La primavera ha sido muy seca en las tierras del Jiloca. El final de marzo, casi todo abril y buena parte de mayo, meses clave para la vida silvestre y para el campo, han dejado un registro de precipitaciones muy inferior a la media de otros años.
El martes 16 de mayo estuvimos preparando el itinerario de Paseos Xiloca por la Paramera de Blancas para el domingo 21 de mayo. El suelo estaba seco, las plantas aguantaban como podían el calor y rápida desaparición de las reservas hídricas de la tierra, agotadas ya al mínimo. Son los días del máximo de transpiración, los días de máxima superficie foliar. Son los días de máxima necesidad para producir semillas. Este año ha sido difícil y es el último de una serie de tres años particularmente secos en esta parte de Aragón.
Los toyagos hace semanas que florecieron. Ya no destacaban en el paisaje vegetal. No se veían frutos en las ramas. Un año de pocas semillas. Habrá que esperar otro mejor. Paciencia y a barajar.
Los toyagos hace semanas que florecieron. Ya no destacaban en el paisaje vegetal. No se veían frutos en las ramas. Un año de pocas semillas. Habrá que esperar otro mejor. Paciencia y a barajar.
Los gamones habían invertido las reservas hídrica en desarrollar los frutos de las flores inferiores de la inflorescencia dejando a su suerte las flores superiores que se mostraban sin cuajar en su mayor parte.
Lo comentábamos mientras recorríamos los 11,8 kilómetros de este sendero marcado por la Comarca del Jiloca. Una buena idea pues posibilita un recorrido fácil mostrando los valores naturales y culturales de este espacio singular a los aficionados al paseo y a los paisajes del Jiloca.
Probablemente habrán crecido varios centímetros por día. ¡Que funcionamiento el de estas plantas!
Pilar adelantó que se pronosticaba lluvia para el jueves 18. Cuatro gotas, pensé yo. Y me equivoqué. Ese jueves, estuvo lloviendo con gana toda la mañana. Casi una veintena de litros. ¡Qué bueno!
El domingo nos pusimos en ruta. Al poco rato Antonio hizo una interesante observación. Los cardos, que el martes casi no llamaban la atención, en pocos días, habían crecido notablemente tras la lluvia del jueves.
El cardo setero ya estaba preparando su espinosa inflorescencia ...
y esta otra especie cardo ya la tenía preparada ...
Y otras muchas pequeñas plantas leñosas, que cinco días antes, estaban apagadas y que pasaban desapercibidas, el domingo florecían radiantes por el efecto de la lluvia. Se trataba de aprovechar ese recurso temporal que oportunamente había caído del cielo y que no se sabe si va a tener continuidad. De hecho, desde entonces, en los últimos diez días, no ha vuelto a llover.
La loma era una extenso y original rocalla jardinera ofreciendo sus mejores galas con plantas de la familia de las Compuestas (o Asteráceas) ...
los linos azules completaban su claros ramilletes ...
los pequeños geranios que crecían junto al sendero ...
las caberuelas (Cistáceas) ...
las correhuelas (Convolvuláceas) ...
las orugas (Crucíferas) ...
todo un espectáculo de colores ...
A tal punto que algunas de estas modestas plantas llegaban a ser parte del paisaje, como estas gramíneas de espigas rojizas ...
o esta reseda (Resedáceas) ...
Otras plantas, en cambio, seguían otras estrategias, a justadas a otros ritmos de desarrollo, como las salvias anuales ...
o estas Crasuláceas que acopiaban agua en sus hojas ...
La paramera es un paraje que recoge casi las mismas precipitaciones que los vecinos rebollares del mismo término de Blancas. Sin embargo, en el primer caso el agua se infiltra entre las calizas cretácicas no llegando a retenerse en el exiguo suelo. Por eso prosperan las plantas propias de ambientes áridos y que, además soportan bien la presión ganadera. No es un desierto, pero tiene algunas plantas que siguen las estrategias de ciertas plantas de lugares muy secos.