Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

martes, 18 de diciembre de 2012

DE MIRLOS Y ENEBROS

La vegetación de los montes del Alto Cámaras se está recuperando lentamente de siglos de sobrepastoreo y de quemas ganaderas. Le cuesta. Los suelos se han degradado tanto y las pendientes son tan acusadas que solo plantas muy austeras consiguen resistir la sequedad de estos ambientes, tan iluminados y con tan escasa retención hídrica. El lastón, la aliaga y el tomillo lo consiguen. Comienzan a sujetar el suelo, le aprotan nutrientes y reducen la escorrentía superficial. Es la primera etapa de la sucesión ecológica.

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Imagen estival del Alto Cámaras

Pero este es un proceso dinámico. En algunas laderas ya comienzan a menudear pequeños arbustos, plantas algo más exigentes pero todavía muy resistentes a estos ambientes tan abiertos y a estos suelos tan degradados. Sobre todo destacan dos: el escaramujo o zarza escalambrujera y los enebros.

En las comarcas del Jiloca y Campo Daroca hay dos especies de enebros. En algunos pueblos los conocen como inebros o ginebros, evolución del nombre genérico (Juniperus). El más abundante es el enebro común (Juniperus communis), mejor adaptado al frío de estas tierras. Se reconoce por su única línea blanca en las hojas aciculares y por sus pequeños gálbulos azulados que producen los pies femeninos. En la sierra de Oriche es el más frecuente.

Juniperus communis  

La otra especie de enebro es el oxicedro o enebro de la miera (Juniperus oxycedrus). Es fácil de reconocer por presentar dos líneas blanquecinas en cada acícula y por que los pies femeninos suelen tener unos gálbulos de color marrón rojizo.

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Son tan parecidos externamente los dos enebros y tan comunes en estos ambientes deforestados, africanizados que diría el naturalista José Manuel González, que pasan desapercibidos entre sí. Son como un relleno en el paisaje.

Hace unas semanas andando un barranco del término de Bádenas me llamó la atención un acúmulo de gálbulos de color cuero sobre el suelo. Levanté la vista y se trataba de una mata de enebro de la miera…

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… con su típicas ramas caídas y su porte abierto y algo desgreñado.

Un mirada más atenta me hizo observar una gran concentración de excrementos del mismo color junto a los conos caídos del enebro.

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Estos días de otoño están cayendo los gálbulos al suelo. Allí los comen unos pájaros de tamaño medio, pienso que túrdidos, debiendo estar un buen rato bajo el arbusto, pues eran muy abundantes.

No lejos, entre las zarzas que crecen en el fondo del barranco, se oyó alborotar al responsable. Un mirlo común.

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Uno de los pocos pájaros que vimos aquella mañana fría y gris. Uno de los pocos sonidos que acompañaban al del arroyo, meses y meses seco, pero estas semanas con su pequeño caudal.

El mirlo también se beneficia de este otoño pródigo en frutos.

Aunque para el enebro esta relación con el mirlo no es de mucho beneficio pues contribuye en poco a la dispersión de las semillas y a reducir la competencia de las plántulas con la planta madre.

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