día 20 de noviembre recorría con José Antonio un pequeño arroyo de la parte norte del Campo Visiedo. Se trataba de un conjunto de manantiales donde crecían frondosos chopos y sauces trasmochos, además de sargatillos, espinos y zarzales.

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Los árboles y ramas caídas formaban una maraña inaccesible y la hiedra terminaba de tapizar el suelo.

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De repente, casi bajo nuestros pies, una becada levantó desde el suelo con un vigoroso vuelo vertical y se alejó a través del ramaje. Fue una imagen fugaz pero suficiente para observar su cuerpo rechoncho y su largo pico.

Foto tomada de Wildlife Photography

Esa misma jornada, en otro pequeño arroyo con caudal tras las últimas lluvias, también al pie de otros viejos álamos, pero en un entorno de campos de cereal, pequeños prados y páramos calizos, nos volvió a salir otra chocha perdiz. En una jornada dos ejemplares.

Hasta ahora no habíamos observado ninguna. Cierto que octubre vino muy seco aunque al parecer, esta jornada parece coincidir con el establecido primer pico de la arribada de becadas invernantes a la península Ibérica y que corresponden a las poblaciones siberianas, rusas y bálticas (migración de largo recorrido). El segundo pico ocurre a lo largo de diciembre y afecta a las poblaciones atlánticas y centroeuropeas (migración de corto recorrido).

Así pues, ¿podrían tratarse de becadas escandinavas, rusas o siberianas? Resulta impresionante pensar en ello.

En cualquier caso, lo que sí que es evidente es la importancia de mantener un grado de naturalidad en nuestros campos y montes al considerar su gestión. Los matorrales cerrados, los zarzales densos, las zonas con ramas caídas suelen considerarse “monte sucio” que exige su limpieza para facilitar nuestro tránsito y mantener nuestro modelo antropizado de campo. Es muy empleada la cantinela “hay que limpiar el monte”. Y no faltan medios para mantener cuadrillas.

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Hace unos años sabíamos de una becada que invernaba en un soto muy bien conservado de El Poyo del Cid. Una cuadrilla forestal eliminó las zarzas, retiró las ramas caídas y aclaró los sargatillos. La becada dejó de verse.

Una cosa es lo que nos gusta y otra muy distinta puede ser lo que la Naturaleza precisa. Ya se sabe, gestionar la Naturaleza siempre favorece a unas especies y perjudica a otras. Pero hay que pensar en términos de madurez de ambientes naturales. Y la becada es un buen indicador de condiciones de naturalidad.

En estos entornos tan deforestados, estos chumarriales emboscados y enzarzados son verdaderas islas. Y en ellas, y solo en ellas, viven sus respectivos náufragos ….

lunes, 12 de diciembre de 2011

ENTRE CARRASCAS…

El pasado 20 de noviembre hicimos una sana caminata por el carrascal de la Cañada de Santa Bárbara. Es un camino ideal para practicar un deporte muy de moda hoy en día: el “Nordic Walking” o también llamado “marcha nórdica”. Vamos, el paseo por el monte de toda la vida, aunque en lugar de un sólo palo o gayata de apoyo se emplean 2 bastones con los que se van ejercitando brazos mediante pequeños impulsos y siguiendo el ritmo de las piernas, resultando un deporte muy completo en el que se ejercitan todas las extremidades.

La mañana era fría, algo ventosa e incluso se escaparon algunas gotas. El cielo encapotado y el silencio del carrascal sólo se rompía al ritmo de nuestros pasos.

La caminata comienza junto a la carretera que une Torralba con Calamocha. En el cruce con la rambla del Rebollar sale nuestro camino hacia el sur, siendo su recorrido muy suave, bordeando la mole cuarcítica de Valdellosa – el Peñón de los Soldados, la célebre montaña calamochina.


Ver mapa más grande

El camino sigue la ladera a una altitud entre 1100 y 1200 metros descendiendo luego hasta los 950 metros a medida que nos acercamos al Cerro de San Esteban o “cerro de El Poyo”. El camino es bueno, muy poco pedregoso con bancos de arena fina resultado de la erosión de los relieves superiores (se trata de la zona baja de los relieves montañosos cuarcíticos, formados por conglomerados mixtos sin cementar y brechas sueltas con matriz limo arcillosa) lo que facilita el impulso de los bastones.

Esta zona escapó a las repoblaciones de coníferas y a las roturaciones vecinas y actualmente nos encontramos con un encinar de mediana talla, algo adehesado en las inmediaciones del camino (resultado de antiguos aprovechamientos o fajas auxiliares) con algunos ejemplares que empiezan a ser notables.

En el sotobosque nos encontramos fundamentalmente la jara (Cistus laurifolius), tomillo, biércol e incluso algunos ejemplares dispersos de jara blanca, entre otras especies.

Tras el paso de una cuadrilla de quads que disminuyen la marcha al vernos, y cuyo sonido lejano se prolonga durante varios minutos, unas matas de jara nos llaman la atención:

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Su color es negro, como el color ceniciento tras el paso de un incendio. Pero no se ve rastro de fuego en el resto de vegetación… nos acercamos:

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Lo observamos con detalle: han sido víctimas de algún organismo… ¿cual?

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Se ven claramente unas pupas blancas abiertas adheridas a tallos y ramas por toda la planta. ¿Qué fue primero? ¿fue un hongo o fue el insecto?

Parecen pupas de coccidos, comúnmente llamados cochinillas. Seguramente entre los daños directos sufridos por estas matas se encuentran las necrosis debidas a la introducción del pico de estos pequeños organismos en los tejidos de la planta, y entre los indirectos, el marchitamiento de hojas y ramas y el debilitamiento general del individuo debido a la extracción de savia del hospedante. En algunos casos producen abundante cantidad de melaza que favorece la aparición de negrilla (hongos del género Capnodium) sobre la planta, originando pérdida de superficie foliar fotosintética y la apariencia actual de estas jaras.

sábado, 10 de diciembre de 2011

MOLUSCOS EN UN SOTO DEL JILOCA

Todos los naturalistas tenemos curiosidad por cualquier forma de vida silvestre. Ahora bien, la mayoría acabamos dedicando casi todo nuestro tiempo y energía a observar, estudiar y promover la conservación de la fauna, sobre todo, de los vertebrados. Y aún diría más, de las aves y de los mamíferos.

Dentro de los invertebrados, son pocos los estudiosos de los insectos, organismos que al resto de los mortales nos llaman la atención solo si son grandes.

Es decir, dedicamos nuestra atención a lo que se mueve deprisa y se puede ver bien. Como los niños.

En Aragón, sin una facultad de Biología o sin un potente museo de Historia Natural detrás, este déficit es todavía más acusado. Las asociaciones naturalistas, con más voluntad que medios, llegan hasta donde pueden pues adolecen de la formación previa y de proyectos globales y a largo plazo.

Sin embargo, esta tierra es también en eso un poco singular. El entusiasmo y el tesón de algunas personas, casi siempre autodidactas, ha promovido la creación y mantenimiento de algunas entidades tan prestigiosas como es la Sociedad Entomológica Aragonesa.

Y no es fácil cambiar estas tendencias pero siempre hay quien lo intenta. De uno de estos casos es de lo que quiero hablar hoy.

Hace poco más de un mes fue presentada durante la feria de Todos los Santos el nº 39 de Xiloca, revista del Centro de Estudios del Jiloca

En sus páginas fue publicado el artículo “Moluscos del parque  municipal de Calamocha” del que son autores María Gómez Sebastián (ex-alumna del IES Valle del Jiloca) y Rodrigo Pérez Grijalvo, su profesor de Biología y Geología.

Se trata de un catálogo de las especies de moluscos que han sido encontradas por los alumnos de Secundaria de este profesor desde hace varios años. En concreto, cada uno de los grupos realiza tres visitas (una por trimestre) al parque municipal durante unas tres horas.

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Por equipos se reparten cada uno de los cinco ambientes ecológicos de este paraje: plantas leñosas, plantas herbáceas, hojarasca, rocas medios acuáticos. Y recolectan los diferentes ejemplares de invertebrados que encuentran.

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Tiene una evidente finalidad didáctica: reconocer los principales taxones de invertebrados que habitan en los medios continentales de nuestra zona. Pero, además, persigue otros objetivos de naturaleza metodológica y actitudinal. Vamos, que es muy completa.

Las muestras son fotografiadas y las imágenes enviadas a especialistas que ayudan a su reconocimiento pues son grupos complejos que requieren mucha experiencia para ser determinados. Tras la toma de fotos, los animales son liberados en el terreno.

María Gómez, a partir de los datos recogidos por los grupos desde el año 2008 y con la ayuda de Rodrigo, ha realizado una caracterización de la comunidad de moluscos de este paraje natural. El trabajo, tras enunciar sus objetivos, realiza una breve descripción de la zona estudiada y del método empleado, desglosando después a modo de fichas la descripción, ecología y biogeografía de las trece especies de moluscos que han sido localizados en las prospecciones.

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Como puede verse, todos son gasterópodos. Es decir, caracoles y babosas. Muchos son propios de ambientes terrestres, pero los hay también de medios acuáticos.

No es un listado cerrado pues se trata del avance de una prospección poco exhaustiva. Pero ya es suficiente para aventurar el valor ambiental de este espacio público, intensamente humanizado, pero en el que se conservan algunos rincones dotados de una gran naturalidad.

Esta experiencia educativa ha servido para conocer la segunda localidad mundial del gasterópodo Pseudamnicola hinzi (y primera en la comarca del Jiloca), pequeño caracol propio de aguas limpias, oxigenadas y tranquilas que habita en alguno de sus manantiales. En su día dedicamos una entrada a este hallazgo.

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Pseudamnicola hinzi. Foto tomada por Diana Delicado.

Vemos pues que además de su utilidad didáctica, esta experiencia educativa está aportando información de alto interés científico.

Y, por otra parte, su conocimiento nos emplaza a los vecinos de Calamocha y, especialmente a su Ayuntamiento (entidad que lo gestiona) a proteger y conservar los valores naturales que atesora el parque de la Huerta Grande para preservar su biodiversidad. Es nuestra responsabilidad.

A este trabajo dedicamos uno de los capítulos de “En el rebollar”, programa de Naturaleza y Medio Ambiente de la emisora Onda Cero Calamocha.

martes, 6 de diciembre de 2011

MAÑANA OTOÑAL EN GALLOCANTA

Aún no me había podido acercar este otoño a Gallocanta. La semana anterior la Fiesta de las Grullas fue un completo éxito y el personal disfrutó con las miles de zancudas entrando a los dormideros. Días después Carmina nos informaba que hay cerca de 29.000 grullas en Gallocanta. Es la llamada. 

Madrugo pero no tanto como para ver la salida. Pequeños grupos me reciben antes de llegar a Tornos. Otros vuelan hacia los campos de Castejón.

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La tierra empapada por las últimas lluvias se muestra oscura en las labores y contrasta con el tono pajizo de los rastrojos aún sin mover por la prolongada sequía del final del verano y principio de otoño.

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Antes de desviarme hacia el observatorio de los Lagunazos de Tornos veo descansar sobre un labrado un bando de cerca de quinientas grullas. Están muy cerca de la carretera. Se nota que los grulleros han madrugado poco y no las han levantado.

La orla periférica de los prados salinos en estos Lagunazos muestra la espléndida pradera de Agropyron pungens que se extiende hasta casi la orilla. Al fondo, se atisba el rojizo otoñal de la mamellada ya al final de su ciclo anual. Como corresponde al inicio de la inundación (confiemos…) de la laguna, este sector, al ser el más somero se encuentra seco.

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Por la margen derecha voy llegando a la parte de Tobeñas por un camino algo embarrado. Algunos bandos de grullas diseminadas aquí y allá. La laguna muestra la sequedad del verano y el otoño. El tapete de algas está empapado y la sal no brilla. Pero tampoco ha llegado el agua que solo se ve como un reflejo lejano hacia el norte.

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Y tampoco se ve el agua más cerca de Gallocanta.

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Los caños que drenan los montes de Berrueco aún bajan secos. Falta mucho para que se saturen y comiencen a aportar agua a la laguna. El contraste de los herbazales de sus márgenes con las labores próximas son de una gran belleza.

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En la cuenca de Gallocanta, donde el año y vez ha pasado al recuerdo, en otras temporadas, con las primeras lluvias de septiembre, los rastrojos desaparecían en una semana al ser completamente labrados…. y las grullas acusaban la falta de alimento. Este otoño tan seco no ha permitido labrar hasta finales primeros de noviembre. Aún se veían amplios rastrojos.

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Paso de largo por Gallocanta y me acerco hacia el observatorio de la Virgen del Buen Acuerdo. Una familia formada por los dos adultos y sus dos crías descansa junto al camino. Tranquilos se mueven por el ribazo y el campo contiguo, sin mostrar el recelo tan propio de la especie. Están tan cerca que a los adultos se les ve muy bien el precioso plumaje de la cabeza

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Grullas en los prados de Bello. Foto de Rodrigo Pérez

El Lagunazo de Gallocanta ya ofrece algo de agua en la zona central del vaso aunque en su periferia todavía no ha llegado. Son sólo unos centímetros aunque el resto ya está empapado. Ausencia de aves acuáticas.

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Pero ya se barrunta estrapalucio patero en los Ojos de Las Cuerlas. Hacia allá voy.

En el camino, muy cerca de los Ojos, un bando de unos trescientos pajareles (pardillos comunes) está sobre un labrado. Algo así como esta preciosa foto tomada de DJS Photography, pero sin nieve. El contraste entre el gris del extremo alar y el marrón vivo del resto del plumaje era muy destacable.

Entre ellos hay cardelinas y alguna chillandra. Inquietos levantan el vuelo al unísono creando uno o dos bandos que se mueven coordinados como si fuera una gigantesca ameba. Al poco recalan en el campo y vuelven a recorrer la tierra fresca picotando supongo que pequeñas semillas arvenses. ¿Son simientes de plantas silvestres del banco de semillas? ¿Son restos de las semillas sembradas? No sé. Pero sorprende la fijación del bando en ese concreto lugar.

Desde el observatorio de Las Cuerlas es donde el nivel del agua es mayor y también las concentraciones de aves acuáticas. La luz es muy buena. Tras los carrizos litorales descansan varios miles de patos finos (azulones) que se extienden hacia los Ojos. Hay también algún ciento de tarros blancos, recién llegados por lo que me cuentan. Y, a lo lejos, casi un millar de pequeñas cercetas comunes, tan pequeñicas, tan majas. Una mirada detallada, que casi no puedo dar, permite encontrar algún ánade friso, rabudo o cuchara. Pero poco abundantes.

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Patos finos o azulones. Foto: Rodrigo Pérez

Por toda la cuenca, el parque de maquinaria agrícola al completo aprovecha el tempero para labrar, sembrar o pasar el cultivado según corresponda.

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Vuelvo hacia Gallocanta y me detengo en el arroyo de Santed. Un pequeño caudal discurre por su cauce bajo el dosel de los sabimbres.

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Si las lluvias siguen en su cabecera ….

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….. continuará el régimen de llenado, la alegría de los agricultores y la llegada de aves acuáticas.

A ver si este invierno se nos llena un poco.