Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

lunes, 5 de septiembre de 2011

EL MAROJO, SEDIENTO

El verano está siendo muy seco. Entre julio y agosto, en el pluviómetro de casa (Calamocha) apenas se han recogido algo más de una veintena de litros por metro cuadrado. Esta sequedad se percibe tan pronto te alejas de las vegas y la están acusando tanto los cultivos como los montes y los ríos.

El miércoles estuve en la sierra de Pelarda y pude percibir una muestra de este estío tan reseco.

El marojo es un roble que aunque dispone de diversas adaptaciones, pierde durante su desarrollo vegetativo (primavera y verano) un buen volumen de agua mediante la transpiración ya que tiene una hoja bastante grande. Por ello, crece en los montes de naturaleza silícea que dispongan de suficientes reservas hídricas en el suelo, bien por ser estos profundos o por tratarse de sustratos con gran capacidad de retención. Y, todavía mejor, si se hallan en zonas de escasa insolación (umbrías).

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Marojo brotando a finales de mayo en Bea.

Un año de pluviometría media, a lo largo de octubre la hoja del marojo vira en pocos días del verde al amarillo para acabar seca permaneciendo sobre las ramas durante el resto del otoño y buena parte del invierno. A lo largo del inicio de la primavera caen las que han permanecido para ser reemplazadas completamente por hojas nuevas. Es decir, renueva todo el follaje pero sus hojas no caen al inicio del otoño. A esta estrategia se le llama marcescencia.

Los marojales de la sierra de Pelarda comenzaban a mostrar secas sus hojas a finales de agosto.

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La hoja del marojo se seca en pleno agosto en Olalla. Foto: Santiago Julián

Estos robles, incapaces de mantener el ritmo de transpiración que les exige la elevada superficie foliar, optan por dejarlas secar sus hojas. Este es el aspecto que ofrecían, algo insólito por estas fechas.

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Aspecto actual de un pie de marojo. Foto: Santiago Julián

Esta respuesta puede ser mantenida por la especie durante algunos años, pero si se hacen regulares los episodios  la sequedad estival a largo es posible que la permanencia de estos robles mediterráneos en entornos donde se halla en sus límites ecológicos (como las sierras del Jiloca) se vea comprometida y sean reemplazados por otras especies más tolerantes, como el rebollo y, aún mejor, la carrasca.

2 comentarios:

Fer dijo...

Justo iba a hacer la próxima entrada con este tema :P

Prácticamente en todo el prepirineo, de este a oeste, pude observar la semana pasada que está sucediendo lo mismo con el Quercus faginea, especialmente en las zonas más expuestas al sur.

En el valle del Ebro algo similiar ha ocurrido con los fresnos, y la mortalidad de olmos se ha incrementando dramáticamente (a la sequía hay que sumar el mal estado que presentan por el ataque de la grafiosis).

Y ya en la ciudad se ve muy claramente en los paseos con plataneros, cuyos suelos están llenos de hojas como en pleno noviembre.

Reflejo de un verano seco y un mes de agosto muy caluroso.

Anónimo dijo...

Lo mismo esta rasando en Rumania.