Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

martes, 16 de agosto de 2016

MARAMURES: CULTURA CAMPESINA VIVA

Maramures es una región histórica que comprende el norte de Rumanía y el suroeste de Ucrania. Está organizada por un conjunto de valles que drenan en el río Tisza (principal afluente del Danubio), que durante muchos kilómetros hace de frontera entre los citados países y que están delimitados por los Cárpatos orientales interiores. 


Regiones geográficas de la cordillera de los Cárpatos. Fuente: Wikipedia

La región rumana de Maramures. Fuente. Wikipedia
Históricamente está habitada por una población de mayoría rumana, heredera de los antiguos dacios, culturalmente definida por su idioma rumano y por su religión cristiano ortodoxa. Estas comunidades, dedicadas al aprovechamiento de los bosques y los pastos de estas montañas, entraron bajo la influencia del reino de Hungría en el siglo XIII, del imperio otomano (s. XVI y XVII) y, del imperio austrohúngaro tras su fusión con Transilvania desde 1699 y finalmente al cabo de la Primera Guerra Mundial (1919) se integraron a Rumanía, ocurriendo lo propio con Ucrania en su sector norte tras la Segunda Guerra Mundial (1945).

Las guías de viajeros describen a Maramures como una de las últimas culturas campesinas europeas que conserva su vitalidad. Sus habitantes mantienen, generación tras generación, las técnicas de aprovechamiento integral de los recursos naturales en las que la agricultura, la ganadería y el forestalismo son todo uno. Sus habitantes tienen igualmente una cultura tradicional que desarrollan a través de la música, la gastronomía, la organización familiar o las fiestas de la que se sienten orgullosos. La arquitectura popular, tal vez sea el elemento más visible y conocido fuera del país, se ha basado durante siglos en dar soluciones con madera para cubrir las necesidades.

Las gentes del resto de Rumanía se refieren (con humor) a Maramures como la región en la que todo sigue igual un siglo tras otro, en la que nada ha cambiado desde la Edad Media. De hecho, durante la primera etapa del comunismo no fue afectada por la colectivización mientras que se salvó de la sistematización de los '80 en la etapa dura de Ceaucescu, al parecer por ser consciente desde el gobierno del valor cultural que podía perderse.


Este mes de julio hicimos un breve viaje por el norte y el centro de Rumanía. Y lo comenzamos dedicando un par de jornadas a Maramures. Muy poco tiempo para conocer una región tan interesante. Y optamos por recorrer los valles del centro y del este (Mara, Izei, Vaser) dedicando el tiempo a conocer el paisaje rural y la arquitectura popular por lo que no pudimos visitar los espacios naturales de los Cárpatos (monte Rodnei y montañas de Maramures). No podía ser todo a la vez.


Lo más reconocido de la cultura de Maramures es el conjunto de iglesias construidas completamente en madera. Son edificios de dimensiones modestas, formados por un cuerpo y, generalmente, una altiva torre campanario con forma de aguja. Es la respuesta de las comunidades locales a la prohibición de construir templos ortodoxos con piedra y, en su mayor parte, fueron construidas en los siglos XVII y XVIII cuando se relajó la presión del imperio otomano en esta parte de Centroeuropa. Ocho de ellas han sido declaradas recientemente Patrimonio Mundial de la Humanidad y constituyen el principal recurso patrimonial para el incipiente turismo.

La visita a estos monumentos fue el eje vertebrador de nuestro viaje por Maramures. Y no pudimos comenzar mejor. Empezamos por la primera que nos vino a mano, la de Surdesti. Caía la tarde. Las gentes estaban en las puertas de las casas. Los chiquillos, por la calle que hace de carretera. Dimos con la iglesia emplazada junto al cementerio, lo habitual. En un prado cercano una mujer joven recogía la hierba ya segada para apilarla. Un recinto y un pórtico de madera de nueva construcción y una centro de información turística (vacío y nuevo) acompañaban a un monumento tan soberbio  y elegante como sencillo.


Un cuerpo sencillo y compacto, de planta rectangular ...


con una cubierta formada por una superficie de tablillas superpuestas ...


Mientras observábamos los múltiples detalles ornamentales ...

 



... llegó un joven con una motocicleta seguido de un grupico de niños, abrió una puerta y ascendió al interior de la torre por una escalera de mano para comenzar a tocar la campana (supusimos que el toque del final de la tarde). Sin preguntar mucho, los seguimos y nos vimos dentro de la torre, hablando un poco de inglés, colando alguna palabra en italiano y, sobre todo, mostrando nuestra admiración y alegría por poder ver desde dentro y de una manera tan espontánea este monumento.

La mañana nos mostró la cara del paisaje rural de Maramures. Muchos pequeños pueblos repartidos por los valles. Pueblos abiertos, con casas de dos alturas. Las antiguas de piedra, arcilla y madera ...


 las nuevas ya de obra. 

Una panorámica del pueblo de Desesti y del valle del río Mara con los montes Gutai al fondo ...


Vimos muchas casas cercadas con vallas y con grandes puertas de madera labradas con elaborados adornos y esculturas. Tienen una función ornamental y, sobre todo, protectora, haciendo de linde entre el mundo exterior (lo incierto) y el mundo interior del hogar (seguridad familiar).




Antaño solo se encontraban en las casas de las familias terratenientes. En la actualidad, estas puertas de madera tallada son habituales en muchas casas y son más bien una representación del estatus económico de sus familias.

Muchas de ellas, incluso las de los pueblos, eran en realidad granjas con su establo para las vacas y el caballo, su corte para el cerdo y el corral para las gallinas con vacas ... 

A la izquierda puede verse un tocino en su cercado. A la derecha, el establo con la vaca y una ventana preparada para sacar el fiemo. El perro, una constante en cada granja, vigilando todo.

Muchas de las granjas tenían pequeños hortales en donde se cultivaba panizo, judieras, coles, calabaceras ...


Algunas granjas contaban con colmenas (me parecieron de tipo Dadant) pintadas de colores vivos ...


Estos días las abejas estaban en el final de su plena actividad, aprovechando las últimas flores de las montañas y los prados. Era común encontrar puestos de venta de frascos de miel en las carreteras. Es un producto de consumo más común que en España. Nos sorprendió la espontaneidad a la hora de disponer las cajas. En núcleos urbanos, junto a carreteras comarcales .... En España, con seguridad, la estricta legislación hubiera prohibido la mayor parte de las explotaciones por las posibles afecciones a terceros. En fin, cosas del progreso. 

Los prados se extendían en torno a las granjas. Muchos de ellos eran prados arbolados. Prados de siega pero con una alta densidad de frutales (noguera, cerezo y ciruelo, sobre todo). En algunos de ellos se veían pequeños rebaños de ovejas ...


Y también pudimos ver pañoletas colgadas con queso en plena elaboración.

El tema de los ciruelos tiene mucho interés. Maramures es una región montañosa que tiene un clima frío. No hay viñedos. No hay vino. La necesidad de obtener una bebida alcohólica se ha resuelto con la ciruela. La fermentación de los azúcares de esta fruta ha proporcionado un líquido que, una vez destilado y filtrado, proporciona una bebida alcohólica (30º) conocida como tuica, que, puede volver a destilarse produciendo entonces otra de mayor graduación (60º) llamada palinca.


Una y otra resultan como un orujo gallego pero sin el sabor dulzón de éste. Nos lo ofrecía en las cenas para obsequiarnos y no a los postres. Su elaboración artesana en cada casa es toda una cultura.

El paisaje era una sucesión de praderas y de bosquetes ...


Y, sobre todo, prados de siega. En algunos casos la hierba era cortada con segadoras.


En los más, sobre todo cuando la pendiente de los montes era acusada, era segado a mano. Y apilada cuidadosamente alrededor de una estaca hincada en tierra una vez la hierba se había secado lo suficiente.



Eran días de segar la hierba ... y de apilar el heno. Y se aplicaba a la tarea toda la familia. Desde la anciana que iba caminando hasta su prado con todas las herramientas (dalla plegada incluida) ...


hasta el padre que reunía a las hijas que, en ropa deportiva, manejaban rastrillo y horca sin remilgos. ¿hay un fitness más saludable?


Esta hierba es la energía del sistema agrario. Es el alimento de las vacas que rendirán leche y carne. Es el alimento de los caballos, verdadero medio de transporte en un país en el que el gasóleo lleva el mismo precio que en España mientras que los salarios medios no alcanzan la cuarta parte.


Paisaje rural de calidad. Optimización de los recursos naturales. Economía local. Alimentos de calidad. Una cultura campesina que se encuentra ante un nuevo reto: la entrada de Rumanía en la Unión Europea. Con sus subvenciones pensadas en la economía global y no el la gestión integral de los recursos, el ahorro energético y en la conservación de la Naturaleza. Y con sus estrictas normas que limitan la producción artesana de alimentos o la trashumancia. Y la modernidad a la que molesta hasta la movilidad tradicional.


Sin embargo hemos encontrado una sociedad rural que valora su cultura y su paisaje, y que empieza a considerar el agroturismo como una actividad económica de futuro. 

Maramures, cultura campesina viva.

1 comentario:

Unknown dijo...

Con la mala imagen que en España tenemos de la mayoría de los rumanos que aquí viven, al ver este artículo cambias por completo el estereotipo que erróneamente nos hemos formado de esa gente. Impresionante la iglesia del pueblo con su enorme torre. No me extraña tanto que las colmenas estén junto a las viviendas y las vías públicas, pues seguramente se trata de una raza de abejas, seguramente carniolas, (Apis mellifera también) que son mucho más pacíficas que las ibéricas aunque menos productoras de miel.