En memoria de José Manuel González Cano, quien nos
introdujo en el anillamiento científico de las aves silvestres.
Con gratitud.
En la vertiente izquierda del valle del Jiloca, a la altura de Caminreal, a 920 m de altitud y a dos kilómetros del cauce del río, hay un par de manantiales que son conocidos como los Ojos de la Rifa: los Ojos Altos y los Ojos Bajos.
Imagen invernal de los Ojos Altos de la Rifa
Estas surgencias corresponden a la descarga de un acuífero que se alimenta en los cerros y lomas situados hacia el oeste del valle del Jiloca en los términos de Blancas, Torralba de los Sisones, Torrijo del Campo y Villalba de los Morales. En estos montes aflora un tipo de roca carbonatada conocida como dolomía, formada a partir de sedimentos de origen cretácico, que presenta numerosas fracturas y grietas creadas por karstificación que la hacen muy permeable. El agua que se infiltra a través de estos materiales desciende por gravedad hasta encontrarse con una capa impermeable de arcillas triásicas que le obligan a aflorar en la parte baja de la ladera del valle, entre arcillas rojizas depositadas al final del Mioceno.
Imagen estival de los Ojos Bajos de la Rifa
El caudal medio de estos manantiales es de 220 L/s y varía en función del régimen de precipitaciones en la zona de recarga. Por su contenido en sales el agua se considera bicarbonatada con cierta cantidad de sulfatos, por lo que es ligeramente salobre. La temperatura en su salida oscila entre los 16 y los 18 ºC.
El clima de la zona es submediterráneo continental frío, caracterizado por una fuerte amplitud térmica tanto media como absoluta, y por la escasez de precipitaciones. Su ubicación, en las inmediaciones del fondo del valle, acentúa el rigor de las bajas temperaturas invernales, especialmente durante periodos de estabilidad atmosférica, por el efecto de inversión térmica.
Helada sobre vegetación palustre. Enero 2024.
La cubierta vegetal en el entorno de los manantiales corresponde a vegetación acuática y palustre, bien adaptada a una inundación de variable duración, a las características físico-químicas del agua y a las temperaturas del entorno.
Predominan los helófitos, aquellas plantas de lugares encharcados que mantienen emergido la mayor parte de su aparato vegetativo. Las más tolerantes a la inundación prolongada son la anea (Typha latifolia) ...
el cañicillo o carrizo (Phragmites australis) ...y alguno cárices, como la mansega (Cladium mariscus).
En las zonas periféricas, la inundación es más breve y ocasional. En ellas se forman junqueras donde predomina el junco común (Scirpus holoschoenus) ...
y otros prados con altas hierbas de base leñosa como la adelfilla (Epilobium hirsutum), la escrofularia acuática (Scrophularia auriculata), el malvavisco (Althaea officinalis), el cardo zaiquero (Cirsium pyrenaicum) o la delicada orquídea Anacamptis palustris de notable interés biogeográfico y conservacionista.
Entre los prados y organizados igualmente en función de la tolerancia al encharcamiento del suelo, crecerían bosquetes de sabimbre o sarga (Salix alba) ...
de sargatillo (Salix atrocinerea) ...
de chopo o álamo negro (Populus nigra) ...
o de álamo cano (Populus canescens) ...
... formando un conjunto de comunidades herbáceas y leñosas que sería el propio de los bosques primigenios del fondo del valle del Jiloca, como bien recogen las fuentes documentales.
Al alejarse de los manantiales la vegetación potencial sería la determinada por el régimen de precipitaciones y temperaturas de la zona (climatófila). En este caso, un bosque mixto de carrasca (Quercus rotundifolia) y sabina albar (Juniperus thurifera).
Los prados de los Ojos de la Rifa y los carrascales y sabinares de su entorno debieron ser transformados en tiempos históricos muy tempranamente y de forma lenta, siguiendo diferentes ritmos marcados por las necesidades agrícolas de cada momento de las comunidades humanas.
El actual yacimiento de ciudad celtibero-romana de La Caridad (s. II d.C.) se encuentra a tan solo a 1,5 km de los Ojos Bajos. Es conocido que estas culturas cultivaban los terrenos próximos a sus poblaciones. Desde época romana y a lo largo del medievo los prados más someros fueron drenándose y poniéndose en cultivo, en parcelas de carácter privado o de carácter comunal ("suertes"), mientras se encauzaban las aguas para regar las terrazas del río Jiloca y aprovecharlas también en ingenios hidráulicos (molinos y batanes). Sin embargo, aquellas otras zonas con inundación más prolongada mantenían la propiedad vecinal y eran dedicadas a pastos y a la producción de madera.
Desde la segunda mitad del siglo XVII, siguiendo los ritmos del crecimiento demográfico pero también de las necesidades financieras de los concejos, los municipios iniciaron campañas de roturación y venta de los prados. La Guerra de Sucesión, el crecimiento demográfico de la primera mitad del XVIII y las exigencias fiscales de la Guerra del Francés y de la Primera Guerra Carlista aceleraron los procesos de roturación. A mediados del siglo XIX la roturación está prácticamente finalizada, salvo algunas parcelas que llegaron de forma marginal hasta comienzos del XX
Durante el primer tercio del siglo XX, en una situación de demografía pujante y de "hambre de tierra" aún se roturaron nuevos prados obteniéndose pequeñas parcelas que aseguraban la producción de patata para muchas familias. Como las parcelas próximas a los manantiales eran frecuentemente inundadas se crearon drenajes y se levantaron pequeñas motas para conducir el agua a las acequias y sanear las parcelas. Y en la segunda mitad del siglo pasado se roturaron algunos prados más para plantar chopos canadienses tras el impulso de la populicultura y el declive del ovino.
Conclusión. Unos prados y humedales que pudieron alcanzar una extensión cercana a las 200 hectáreas fueron transformados en tierras de cultivo de regadío conservándose tan solo unas 14 en los Ojos Altos y unas 7 en los Ojos Bajos.
Foto tomada por satélite obtenida de Google Earth. Al oeste, los montes de Villalba de los Morales y de Torrijo del Campo desde los que se extienden cultivos de secano. En la parte superior del centro, la superficie agrícola obtenida de la transformación de los prados de la Rifa. En la parte derecha, la vega del Jiloca de Caminreal y Torrijo del Campo y sendos núcleos urbanos
La flecha izquierda señala la situación de los Ojos Altos y la derecha la de los Ojos Bajos.
La situación geográfica se comprende mejor con este mapa topográfico:Hasta los años '80 del siglo pasado los prados y los herbazales de las acequias eran segados para obtener forraje para vacas y novillos estabulados. En adelante, tras la crisis de la leche, esta práctica fue abandonada siendo aprovechados por los cada vez más escasos rebaños de ovejas. En paralelo, desde entonces se fue introduciendo el fuego como herramienta de manejo de la vegetación palustre, sin existir unos objetivos muy claros.
En la actualidad los Ojos de la Rifa están rodeados por vegetación palustre y por prados encharcados que son aprovechados como pastos por algún rebaño de ovejas. En su entorno se extienden numerosas parcelas de regadío de pequeña extensión en las que se cultivan patatas, girasol, alfaz, panizo y trigo creando un mosaico agrario complejo y diverso.
Una red de acequias y de drenajes surca esta superficie agrícola extendiendo los ambientes palustres. Las hierbas que crecen en sus márgenes son regularmente quemadas al final del invierno.
Los frutales son muy escasos, al igual que los sargatillos, los sabimbres y los chopos cabeceros, antaño más comunes. En cambio, hay varias parcelas de prados con cultivos de chopos canadienses que ofrecen prácticamente el único ambiente arbolado.
Algunas parcelas muy próximas a los ojos han sido abandonadas por su escasa superficie y por la falta de mantenimiento de las motas que permitían su cultivo, habiéndose cubierto de nuevo por vegetación palustre. Otras, algo más distantes, se inundan tras periodos prolongados de precipitaciones en los que aumenta el caudal de los manantiales.
En su entorno, hacia el norte, oeste y sur, predominan los cultivos de cereal de secano que se extienden hasta los terrenos regables. Estos campos están salpicados de parideras donde se encerraban ovejas y de nuevas granjas de cría y engorde de porcino. Y hay una pequeña fábrica de hormigón.
Cultivos de secano situados al norte de los Ojos Altos. Tres relieves destacan al fondo: en el centro el cerro de San Esteban, a la izquierda Valdellosa y a la derecha, al otro lado del valle, la Modorra de Cucalón.
A pesar de su reducida extensión, los Ojos de la Rifa tienen un gran interés ornitológico. Es zona de cría regular garza imperial, aguilucho lagunero, ánade azulón, gallineta de agua, rascón europeo y, ocasionalmente, de la polluela chica, siendo uno de las poquísimos humedales aragoneses donde nidifica este escaso rálido. Es utilizado durante los pasos migratorios por numerosas especies de aves acuáticas como ardeidas, limícolas y pequeños pájaros. Durante la invernada, igualmente, ofrece refugio y alimento a rapaces, limícolas, anátidas, grullas y otros paseriformes. Ofrece hábitat a otros vertebrados de interés, como el pez lobo de río (tal vez ya extinto) o la nutria europea.
Por su interés hidrogeológico, botánico y faunístico ha sido incluido en el Catálogo de Humedales Singulares de Aragón, decreto 204/2010, de 2 de noviembre junto con los Ojos de Fuentes Claras y de Monreal dentro del Complejo de descarga de aguas subterráneas del Alto Jiloca. Sin embargo, no forma parte de la Red Natura 2000.
Con el objetivo de conocer mejor la composición de la comunidad de paseriformes palustres, su variación a lo largo del año, los cambios en las poblaciones y el éxito reproductor se decidió establecer una estación de anillamiento científico de aves en los Ojos Altos de la Rifa.
En este humedal se seleccionó una zona de los Ojos Altos de la Rifa en la que concurren varios hábitats de interés: carrizal, junquera, sargal y prados con aneas y otros helófitos. Es representativo del paisaje vegetal que tendrían los antiguos prados de la Rifa. Estos ambientes palustres se complementan con otros propios del paisaje agrícola del valle del Jiloca: cultivos de regadío, acequias y cultivos de secano.
Dentro de ella se eligieron dos sectores (1 y 2) para instalar las redes. Ambos están situados muy próximos entre sí para mejorar la operatividad.
El sector 1 está situado junto a un grupo de sabimbres, entre una densa junquera, un carrizal y muy próximo a una acequia. Se ubica en la periferia del conjunto del humedal por lo que está ligeramente más alto, tardando más en inundarse y menos en secarse en función de las fluctuaciones de nivel de la lámina de agua. Aunque recibe filtraciones de la próxima acequia a través de la mota que la separa. Presenta las coordenadas 638299/4522790. En él se instalaron 45 metros lineales de red dispuestos en dirección este-oeste, paralelos a la acequia y el sargal.
El sector 2 se encuentra a unos 70 m de distancia, en una zona ligeramente más baja, por lo que la inundación es más prolongada. Es un paraje más abierto con una vegetación formada por prados con anea, adelfilla y ranúnculos pero rodeada por carrizal. Su ubicación tiene las coordenadas 638371/4522790. Aquí se instalaron 62 metros lineales de red con dirección norte-sur, paralela a la del río y la vega del Jiloca. En sus inmediaciones se instaló una regleta para medir el nivel del agua.
Para montar las redes y operar con ellas hubo que desbrozar creando un pasillo de un metro y medio de anchura ...
... y construir un par de pasarelas para cruzar la acequia y acceder al sector 1.
En cuanto a la duración de la estación de anillamiento de aves el planteamiento de partida era completar un ciclo anual. En función de los resultados y de las posibilidades humanas, pues en nuestro caso es una actividad voluntaria, podría tener al cabo del ciclo una mayor continuidad a largo plazo. Esto permitiría obtener mucha más información de las poblaciones y caracterizar mucho mejor la comunidad de paseriformes palustres y de otros grupos de tamaño similar aunque exige disponer de un equipo humano suficiente para mantener el esfuerzo y el compromiso.
Desde el primer momento y en cada sector se han mantenido la posición, el número de metros de red, la periodicidad y la duración de las jornadas. Es decir, se ha puesto en marcha lo que se conoce como estación de esfuerzo constante.
En nuestro caso se planteó una doble jornada de cinco horas de duración en cada caso en una tarde y en la mañana siguiente. Y una periodicidad quincenal. Se seleccionaron días con una meteorología lo más favorable posible en cuanto al viento y la lluvia. Las redes se montaban al inicio de la tarde (en una hora variable en función de la época del año), se recogían al crepúsculo y se volvían a abrir al amanecer de la mañana siguiente hasta completar el horario. Las redes eran visitadas cada hora para extraer las aves. Se realizaban generalmente cinco visitas vespertinas y otras tantas matutinas.
No se modificó el comportamiento de las aves utilizando reclamos sonoros o aportando alimento para atraerlas a las redes. Las capturas son pues fruto de los movimientos espontáneos de las mismas dentro del humedal.
En cada jornada se registró la temperatura mínima y máxima, la velocidad mínima y máxima del viento, la nubosidad, la precipitación y el nivel del agua.
Para cada una de las aves capturadas se ha identificado la especie. Cuando ha sido posible se ha determinado igualmente el sexo y la edad (código Euring). Se ha medido también la longitud máxima del ala y se han tomado datos de la condición física (peso, grasa, músculo), de la actividad reproductora (placa incubatriz) y de la muda.
A cada ejemplar se le ha colocado una anilla con el código alfanumérico y el remite SEO o ICONA y se ha anotado en un cuaderno de campo.
Las aves que portaban previamente una anilla, en su gran mayoría anillados por nuestro equipo (autocontrol), también se registraban en el cuaderno de campo. Toda esta información se incorporaba en la web específica de SEO/BirdLife, la entidad que proporciona las anillas y a la que está vinculada el Grupo Aragón de Anillamiento de Aves, al que pertenecemos los anilladores que gestionamos la Estación de Anillamiento de Aves Ojos de la Rifa (EAOR, en adelante).
Una parte del equipo en la jornada del primer aniversario
En cada jornada, como una actividad complementaria, se han anotado además las aves observadas en el humedal y en su entorno incorporando esta información en la base de datos de la web eBird.
La EAOR inició su andadura el 20 de noviembre de 2023 y con la jornada realizada el pasado 10 de noviembre se ha completado el primer año. Veinticuatro jornadas de campo, cada una con su jornada vespertina y su jornada matutina. En total, pues, cuarenta y ocho días con las redes abiertas.
En este artículo nos gustaría ofrecer una visión general de lo que han sido los resultados de la EAOR en su primer año.
A nivel térmico, este periodo ha sido más cálido de lo habitual, con una temperatura media anual de 12,7 ºC (Estación Calamocha Sur). En cuanto a las precipitaciones, 2023 fue un año de acusada escasez (203,5 mm) y los primeros once meses de 2024 fueron moderadamente secos (332,5 mm) en relación a los registros medios de la estación meteorológica de Caminreal (400 mm). Ambos parámetros influyen directa (volumen de descarga y evapotranspiración) e indirectamente (detracción para riegos) en el nivel de agua del humedal, que se ha mantenido seco de febrero a octubre de 2023.
Sector 2 de la EAOR con el suelo completamente seco. Julio 2024.
En el mes de marzo se produjeron una serie de incendios que afectaron a 6 hectáreas de los prados de los Ojos Altos de la Rifa, incluidos los dos sectores de la EAOR y a 2,5 ha de los de los Ojos Bajos. El fuego calcinó completamente la vegetación herbácea y buena parte de la arbórea.
Estado del carrizal próximo al sector 1 de la EAOR. Marzo 2024.
En su primer año se han capturado un total 1217 aves. De ellas 1072 fueron anilladas y 145 ejemplares fueron controles (ya llevaban anilla). No se ha considerado como control aquel ejemplar que ha sido capturado previamente en el mismo día. De los 145 controles solo uno fue ajeno. De las 1072 anillas puestas por nuestro equipo solo tenemos noticias de una que haya sido recuperada externamente.
En la siguiente gráfica se representa en número total de capturas (anillamientos y controles) de cada quincena (jornada de tarde y mañana), desde enero a diciembre aunque se combinan los dos años meteorológicos para facilitar su comprensión.
El invierno es la estación en la que se produce un menor número de capturas (6,6%). Estas se incrementan en la primavera (17,9%), periodo en el que coinciden la migración prenupcial y el periodo reproductor. En el verano concurren la salida del nido de las crías y el paso migratorio postnucial, lo que hace que concentre más de la mitad del total de las capturas anuales (57,1%). Por último, el otoño aportó una cifra similar a la primaveral.
La variación horaria de las capturas ha sido muy acusada. En total, casi las dos terceras partes de las mismas (65,9%) correspondieron al crepúsculo (última vuelta vespertina) y al alba (primera vuelta matutina). La concentración de las capturas en la última y primera hora de luz diaria fue máxima durante el invierno (72,5%) y verano (72,7%) y mínima en primavera (49,1%).
También se han observado diferencias en el número de capturas entre los dos sectores. El sector 1 (sargal y junquera), que ofrecía el 42,0% de la longitud total de red, tan solo aportó en promedio el 25,4% de las capturas, siendo máximo en primavera (49,7%) y mínimo en invierno (16,4%). El sector 2 (prado abierto), que contaba con el 58,0% de la longitud total de la red, rindió el 74,6% de las aves capturadas siendo máximos los valores en verano (83,0%) y mínimos en primavera (50,3%).
En la siguiente gráfica se han desglosado las capturas, anillamientos y recuperaciones (controles) de todas las jornadas (fueran de mañana y de tarde). Obsérvese que los datos representados en el eje horizontal comienzan con la fecha de puesta en funcionamiento de la EAOR.
Se han anillado especies que pueden considerarse sedentarias por estar presentes durante todo el año. Es el caso del ruiseñor de acequia, zaiquero o cetia ruiseñor (Cettia cetti).
De los 77 ruiseñores zaiqueros capturados (6,3% del total), 43 corresponden a recuperaciones, lo que la hace la especie más controlada de todas las anilladas (29,7% de los casos) en este año.
Algunas especies tan solo están ausentes (o presentes en poblaciones muy escasas) durante el periodo invernal en el humedal. Es el caso de la tarabilla común (Saxicola rubicula) ...
... del gurriato de reclija o gorrión molinero (Passer montanus)
El gurriato de reclija ha sido, junto con el ruiseñor de acequia, la cuarta especie en cuanto a número de capturas (77). Es una especie sedentaria en el valle del Jiloca que tiende a evitar este humedal durante la invernada.
Un caso similar es el del gorrión moruno (Passer hispaniolensis).
La población de gorrión moruno de los Ojos de la Rifa ha sido recientemente descubierta y ofrece un efectivo notable a tenor de las 43 capturas en la EAOR, casi todas ellas en entradas (o salidas) al carrizal para su uso como dormidero.
Otros paseriformes de carácter sedentario han sido anillados en la EAOR durante este periodo. Se indica para cada caso y entre paréntesis, además del nombre científico, el número de capturas. En este grupo se encuentran el rojiñón o pardillo común (Linaria cannabina) (3), la cardelina o jilguero europeo (Carduelis carduelis) (6), el cisticola buitrón (Cisticola juncidis) (8), el escribano triguero (Emberiza calandra) (22), el herrerillo común (Cyanistes caeruleus) (7), el chichapán o carbonero común (Parus major) (12), el gurriato o gorrión común (Passer domesticus) (13), la alondra totovía (Lullula arborea) (1), el tordo o estornino común (Sturnus unicolor) (2), la chillandra o gorrión chillón (Petronia petronia) (1), el acentor común (Prunella modularis) (1), la curruca cabecinegra (Curruca melanocephala) (1), el chochín común (Troglodytes troglodytes) (3) o la tordeja negra o mirlo común (Turdus merula) (7).
Algunas especies de pájaros estuvieron presentes tan solo durante el periodo reproductor y los pasos migratorios. Este es el caso de la boyerica o lavandera boyera (Motacilla flava).
La boyerica ha sido, con mucho, la especie más abundante en cuanto a capturas (442) suponiendo por sí misma más de un tercio (36,3%) del total y la tercera en cuanto a recuperaciones (27 casos, el 18,6% de todas ellas). Es una medida de su abundancia en la zona, del uso de los carrizales como dormidero y de la eficacia de las redes para su captura.
El carricero común (Acrocephalus scirpaceus), una especie común en los ambientes palustres ibéricos, también muestra el mismo patrón.
El carricero común ha sido la segunda especie en cuanto a número de capturas (164) e igualmente en cuanto a recuperaciones (41). Los carrizales y prados abiertos en estos ambientes palustres son su hábitat preferido, donde es el ave más común. A diferencia de la boyerica, las capturas de este acrocefálido no se han circunscrito al uso del espacio como dormidero.
Otras especies de pájaros con el mismo patrón migratorio anilladas en la EAOR han sido el carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus) (13), el zarcero políglota (Hippolais polyglotta) (10), la golondrina común (Hirundo rustica) (2), el alcaudón común (Lanius senator) (6), el ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) (14), la curruca mosquitera (Curruca borin) (1) o el papamoscas gris (Muscicapa striata) (2).
Otras especies invernan en la zona estando presentes entre la segunda mitad del otoño y el final del invierno. Uno de los más representativos es el escribecartas de acequia o escribano palustre (Emberiza schoeniclus)
Macho de escribecartas de acequia a la salida del invierno
El escribecartas de acequia ha resultado la tercera especie en cuanto a número de capturas (98) y, sin embargo, la séptima en cuanto al de recuperaciones (4), siendo en ambos casos en las horas de llegar o salir del carrizal que usan como dormidero.
Otras especies de pájaros que también están presentes en los pasos migratorios y durante la invernada son el bisbita alpino (Anthus spinoletta) (5), la curruca capirotada (Curruca atricapilla) (5) y el pechicorroyo o petirrojo europeo (Erithacus rubecula) (3).
El último tipo de patrón es el de aquellas especies que tan solo están presentes exclusivamente durante los pasos migratorios, estando ausentes en el periodo reproductor o durante el invierno. Algunas son el alica o papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) ...
o el mosquitero musical (Phylloscopus trochilus) ...
Otros pájaros que siguen el mismo patrón son el carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus) (2), el bisbita arbóreo (Anthus trivialis) (1), la buscarla pintoja (Locustella naevia) (3) o la tarabilla norteña (Saxicola rubetra) (1).
Algunas especies de aves son comunes o muy comunes durante los pasos migratorios pero algunos de sus ejemplares pueden verse también durante la invernada. Es el caso del mosquitero común (Phylloscopus collybita) (45)...o del ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica) (34) ...
La práctica totalidad de las aves capturadas en la EAOR en su primer año de andadura pertenecen al orden Passeriformes (99,1%) como es lógico por la metodología seguida. Sin embargo, se han capturado algunos ejemplares pertenecientes a especies de otros órdenes.
Entre los Accipitriformes se dieron dos casos, un ejemplar de águila topera o busardo ratonero (Buteo buteo) ...
y otro de azor común (Accipiter gentilis) ...
..., ambos en periodo invernal.
Dentro del orden de los Charadriformes tan solo se han anillado dos ejemplares de una única especie, la becacina o agachadiza común (Gallinago gallinago) ...
... igualmente durante la invernada, cuando estaban encharcados los prados.
Al orden de los Piciformes pertenece el carpintero o pico picapinos (Dendrocopos major) (1) ...
Al orden Coraciiformes pertenece el el agüero, abejero o abejaruco europeo (Merops apiaster) (4) ...
... ave que no se reproduce en el humedal pero que lo utiliza para cazar, especialmente durante el paso postnupcial periodo en el que se capturaron cuatro ejemplares.
Y, finalmente, al de los Galliformes pertenece otra especie, muy conocida en la zona y antaño muy abundante, la codorniz común (Coturnix coturnix) ...
... de la que se anillaron dos ejemplares a finales de octubre.
En sucesivos artículos presentaremos los resultados de cada mes en este blog.
Bibliografía:
Benedicto, E. (2023). La lenta transformación del paisaje rural. Construcción de acequias y roturación de los prados fluviales del valle medio del Jiloca en el siglo XVI. En Tecnologías e infraestructuras productivas en los espacios interiores de la Corona de Aragón (siglos XIV-XVI). pp. 65-82.
Edo, P.; Bellido, T. y Herrero, F. (2011). Valle del Jiloca. Guía general de la naturaleza, flora y fauna. Comarca del Jiloca y Centro de Estudios del Jiloca.
Herrero, F. (2007). Jiloca. Red Natural de Aragón. PRAMES.
Martí, R. y Del Moral, J.C. [eds.] (2003). Atlas de las Aves Reproductoras de España. Dirección General de Conservación de la Naturaleza-Sociedad Española de Ornitología. Madrid.
Sampietro, F.J.; Pelayo, E., Hernández, F.; Cabrera, M. y Guiral, J. [Eds.](1998). Aves de Aragón. Atlas de las especies nidificantes. Diputación General de Aragón e Ibercaja. Zaragoza.
SEO/BirdLife (2012). Atlas de las aves en invierno en España 2007-2010. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente - SEO/BirdLife. Madrid.
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