Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

martes, 1 de diciembre de 2015

POR LAS TIERRAS ALTAS DE SORIA

Nos habían dado mucha información en poco tiempo sobre el nordeste de la provincia de Soria. Pero, cuando de una zona no tienes referencias, casi todo te suena igual. Muchos nombres de muchos sitios y muchos datos de cada uno. Puerto de Oncala, divisoria entre las cuencas del Duero y del Ebro formada por montes de suave relieve y páramos. Nada más.

Una vez vez llegados a San Felices, en el alojamiento, dimos con unos folletos turísticos sobre las “Tierras Altas”. Entre otros muchos atractivos culturales e históricos, a nivel de paisaje, hablaban de pastos de montaña, de cultura ganadera trashumante, de un LIC (Oncala-Valtajeros) y de unos extensos acebales que han sido motivo de la creación de un museo propio. Sonaba bien todo. Cambio sobre la marcha. Al día siguiente iríamos a conocer estos montes.

Comarca de Tierras Altas (Soria) mapa.svg

Tierras Altas es el nombre de esta comarca soriana. Las gentes del país la llaman La Sierra. Sin más. Está situada entre la Tierra de Ágreda, El Valle y el Campo de Gómara (Soria) y las de Cameros, Arnedo y Alhama-Linares (La Rioja). Es un territorio muy despoblado. La veintena de pueblos que reúne no alcanzan los 1.800 habitantes teniendo una densidad de 2,3 habitantes/km2.  

En realidad no es una sierra. Es un conjunto de tres (Rodadero, San Miguel y Alba) que se elevan suavemente sobre unos valles situados sobre la cota de 1.200 m de altitud. Este conjunto de lomas, páramos y montes forman la transición entre las sierras de Cameros y de Cebollera con las planicies que se extienden hacia el Moncayo. Las cotas más altas están hacia  el noroeste (Ayedo, 1.721 m; Cayo, 1.709 m; Cerro Carpintero, 1.707 m; Pedriza 1.696 m). El relieve, en conjunto, tiene una dirección noroeste-sudeste.

Mapa general

Estas sierras forman parte de la divisoria de aguas entre las cuencas del Duero (hacia el suroeste, a través del río Merdancho y afluentes del Tera) y del Ebro (hacia el norte, el sur y el este, a través de el Cidacos, Linares y Alhama-Linares).

No tiene las cotas de las vecinas sierras de Urbión, Cebollera y Moncayo pero es capaz de beneficiarse del paso de las masas de aire procedente del Atlántico por lo que la pluviometría alcanza los 700 mm. No mucho para la altitud de la que hablamos, por la importancia de la continentalidad. Son tierras de inviernos largos, duros y extremados, y de veranos cortos y suaves.

En estas montañas afloran rocas sedimentarias depositadas durante el Jurásico Superior (Malm). Entre ellas predominan los afloramientos de areniscas rojas y limolitas (materiales silíceas) y, en menor medida, de calizas (materiales carbonatados).

Entramos en esta comarca remontando el río Alhama. Nos sorprendió Magaña, con su formidable castillo y la imponente iglesia de San Martín.

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Fuimos remontando el valle del río Alhama, que se iba suavizando en cabecera, entre campos con carrascas sobre sustratos de areniscas …

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en dirección a Villarraso, desde donde se tenía un bellísima estampa del Moncayo …

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El carrascal fue dando paso a un robledal de marojo en tallar conforme subíamos hacia El Pobar …

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Subimos hasta el Alto de la Serrezuela. Un páramo de calizas jurásicas que divide las dos grandes cuencas. la del Duero hacia el oeste y la del Ebro hacia el este.

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Había gente buscando setas de cardo pero no vimos ninguna aunque sí otros hongos para nosotros desconocidos y que formaban corros y cardadores, activos tras las recientes lluvias …

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Pero setas de cardo ninguna. Seguimos ruta hacia Carrascos de la Sierra. Callejeamos un poco entre casas serranas con sabor y nos acercamos a la iglesia, de torre maciza y baja, tan propia de Castilla.

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El pueblo es pequeñico pero había gente por la calle. Por lo que se decían al saludarse, casi todos vivían fuera y venían de fin de semana a dar vuelta de los huertos o del cementerio, pues habían podido venir para Todos Santos. Nos veían pasear viendo los detalles de la arquitectura popular y nos provocaban. “Os vendemos la casa. Os la dejamos barata”.

A través de campos que se extendían por el horizonte tras los cuales se levantaban las sierras que buscábamos …

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… nos dirigimos hacia Aldeaseñor.

El nombre lo dice todo. Un pequeño pueblo (otro) y una formidable fortaleza, la Casa Fuerte de los Salcedo. En realidad un palacio construido en el siglo XV junto a una torre defensiva levantada en el siglo X. Es impresionante.

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Fue restaurada por el arquitecto y dibujante Peridis para destinarla a alojamiento rural. Pero, al parecer, no funcionó como tal y ha sido vendida recientemente.

También callejeamos por el pueblo. Poco personal pero variopinto. También se notaba que estábamos en fin de semana. Y no por los viajeros, que éramos los únicos.

Frente a la fuente, en la plaza, la iglesia parroquial dedicada a Nª Sª de la Blanca, mostraba el arco románico del templo original.

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Lo supimos después. En Aldeaseñor se grabó un largometraje documental muy singular. Se titula “El cielo gira” (Mercedes Álvarez, 2005). Y ha recibido numerosos premios.

Esta es su sinopsis.

Sólo quedan 14 habitantes en el pequeño pueblo de Aldealseñor, una localidad de los páramos altos de Soria. Pertenecen a la última generación tras mil años de historia ininterrumpida, y es muy probable que la vida del pueblo se extinga con ellos. Los vecinos de este lugar comparten algo importante con el pintor, casi ciego, Pello Azkera: que las cosas han comenzado a desaparecer delante de ellos.

Es una memoria del paisaje y de las gentes de las Tierras Altas de Soria, pero con una perspectiva universal pues aborda, al tiempo, la rapidez del paso del tiempo para los humanos.

Trailer de “El cielo gira” (1’36’’)

Seguimos hacia Aldealices, entre campos y arroyos flanqueados por álamos trasmochos …

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… donde nos sorprendió su robusta ermita.

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Y continuamos camino de Castilfrío de la Sierra. Paramos a callejear el pueblo. Iglesia maja …

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con detalles, como el trinquete, la ventana abocinada o los relojes de sol.

Pueblo pequeño pero con un conjunto urbano notable. Castilfrío fue la sede de algunas de las familias señoriales que, durante siglos, controlaron los ganados de la Cañada Real Soriana Oriental con cabeza en las Tierras Altas de Soria y extremo en Ciudad Real o en Andalucía (Sevilla). Es un estilo arquitectónico propio llamado merinero, por la raza de la oveja cuya lana mantuvo la economía serrana. Abundaban las casonas de piedra, muchas de ellas con blasones. Callejear era un goce.

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En una de ellas, algo nos llamó la atención …

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La cabeza de un buda sobre un muro. Un azulejo con un escarabajo egipcio, otro con jeroglíficos … y otro con el nombre del dueño: Fernando Sánchez Dragó.

Este polifacético y polémico escritor y profesor es hijo adoptivo de Soria y acude a Castilfrío periódicamente, donde escribe, descansa, presenta libros u organiza encuentros eleusinos.

Castilfrío nos ofreció unas preciosas imágenes de sus huertos …

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… por donde bajaba un atajo de ovejas  (merinas, pensé yo tras verlas con prismáticos).

De sus robledales …

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… el suministro de leña para las gentes que permanecían durante el largo invierno.

Y del propio pueblo …

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Seguimos por Estepa de San Juan, donde encontramos las primeras vacadas …

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Y comenzamos a remontar el puerto de Oncala.

Prados que se extendían hasta las tierras de labor. Antaño, aún  más extensos. Es una dehesa boyal en la que predominan herbáceas acidófilas y que guardaba más de una sorpresa.

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Prados otoñales, apagados y pardos, aún no reverdecidos tras las recientes lluvias tras un otoño seco. Tenía un aire a las Highlandas escocesas. Amplios horizontes, suaves laderas, paisaje de montaña.

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El ganado ovino ha sido el dueño y señor de estos páramos durante al menos diez siglos.  La trashumancia ha sido el eje vital de esta comunidad humana, organizando la economía, las vidas, el paisaje … Los últimos rebaños de ovejas trashumantes se perdieron hace unos treinta y cinco años. Ahora predomina el bovino, subvencionado y que da menos trabajo. Mientras que el ovino que queda es estante.

Vimos parideras …

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… pero ningún rebaño de ovejas.

De hecho, se apreciaba el avance de los arbustos espinosos sobre los prados por la menor presión ganadera. Rosales, espinos albares, aliagas y toyagos (cambrones) …

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Pero sí algunas vacas. Y, sobre todo, sus boyanas. En plena descomposición tras las recientes lluvias.

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El LIC Oncala-Valtajeros es un espacio natural de la Red Natura 2000 que se extiende por  7.393 hectáreas de las Tierras Altas de Soria. Tiene especial valor botánico por dos aspectos.

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Por un lado, alberga una interesantísima comunidad de plantas herbáceas en los prados, con especies de óptimo eurosiberiano, como Pulsatilla rubra o Trifolium montanum, pero también una rara escoba rastrera propia del centro de Europa, como Cytisus decumbens.

 Pulsatilla rubra aumentada  Niederliegender Geißklee (Cytisus decumbens (Durande) Spach) 

Izquierda, Pulsatilla rubra (Foto: Enciclopedia Libre Universal). Centro, Cytinus decumbens (Foto: M. Münch). Derecha, Trifolium montanum (Foto: FAO)

Había otras muchas más especies de hierbas pero en fase de reposo vegetativo. Una de las plantas que más representación tenía en el paisaje era una pequeña mata espinosa y no muy chaparra que me pareció Astragalus sempervirens.

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El otro aspecto botánico es debido a la presencia de acebales de notable extensión. El acebo  (Ilex aquifolium) es un arbusto de hoja perenne y, en zonas accesibles, espinosa que resulta propio de los bosques eurosiberianos. En el ámbito mediterráneo está presente en enclaves montañosos beneficiados por las precipitaciones y en ambientes umbrosos, formando parte del estrato arbustivo de hayedos, robledales y pinares. No es habitual formando masas puras. Nosotros encontramos rodales de cierta extensión y bastante cerradas en la vertiente de solana del puerto.

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Los zorzales comunes y charlos entraban y salían de las ramas, a donde acudían a comer sus frutos, ya maduros. Estas masas de acebo tienen un origen antrópico. Ha sido favorecido para ofrecer sesteaderos (sestiles) al ganado durante el verano por la densidad de su follaje y, al tiempo, ha ofrecido alimento (ramas) para periodos duros del invierno.

Hay varios acebales notables en La Sierra. Nosotros quisimos acercarnos al de Garagüeta, el más famoso (180 ha de masa pura y 409 ha en bosques mixto), uno de los más extensos del sur de Europa. Se trata de un intrincado complejo de laberintos, túneles y bóvedas abiertos en el interior de la masa para ofrecer sombra al ganado. Otro tesoro etnobotánico. Pero ya caía la tarde. Para otra vez.

En cambio, nos entretuvimos recogiendo champiñones (Agaricus sp.) y matacandiles (Coprinus comatus) entre los prados y cerca de la cuneta …

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Estos collados entre montes son zonas de paso para diversas especies de aves migratorias. Aves planeadoras y pequeños pájaros. Pero también para palomas torcaces, como bien sabe los cazadores. En el collado del puerto de Oncala se alineaban los puestos de tiradores. Estos días vacíos.

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Nos sorprendió la omnipresencia de aerogeneradores en la mayor parte de las crestas. Incluso en un espacio natural de gran valor ecológico. Desconocemos el impacto sobre el suelo y la vegetación de los rasos. Lo que sí que era evidente era su notable impacto paisajístico. Y nos imaginamos el causado en la migración de las aves que atraviesan este corredor natural. Por estas razones, previa a su instalación, fue presentada una queja a la Comisión Europea.

Y cruzamos el puerto de Oncala. Iba cayendo la tarde que nos ofreció luces de otoño en la umbría. Pastos, acebales y, al fondo, el pueblo.

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Este pueblo serrano tiene dos barrios separados por un arroyo. Nosotros callejeamos por el pequeño, el Barrio Alto. Nos acercamos a la iglesia de San Millán donde se aloja el Museo de los Tapices. Estaba cerrado y lo lamentamos. Una colección de diez tapices elaborados en Flandes (Bruselas-Brabante) en el siglo XVII sobre pinturas de Rubens  cedidos a su pueblo por un oncalés que llegó a Arzobispo de Valencia.

El mirador del Barrio Bajo, el grande, entre cuyas casas destacaba otro museo: el de Trashumancia. No quisimos bajar. Estábamos cansados y pensamos que también estaría cerrado. Una lástima pues estos montes nos hablaban por todos los rincones de ganadería, de trashumancia, de merinas y de la Mesta.

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Volviendo al coche, ya para irnos, vemos a cuatro jubilados charlando amigablemente. Como me surgían dudas sobre los usos y la cultura tradicional asociada a los abundantes chopos cabeceros que habíamos visto en la otra vertiente, me fui hacia ellos a sacar algo de luz. Amables y curiosos a un tiempo. Quieres que te cuenten pero ellos también quieren saber. Y te presentas. De Teruel. Conocemos a Vicente, el que hace quesos en Aguilar del Alfambra. Deben darles subvenciones a los queseros en Aragón. Vaya ovejas duras que tenéis en Teruel, no como las merinas de aquí que son señoritas. Ya casi no hay merinas por aquí. También se pierde.

Les brillaban los ojos cuando te contaban que habían visto en la televisión (¡cuanto aprenden los mayores viendo la TV!) cómo bajaban rebaños de vacas trashumantes de Albarracín. En Oncala ya se perdió. Uno de ellos fue un promotor de una fábrica de quesos … que estaba allí mismo. Nos la enseñaron y compramos un par de ellos. Quesos de cabra y de oveja (Assaf, como aquí). Estaban encantados con internet y con la venta por correo. Pero muy preocupados por el futuro del pueblo. De los pueblos. Y veías cómo habían luchado por darle un futuro al suyo. Incluso estando ya jubilados. Cómo intentaban una y otra fórmula (uno fue alcalde). La tristeza de ver cómo se iba viniendo a menos. A pesar de su nombre. Oncala. Un pueblo que, en su tiempo, fue una referencia en la Mesta soriana.  Nos hubiéramos quedado hablando horas y horas con unas gentes que, sin conocerlas antes, veías que tenían tantísimas cosas que contar. Eran la enciclopedia de la vida en La Sierra. No llegamos a ver el Museo la Trashumancia pero sí que dimos con algunos de los últimos trashumantes.

Buscando información sobre esta comarca descubrimos que la conocida canción popular:

Ya se van los pastores,
ya se van marchando,
ya se queda La Sierra
triste y callando.
Ya se van los pastores
para Extremadura,
ya se queda La Sierra
triste y oscura.
Más de cuatro zagalas
quedan llorando.

… es propia de su cultura popular. Ahora ya sabemos a qué “Sierra” se refería.

Y volvimos a San Felices. En Las Abadías encontramos un libro: “La vida entre veredas” (Isabel Goig y Leonor Lahoz). Por la noche comencé, primero a ojearlo, después a leerlo. Y, así pude entrar en el mundo de la trashumancia, un mundo de pastos, de gentes valientes, resueltas y capaces de sortear los problemas con inteligencia. Gentes que pasaron sus vidas entre dos tierras, La Sierra en Soria y los montes de de Ciudad Real o Jaén. De repente comprendes la enorme relación cultural que se ha ido forjando durante siglos entre Castilla y Andalucía. Y como las gentes ricas  -y las no tanto- de unas y otras tierras, también desde hace siglos, han acabado en el medio: en Madrid. El crisol de ambas.

Esta lectura fue el broche perfecto a una excursión por unas tierras de las que nada sabíamos y que tan gratos recuerdos nos han dejado. No hay que ir a ninguna agencia de viajes, no hay que reservar vuelo alguno. Aquí mismo. En Soria.

3 comentarios:

Jesus Lechon dijo...

Volvimos a Soria este verano, merece la pena no dejar de ir, como a tantos y tantos otros sitios, a los que probablemente nunca iremos, además esta tan cerca, no tiene pierde, todo recto sin dejar el pasillo de casa, la Nacional 234, nuestra particular Ruta 66, que deberíamos recorrer al menos una vez en al vida, de principio a fin. Es como estar en casa, salvo por las torres de las iglesias o los torreones, que aparecen en un paisaje del cual te parece formar parte.

Recuerdos

Esther dijo...

Hola
Me ha gustado mucho la narración de este viaje a mi tierra que has hecho.
Mi madre es de Oncala, toda la familia de la zona......es mi raíz.
No sabía de que manera describirle a un amigo cómo es ésta tierra.
Ahora si. Le voy a decir que te lea!
Porque es así....como la has descrito.
Ah!, bueno, una aclaración: sigue habiendo unos hermanos de Navabellida que bajan las ovejas a Extremadura (o Andalucia, no lo sé exactamente).

Hablas de los aerogeneradores......me han quitado mi pueblo.
Soy de S. Andrés de S. Pedro. Está a 8km de Oncala. En la zona media-alta de un valle en U.
Pues te puedes imaginar....!, completamente rodeados, y con la subestación transformadora, ole!
Me gusta mucho el monte; andar por las sierras de mi pueblo era un disfrute total.
Dar la vuelta al término por todo el alto de la sierra era maravilloso!
Y digo era.....porque ya no lo es. No soy capaz de dar un paseo entre esos bichos gigantes. Y es casi imposible, vayas donde vayas, no verlos.
Siento que nos han robado el paisaje. Y al hacerlo, nos han robado también el pueblo, y algo de vida.
Vaya.....me he puesto triste.

Gracias por tu viaje

Chabier dijo...

Gracias, Esther. Tuvimos mucha suerte en el viaje. Dimos con personas y lecturas que nos ayudaron a entender lo que estábamos viendo. Aunque solo en superficie pues poco más se puede aprender en un día. Son paisajes y pueblos cargados de historia, cultura y paisaje.
Como a los de Teruel, les falta autoestima, aunque poco a poco se va mejorando en este terreno. Pero los pueblos se cierran y el dinero de los aerogeneradores no invierte el sangrado demográfico aunque permite abrir museos y mejorar los pueblos. Pero se pierde el paisaje, lo que dices. Un saludo.