Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

viernes, 28 de noviembre de 2014

EL SARGATILLO, UN BOSQUETE EN LA ACEQUIA

Sargatillo es el nombre popular en el valle del Jiloca de una especie de sauce que los botánicos llaman Salix atrocinerea y que en los libros aparece como sarga negra o sauce salguero.

En nuestra zona aparece como una mata alta aunque a veces puede llegar a ser un pequeño árbol. El tronco suele ser derecho y el ramaje abierto. La corteza en los brotes jóvenes es bastante lisa y de un color gris verdoso. Al engrosar se agrieta y adquiere un tono oscuro. Las hojas tienen un peciolo muy corto y el limbo alargado y algo más ancho hacia el ápice, con el borde levemente dentado y unos nervios rojizos muy marcados en el envés.

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Crece en las llanuras de inundación, cerca del río, en amplias zonas del Jiloca, el Huerva  y la cabecera del Aguasvivas. En el valle del Pancrudo, a pesar de ser un terreno aparentemente muy propicio, es menos común. Es el sauce más común en la península Ibérica, de la que casi es endémico si se exceptúa su presencia en Marruecos y en el sur de Francia.

El sargatillo ha sido una especie muy pegada a nuestro terreno. Le gustan las vegas profundas ricas en limo y con el freático muy alto. Es una planta muy bien adaptada a las riberas de estas tierras altas donde jugaría un importante papel en las antiguas selvas fluviales. El ser humano, necesitado de tierras de labor, en los últimos siglos ha ido conquistando terreno al bosque de ribera y transformándolo en los actuales campos de regadío de los fondos de valle.

Y ha sabido aprovechar lo que de útil le ofrecían las especies autóctonas. Así pues, el sargatillo ha encontrado un hueco en estos agrosistemas.

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Es eficaz reteniendo el talud de las riberas con su trabada red de raíces lo que garantiza la protección de los márgenes de las huertas, tan valiosas. Con su sombra limita el desarrollo del cañizillo (o carrizo), lo que le evita las tareas de limpiar las acequias. Pero, sobre todo, ofrece una madera muy empleada como leña en los hogares de los pueblos. En la imagen, palos de sargatillo secándose al final del verano en las eras de Fuentes Claras para su empleo como combustible doméstico durante el invierno.

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Ofrece además diversas funciones ecológicas. Con su ramaje bajo retiene restos vegetales transportados por las aguas. Soporta las avenidas con la flexibilidad de sus ramas amortiguando la violencia del agua a modo de pequeñas presas. Ofrece hábitat a diversos invertebrados que se alimentan de sus hojas o ramillas. Su denso follaje sombrea el agua reduciendo su temperatura e incrementando su concentración de oxígeno, lo que indirectamente favorece a la fauna acuática menos tolerante a la eutrofización. Es el riñón del río, como bien decía José Manuel González.

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El sargatillo se presenta como un tallar. Es decir, como un conjunto de numerosos tallos que parten directamente del suelo y que comparten un mismo sistema de raíces. La corta se hacía a matarrasa. Y de cada pequeño tocón nacían nuevos brotes formando otra nueva mata. Aunque los brotes son jóvenes, la mata puede ser muy vieja, incluso centenaria.

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Estos conjuntos lineales de tallares crecen en las riberas de ríos y de acequias. Forman un elemento característico de las vegas componiendo unas alineaciones arborescentes de gran belleza en los márgenes de las huertas. Son otro elemento característico de la arquitectura vegetal del paisaje de estos altos valles de la cordillera Ibérica. Otra construcción humana.

3 comentarios:

Jesus Lechon dijo...

El cortar los sargatillos (que palabra tan bonita) del riachuelo era una tarea que año tras año se quedaba por hacer, hasta que resulto inevitable, o se cortaban, o ni caballerías ni tractores podrían entrar, había tantas y tan importantes faenas alrededor de la tierra en aquellos años, que era complicado encontrar hueco, remolacha, maíz, vendimiar… Leña para la estufa y la gloria. Finalmente llego el día. Sierra de arco de toda la vida y la chuela “No sufráis, aunque parezca la selva Corea, en cuatro días retoña” Así fue.

http://recuerdosdecalamocha.blogspot.com.es/2009/11/ave-que-vuela.html

PD Recuerdos.

FER

Finalmente no se que harías con el azafrán variedad LeroyMerlin del año pasado, pero yo, como me sobra tierra, deje la maceta en un rincón, para mas inri, le puse otra maceta encima, y hace un par de semanas, reorganizando la tierra de la terraza, la saque a la luz, y allí, sin ver el sol en diez meses ni una gota de agua, el azafrán luchaba de nuevo por salir. Veremos en que acaba este año, si hay o no cosecha. Las mañanas resultan emocionantes, ir a la maceta y ver si hay rosas.

Fer dijo...

Me pasó algo muy similar... Puse cebollas en muchas macetas y me olvidé de ellas. Hace unos días empezó a salir uno junto al rosal de las orugas, pero ¿y la flor? ¿La has llegado a ver tu? Yo no... Lleva las mismas marchas del año pasado. Azafrán del Leroy, flores ni ayer ni hoy

Jesus Lechon dijo...

En cuanto a flores, rosas, no albergo muchas esperanzas, gracias a dios no dependemos de que haya o no cosecha, de lo contrario no dormiríamos. Voy tomando fotos, veremos en que acaba todo esto.

Sin duda alguna somos unos abrazaterrones sin remedio, en valenciano suena más romántico, terrafertis.

Acabo de comprar cebollas de la variedad Sr Alcampo, primo hermano del Tio Leroy, menuda sorpresa, ver azafrán allí, … junto a los kit de tomates cherrys para terrazas, que obviamente, no hemos comprado, si bien ahora mismo, hay 18 grados y casi seria mas fácil ver tomates que rosas. Ya os contare.

Recuerdos