Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

viernes, 14 de marzo de 2014

UNA SINGULAR CADENA TRÓFICA

Cereales Teruel es una cooperativa que reúne a agricultores cerealistas de varias comarcas del sur de Aragón. Dispone a lo largo de este territorio de una red de instalaciones en donde se almacena el grano de las cosechas, se distribuye abono y plaguicidas a los agricultores, y también se realiza la selección de semilla para la siembra de sus socios, entre otras funciones.

Uno de estos centros se encuentra en Bañón. Cerca de la carretera Caminreal-Montalbán un conjunto de cuatro naves y una oficina emergen entre campos de labor a cierta distancia del pueblo y del esclarecido rebollar que asoma por el puerto.

foto cooperativa bañón

En una de ellas se viene produciendo una de esas lecciones de ecología que imparte la naturaleza que rompe los esquemas.

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Es la nave donde se encuentra la seleccionadora. Esta es una máquina que realiza la selección de las semillas que se van a utilizar como simiente. A ella llegan tractores con remolques cargados de cereal (trigo o cebada) procedente de la cosecha del verano anterior. Mediante unos tornillos el grano pasa por una compleja serie de dispositivos que lanzan aire, criban y seleccionan solo las semillas adecuadas. Como resultado de estos procesos queda un residuo formado por trozos de grano de cereal, semillas de especies arvenses y restos del tallo o de la espiga. Estos quedan apartados temporalmente en algún lateral de la nave.

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En su interior, además de diversos montones de grano, hay toda una colección de máquinas (abonadoras, sulfatadoras, sembradoras, etc.), fardos de sacos y montones de palés. Vamos, lo normal en una cooperativa cerealista.

Conforme entra el otoño, a medida que llegan los primeros hielos y empieza a escasear la comida cerca del pueblo, un nutrido bando de unos cincuenta gorriones comunes se instala en el interior de la nave. Ni los ruidos de la máquina ni el trasiego de los tractores les molesta. Se refugian en los huecos de las vigas y en los que dejan los palés. Tienen la comida que necesitan. Se lanzan a los montones de grano donde se alimentan de los granos rotos de trigo y de otras semillas. Se mueven con libertad por su espacioso interior. Calor no hace dentro de la nave, pero dormir bajo cubierto siempre es mucho más grato que hacerlo en el exterior. Y ya sabemos que las heladas invernales en Bañón son seguras.

A tal extremo llega su bienestar que en los meses más fríos no suelen a salir al exterior a pesar de tener la puerta abierta durante el trasiego de tractores y multitud de orificios bajo el tejado. ¿Para qué salir si disponen de lo necesario?

Pero, también para estos gorriones puede decirse aquello de que “no hay rosa sin espinas”.

Desde hace unos quince años se viene observando un ejemplar de gavilán que pasa varias semanas del otoño o del invierno en esta nave de la cooperativa de Bañón. Suele llegar con las primeras nevadas y fríos intensos. Y tampoco gusta de salir al exterior.

No sabemos si se trata del mismo ejemplar. Seguramente no. No lleva anillas ni otra marca. El gavilán es una especie que tiene un promedio de vida de 2,7 años y son muy pocos los que alcanzan los siete años de vida.

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Gavilán común. Foto: Rodrigo Pérez

Hace unos diez años aparecieron los restos de un gavilán en el interior de una abonadora.

Durante la época de cría no se conoce la presencia de esta rapaz en la zona. Sin embargo, es un invernante regular observándose en el entorno de bosquetes, sobre todo sotos, con áreas abiertas próximas y merodeando también en los núcleos urbanos donde caza tórtolas turcas, gorriones y lavanderas blancas. Al parecer, se trata de ejemplares procedentes del centro , norte y este de Europa.  

Este final de otoño, otra vez más, se instaló un gavilán en la nave de la seleccionadora. Y se acabó la tranquilidad entre los gorriones comunes. De hecho, tan apenas salían de los montones de palés. Permanecían horas y horas recluidos en su refugio. Tan solo se atrevían a salir para acercarse al montón de grano a comer. Poco más.

El pasado mes de diciembre le fotografiamos en uno de sus posaderos, en las vigas metálicas de la cubierta donde pasa horas observando los movimientos de los gorriones.

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La foto no es muy clara, pero predominan los tonos pardos. Pensamos que puede tratarse de una hembra adulta o de un joven –se aceptan opiniones- pues además los machos suelen permanecer cerca de sus territorios de cría. Pero, no se descarta nada.

Y, desde la viga se lanzaba a atraparlos la pequeña rapaz.

Sobre los montones de grano se veían abundantes restos de plumas…..

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testimonio de los lances del gavilán…

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También sobre el suelo de cemento cercano al montón de semillas …

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donde incluso quedan restos bastante completos de algún pobre gorrión a medio comer ….

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Esta invernada el gavilán permaneció seis semanas dentro de la nave. Su marcha coincidió con la evidente disminución de la población de gorriones (dejó de haber) y con la mejoría del invierno tras el paso de los frentes atlánticos y los chubascos asociados. No sabemos si es que los gorriones se marcharon o si es que se los fue comiendo uno a uno.

La nave era un ecosistema en sí mismo en la que se formaba una cadena trófica tan singular como sencilla:

cereal (trigo, cebada y plantas arvenses) – gorrión común - gavilán

Cadena que se puede hacer red integrando a los insectos que se alimentan del grano o a los descomponedores de los restos de los gorriones, por ejemplo.

Y, al tiempo, donde medían su fuerza, habilidad y astucia estas dos especies de aves.

No cuesta imaginar al gavilán, en otras ocasiones una especie tan esquiva, viviendo durante semanas en el interior de un edificio habitado por personas y con máquinas en pleno funcionamiento.

Es todo un espectáculo observarlo mientras espera con paciencia sobre su atalaya a que salgan los gorriones de su refugio….

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Y a los gorriones, volando hambrientos y raudos desde los montones hasta el al refugio de madera y viceversa.

Una lucha por vivir. Midiendo cada uno los riesgos. Desplegando cada cual sus estrategias.

¡Cuánto tiene que compensarles a los gorriones permanecer semanas en un ambiente tan peligroso mientras ven caer a sus compañeros de bandada!

Nos surgen muchas dudas. ¿Son diferentes ejemplares los que viene cada año? Si ese es el caso, ¿tienen algún parentesco entre sí? ¿De dónde vendrán? ¿Son ejemplares jóvenes? Si son diferentes ¿cómo llegan a conocer este recurso?

José Antonio Sánchez y Chabier de Jaime

1 comentario:

Jesus Lechon dijo...

Poco después de morir el Señor Buho, encontramos muerta en el suelo, de pena, de vieja, ¿quién sabe? a la Señora Buho. Llevaban con nosotros desde el principio, media docena de años, instalados en lo alto de las estructuras de las naves. A las seis cuando te ibas, los veías salir, y a las ocho de la mañana siguiente, al llegar tú, volvían a su nido.

Su muerte fue una desgracia en todo, también económica como luego se vio para nosotros, paralelamente cortaron los naranjos que nos rodeaban y los gorriones encontraron cobijo en la nave cerrada, sin comida ni agua, se asentaron en ella, y ahí siguen, están todo el año, ahora empiezan a criar, entran y sale como ratones, por cualquier hueco, del suelo, del tejado, de las paredes, hasta que no los vi entrar, reptar, me resistía a creerlo, son como ratones con plumas, hemos tapado cientos de huecos y han aparecido otros tantos.

En las naves exteriores, en ausencia de los Buhos, llegaron las palomas, fieles a su horario, el contrario que el nuestro, y a criar y criar. Tapamos los huecos y ahora apenas quedan unas parejas. ¡Cuánto echamos de menos a los Buhos!

Entre tanto apareció la(s) pareja de Gavilanes, se instaló y de vez en cuando para justificar su presencia persiguen alguna paloma, cazan algún gorrión, y sobre todo ratas. Están tan acostumbrados a nuestra presencia que prácticamente los puedes tocar, viven aquí todo el año, por cierto, los creía más longevos, pronto criaran, el año pasado, de las dos parejas, una en cada extremo de las naves, la una crió tres polluelos, uno de los cuales se cayó del nido y murió. De vez en cuando, aparece un Buho, o similar, intenta entrar, y salen los Gavilanes a echarlo, y lo echan dejando claro que estos 18000 metros cuadrados son suyos. A pesar de criar todos los años, solo hay dos parejas, el resto,los hijos, imagino se buscan la vida en otros lados. Algunos, pobres, les tocara subirse a Teruel, a pasar frio, que no hambre.

Recuerdos.