

La laguna de la Zaida seguía también con mucha agua. Los girasoles este año no se cosecharán. Resulta curioso verlos en medio del gran charco.




Revista de observación, estudio y conservación de la Naturaleza de las Tierras del Jiloca y Gallocanta (Aragón)
La laguna de la Zaida seguía también con mucha agua. Los girasoles este año no se cosecharán. Resulta curioso verlos en medio del gran charco.
Hoy he estado en la zona haciendo un muestreo. El porcentaje de marras existente es bajísimo. Ronda el 2,85% (de 35 plantas de muestreo, tan sólo 1 estaba muerta). En el total, seguramente el portentaje de marras será aun menor.
Todas las sabinas fueron plantadas al azar y se intentó que todas dispusiesen de un castillete de piedras alrededor de las mismas, o al menos 180º de la exposición sur. El año fue muy bueno en lluvias, pero las piedras se me antojan muy importantes en estas zonas tan desprotegidas para el desarrollo de las pequeñas plantas. En verano ofrecen sombra y protección frente a la luz solar directa y a la desecación (si las piedras o el castillete ofrece un tamaño considerable). Ahora en invierno, frente a las nevadas y las heladas, ofrecen sombra donde la nieve y la escarcha va derritiéndose poco a poco y la planta goza de un aporte de agua continuo, manteniendo la humedad en el suelo de forma más prolongada, y por lo tanto decisiva.
En general, el valor de estas micro repoblaciones es enorme. Pequeñas superficies ofrecen, controlando la mayoría de factores microambientales (exitencia de pequeñas vagüadas, sombras de arbustos, castilletes de piedras) unos resultados sorprendetemente buenos, frente a grandes actuaciones, donde estos factores no se suelen tener en cuenta, y se prima más el ahoyado mecánico y su distribución regular (tresbolillo o marco real), así como una superficie mayor.
En cuencas como el Pancrudo, ampliamente deforestadas, las micro repoblaciones deberían de ser promovidas por los ayuntamientos allí donde dispongan de terreno desnudo o falto de cobertura vegetal. Con una mínima inversión económica puede llegar a hacerse mucho, y el control y seguimiento es mucho menos complejo.
La vegetación de amplias zonas ha quedado completamente arrasada hace décadas, de forma que el establecimiento natural de la vegetación arbórea y arbustiva es extremadamente lenta y difícil. Si se consiguiese, mediante estas pequeñas repoblaciones, establecer una mínima superficie con especies leñosas autóctonas en aquellas zonas más favorables (vagüadas, laderas con exposiciones norte - noroeste - noreste, o zonas más expuestas previa construcción de castilletes de piedras) ganaríamos mucho tiempo, ya que el establecimiento de esta cobertura arbórea propiciaría la dispersión de árboles y arbustos a zonas cercanas en un futuro no muy lejano.
El episodio de ola de frío siberiano que hemos pasado era una buena oportunidad de comprobar la fiabilidad de estas observaciones e intuiciones. Tras la primera nevada, del dia de reyes, la zona se cubrió de nieve, un factor muy importante de cara a alcanzar temperaturas bajísimas. No fue así, o al menos no tanto como se esperaba, ya que la mayor parte de estos días el cielo ha estado cubierto, soplaba algo de viento y las heladas por radiación no han sido demasiado fuertes. No obstante, la temperatura mínima alcanzada en estos días allí ha sido de -12ºC. La máxima de 1,5ºC.
Pese a que en estas entradas frías las temperaturas más bajas se producen en las zonas más altas, en los valles, si se despeja, pueden darse situaciones de inversión térmica muy acusadas. Esto fue lo que ocurrió con los míticos -30º C de Calamocha, en aquel gélido 17 de diciembre de 1963. Suelo nevado, cielo despejado y viento en calma. Los ingredientes para una auténtica noche de hielo en el Jiloca. Además, esta mínima se dio en el observatorio que el INM tenía en las inmediaciones del campo de aviación, antes de que se trasladase a la actual ubicación, junto a San Roque.
Como dato curioso, en Valdellosa ya van 6 días completos prácticamente bajo cero...
Además, el Campo Romanos, toda la sierra de Cucalón y gran parte del Jiloca y Gallocanta aun mantenían hoy su manto nivoso. La laguna parecía completamente helada.
Lentejas de agua en "La Cangrejera", a la entrada de una pequeña acequia
En teoría la presencia de estas plantas debería ser buena de cara a mejorar la calidad del agua, ya que actuan como pequeños filtros verdes.
Los almendros y todo el arbolado disperso de esta zona lucían un brillo especial. A lo lejos parecía que estaban en flor. Flor de invierno.
Esta misma tarde he salido a dar un paseo tras la nevada que ha estado cayendo durante un buen rato. Había un espesor que variaba entre los 5 y los 8 cm., según zonas. El paisaje estaba espectacular, y no hacía demasiado frío. Rondábamos los 0ºC. Al rato, ha comenzado a nevar con fuerza de nuevo. Vuelta a casa, misión cumplida.
Una gozada.
Precisamente esos son los capítulos que más me han interesado. El imaginar los primeros pasos. Los viajes en autobús o tranvía a los secanos y sotos de los alrededores de Zaragoza, el uso de los prismáticos en el cuartel durante el servicio militar, el descubrimiento de los primeros libros sobre aves (¡en inglés o en francés!), el aprendizaje de la sabiduría popular de los pajareros, etc.
En definitiva, son los pasos que hemos seguido, varias décadas después, otras personas que, con más medios y en un ambiente más favorable, hemos tomado el camino de disfrutar y sufrir con la observación, el estudio y la conservación de las aves y sus hábitats.
Toda una generación de naturalistas surgimos en los años 70 de la pasión que nos transmitió Félix Rodríguez de la Fuente en su programa El Hombre y la Tierra. Era como una semilla sembrada. Su germinación fue lenta y no exenta de dificultades. ¿En que montañas se escondían el lobo ibérico, el oso pardo o el águila real? ¿Dónde estaba la fauna ibérica de los documentales de Félix en los campos y montes de nuestros pueblos? Ante nosotros teníamos unos paisajes que dejaban de ser como para las generaciones anteriores y que comenzábamos a contemplar con la fascinación por la vida silvestre. Algo que en Inglaterra, por ejemplo, hacía más de un siglo que ya venía ocurriendo.
Entonces, en el verano de 1981, cuando Félix nos había dejado huérfanos tras su accidente de Alaska, llegó a las librerías Fauna de Aragón: Las aves.
Adolfo Aragüés y Javier Lucientes, desde sus páginas, nos ayudaron a descubrir y comprender el paisaje rural y el enorme patrimonio ornitológico ....de Aragón. Una comunidad sin facultad de Ciencias Biológicas y sin Escuela de Ingenieros de Montes. Adolfo y su equipo nos transmitía el fruto de veinte años de observación y estudio de las aves en esta tierra, con la pasión de su espíritu y el poso de su experiencia. Esa fue otra enorme contribución. Tras su germinación, la semilla de Félix encontraba un suelo rico en humus.
Cierto es que ya habían comenzado una intensa labor divulgativa, primero en la prensa y después en la radio que resultó muy importante. Hacer a cambiar la mentalidad de la sociedad zaragozana, tan ufana de su urbanidad como desconsiderada de su pasado rural, no era nada fácil. Pero esta tarea no llegó a otros territorios y gentes de buena parte de Aragón.
Aquel libro fue toda una referencia. Nos mostró los caminos para comprender que la conservación de las aves es también la de los ecosistemas. Nos hizo ver que era posible a hacer ciencia estudiando los pájaros de nuestros pueblos.
Queremos agradecer especialmente el esfuerzo realizado en difundir y proteger la laguna de Gallocanta. Por esos azares de la historia, la pluviometría de la década de los 70 permitió unos niveles en este humedal que le hicieron ser, en poblaciones de aves acuáticas, uno de los más importantes de Europa y el segundo en la península Ibérica, tras Doñana. En el momento de máximo apogeo del desarrollismo agrario que, tras roturar miles de hectáreas de bosque, no dudaba en desecar la laguna para su puesta en cultivo. En aquel difícil momento, precisamente, Adolfo y su equipo, pusieron a Gallocanta en su lugar ante los investigadores y la sociedad.
Desde estas líneas, queremos trasmitir nuestra admiración y gratitud a personas como Adolfo Aragüés.
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