Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

jueves, 21 de enero de 2016

BUBUTA EN SALDÓN

A diferencia de los competitivos protagonistas de la película "El Gran Año", nosotros no ocultamos que estamos participando en este concurso de observar el mayor número de especies de aves durante el presente curso. Así, estos días ponemos más atención cuando te asomas a la ventana, sales a la calle o trabajas en el campo. Y, poco a poco van saliendo.

Pensábamos hacer una escapada después de Reyes a conocer Salamanca, sus dehesas, montañas y pueblos. No pudo ser. Trabajo en casa y mal tiempo. Pero, como no nos resignábamos decidimos hacer una corta escapada a pajarear por la sierra de Albarracín. Solo un día. Solo a ver aves. Las invernantes que acuden regularmente a los sabinares, campos y espinares. José Beneito nos había dado buenas indicaciones y allí que nos fuimos el día 7 de enero. 

Llegamos de noche. Cenamos y nos acercamos al Rodeno a escuchar algún ave nocturna. Lo único que oímos fue el viento, el intenso viento frío que sacudía las ramas de los pinos rodenos. Imposible escuchar al carbo o al , como aquí les llaman. Volvimos a dormir a Albarracín.


Por la mañana, salimos frescos a pajarear por el parque y el paseo fluvial. Once especies nuevas (al inicio del año es fácil) en una hora y media, entre ellas el mirlo acuático que pasó como un bólido dos veces ante nosotros.

Mirlo de agua (Cinclus cinclus). Foto: J. Beneito.
Nos fuimos al Rodeno. Nos asomamos al barranco del Cabrerizo. De nuevo viento. Oímos algunos páridos y algún fringílido que no supimos identificar pues se ocultaban fácilmente entre las copas. 


A quien sí que vimos fue a numerosos bulderos, con sus colchones de aquí para allá, alojados en sus caravanas. Por lo visto, Albarracín es la meca del búlder. Cada loco con su tema.

Seguimos hacia Dornaque. Pudimos observar cuatro nuevas especies. Dos muy interesantes. Carmen descubre un pinzón real sobre unos chopos ...

Pinzón real (Fringilla montifringilla). Foto: J. Beneito.
y, más allá, entre los viejos pinos rodenos oímos y después vemos al trepador azul, conocido en la sierra como picarrilla

Picarrilla o trepador azul (Sitta europaea). Foto: J. Beneito.
Probamos suerte con la becada recorriendo la chopera cercana al arroyo pero no la hubo.

Nos acercamos a Saldón, uno de nuestros objetivos. José nos había informado que dos semanas antes acudían a beber a la balsa cercana al pueblo las seis especies de tordejas (zorzales y mirlos). El día empeora. Además de frío y viento, comienza una llovizna. En la balsa no hay ave alguna. Las lluvias de esta semana ofrecen charcos por doquier a las tordejas que las vemos aquí y allá, casi todas corresponden al zorzal común y en menor medida a zorzal charlo (tordeja parda).

Tordeja grande o zorzal charlo (Turdus viscivorus). Foto: J. Beneito
Buscamos la balsa del Charco, por probar suerte de nuevo, pero confundimos el camino. Junta al mismo, pajares en ruina invadidos por espinos. Sigue lloviendo. Movimiento de pajaricos y nos parece ver un escribecartas. Es tiempo y terreno de escribano cerillo. Sin suerte pues salen raudos y se refugian en los ribazos entre campos aún no labrados. Comiendo sobre la tierra de los rastrojos docenas y docenas de nevateros.


Seguimos por el camino. Paramos y sin salir del coche, pues sigue lloviendo, prospectamos un raso salpicado de sabinas. Zorzales comunes sobre todo, pero también charlos y algún mirlo común (tordeja negra) picotean los conos de las sabinas caídos sobre el suelo. 

Tordeja o zorzal común (Turdus philomelos). Foto: J. Beneito 
Son muy numerosos. Y relativamente confiados. Están a lo suyo, a comer mientras haya horas de luz. Entre las ramas vemos una bandada de gurriatos (gorrión común) y algún papirroyo. 

Carmen me dice que ha visto entrar un pájaro grande en la rama bajera de una sabina. Ella lleva unos prismáticos viejos y ya baqueteados que no superponen bien las imágenes de cada lente. Yo, con los míos nuevos no lo veo. Carmen insiste y comenta que le ve la cabeza naranja. Vaho en la luna del coche, efecto lupa del cristal delantero, gotas de lluvia ... el limpiacristal barriendo. Uf. Ya te veo ... ¡¡¡una bubuta!!!

Pareja de bubutas (Upupa epops) en sabina albar. Foto: J. Beneito
Tranquila descansa mientras cae la lluvia. Nos ve. Despliega la cresta y, al poco, levanta el vuelo mostrando su plumaje negro y blanco. Una abubilla en pleno mes de enero, a 1.400 m de altitud y en uno de los rincones de clima más continentalizado de la península Ibérica.

La bubuta, bubut o burburica, que de todas maneras se llama a Upupa epops es un ave que nidifica en la casi toda la península, siendo estival en la mayor parte y sedentaria en el litoral mediterráneo y en el suroeste. Interesante información sobre la especie y, en especial, sobre el comportamiento migratorio de la abubilla puede encontrarse en la magnífica página Pajaricos.

 
Izquierda, área de distribución mundial de Upupa epops (Fuente: Handbook of the birds of the world). Derecha, área de distribución en España (Fuente: SEO). Código de colores: amarillo estival, azul invernante, verde sedentario.

Así, observar a primeros de enero una abubilla en Puzol, en Alcañiz o en María de Huerva no es del todo raro. Verla en Caminreal, a 900 m de altitud, a mediados de diciembre (como hizo Enrique Pelayo en 2005) es menos frecuente. En Saldón, a 1.400 m es todavía más difícil.

La explicación puede venir de la climatología extrañamente benigna del pasado otoño. Muy posiblemente, esta bubuta no haya llegado a marcharse de Saldón. La vimos junto a una granja de ovejas en la que había una gran femera de sirle donde se habrá alimentado de larvas de insectos que no han sentido el frío. Fue la sorpresa de la jornada.

Seguimos dirección Terriente. En esta zona de sabinares y de labores con ribazos con espinos hicimos seis especies nuevas, entre ellas el picogordo y el mirlo capiblanco, aquerenciados a majoleras y endrineras.

Picogordo. Foto: J. Beneito.
Ya en el Algarbe, completamos con otras tres especies más, una de ellas la pollica de agua (ahora gallineta) cada vez más difícil del ver el el Jiloca, antaño común y desparecida tras la llegada del visón americano.

Una divertida jornada de pajareo por unos bosques, especialmente los sabinares albares, que pensamos todavía no reciben el reconocimiento social que merecen de acuerdo a su singularidad.  

Y la sensación de que nos estamos asomando a una nueva situación ambiental. Las aves migratorias estivales comienzan a permanecer en latitudes y cotas impensables hace cuarenta años. Estamos asistiendo a grandes cambios ecológicos.    

5 comentarios:

Jesus Lechon dijo...

Caray, me ha encantado el uso del término “pajarear”, consultado inmediatamente con la RAE, esta tarde lo hare con el Maria Moliner. Me he quedado a cuadros, por no decir de piedra, con el tema de la escalada. Y he disfrutado un montón con la Abubilla, de la cual creía que tenia la suerte de vivir de contino en Calamocha.

Recuerdos

Carmen Soguero dijo...

¡Esto engancha!

Anónimo dijo...

Hola,
una pregunta: ¿qué especie de pájaros son los "nevateros"?
Gracias.

Bonito artículo.

Chabier dijo...

En muchos pueblos de Teruel llaman nevateros a los "pinzones vulgares". Aunque es una especie sedentaria, entran bandos a invernar y se acercan mucho a los pueblos los días de nevada. Tal vez les venga de ahí el nombre.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la aclaración.

Saludos