Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

domingo, 9 de septiembre de 2012

HIERBA VENENERA TAMBIÉN EN NUEROS

Mi primer contacto con Peganum harmala tuvo lugar durante mis estudios universitarios de la mano de Javier Ferrer, un compañero de Farmacia que entonces ejerció una profunda influencia en mi formación. Me habló del conocimiento por los pueblos norteafricanos de sus efectos farmacológicos recogidos por Pius Font Quer y de una incursión que hizo al valle del Ebro para conocerla directamente.

Es una planta inconfundible y bastante popular. Llamada armalá, alharma o gamarza en Castilla y como venenera en el Jiloca, su nombre genérico alude al nombre griego de la ruda (Peganon) a la que recuerda por su olor maloliente. Pertenece a la familia Zygophyllaceae, propia de estepas templadas y con suelos salinos.

Es una planta de hábito arbustivo aunque con las partes superiores herbáceas. Alcanza entre los 30 y los 60 cm. Tiene unos tallos muy ramificados de sección redondeada en las partes bajas y algo angulosos en las altas. Las hojas son alternas carnosas, carentes de pelillos (glabras) y están profundamente divididas. Las flores son solitarias, tienen un pedúnculo, 4 o 5 sépalos persistentes y cinco pétalos de color blanco.

 Flor de venenera. Foto: Russ Kleinman

Los frutos son cápsulas esféricos con entre 2 y 4 compartimentos. En esta imagen puede vérsela en plena fructificación.

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La venenera es una planta muy interesante bajo un punto de vista biogeográfico. Tiene su óptimo en ambientes desérticos o subdesérticos de una amplia región comprendida entre el Mediterráneo oriental y el mar Caspio (Iranoturaniana), aunque se extiende hacia la India, el norte de África (Saharosíndica) y el sur de Europa occidental.

Crece formando matorrales o pastizales vivaces sobre terrenos margosos y ligeramente salinos. Esta imagen tomada  de Diario de un copépodo cerca de las gargantas del Ziz (Marruecos) corresponde a un paisaje con su ambiente típico.

Peganum harmala

En primer término una mata de Peganum harmala. Foto tomada del blog Diario de un copépodo

En Aragón está presente en terrenos especialmente secos y soleados, sobre variados sustratos pero especialmente sobre aquellos arcillosos-carbonatados y que están afectados por la influencia de humanos y ganados, como cunetas, solares, cultivos abandonados y depresiones algo salinas. Es común en el sector oriental del valle del Ebro aunque entra en algunos valles de la cordillera Ibérica como el Jalón-Jiloca, el Alfambra-Turia y el Martín.

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Mapa tomado de Atlas de la flora de Aragón

En la comarca del Jiloca ha sido citado por Ferrer en Navarrete y Cutanda, aunque nosotros la hemos encontrado en las eras de Olalla y, recientemente en el entorno de Nueros como muestra esta imagen.

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Se trataba de un talud de conglomerados sin cementar cerca del camino que baja del pueblo al arroyo del Chorrillo.

La presencia en la península Ibérica de esta y otras plantas de óptimo iranoturaniano o saharosíndico se explica por el episodio de aridez que se produjo durante la crisis del Mesiniense (5,96-5,33 Ma) en la el cierre de la conexión entre el Atlántico y el Mediterráneo provocaron, además de una desecación casi completa de éste (con el depósito de potentes estratos de sales) una aridificación ambiental en el sur de Europa y el norte de África, además de una conexión territorial entre ambos territorios. En este periodo de 600.000 años se facilitó el intercambio entre las comunidades biológicas de ambos continentes y el acceso de organismos procedentes de las estepas áridas de Asia occidental hacia el sur de Europa. Esto explica la presencia de insectos y plantas propias de Irán, Siria o Turquía en el valle del Ebro, en el sudeste peninsular o en el valle del Tajo.

Resulta fácil pensar que los pueblos norteafricanos que se instalaron en el valle del Ebro encontraron al llegar plantas que había en sus tierras de origen. No solo nos une una historia cultural sino también unos ecosistemas.

Recreación de la crisis del Mesiniense

La hierba venenera es especialmente conocida por los efectos de sus principios activos. En la semilla contiene alcaloides de estructura indólica y piridínica, como el harmano, la harmina, la harmalina y el harmol. Algunos de estos productos tienen una semejanza estructural con la serotonina, neurotransmisor que participa en la bioquímica del sistema nervioso central (SNC).

Indol

En las culturas norteafricanas han empleado la decocción de sus semillas y frutos como estupefaciente (excitante del SNC) ya que produce una sensación de embriaguez que les resultaba deliciosa. Curiosamente, estos efectos son muy similares a los que ejerce el yagé (Banisteriopsis caapi) consumida por los indios americanos y que también un alcaloide del mismo grupo indólico. Además, Peganum harmala ha sido empleada por pueblos árabes  sus efectos hipnóticos, sudorífico, vermífugo, emenagogo, así como contraveneno y ante mordeduras de serpientes.

Cualquier parte de la planta es tóxica, pero en especial las semillas. Su empleo medicinal debe realizarse bajo prescripción de un facultativo. Su combinación con el alcohol puede provocar la muerte. Cuidado, pues.

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¡Cuantas historias alrededor de una hierba que crece en un talud de Nueros!

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