Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

domingo, 2 de diciembre de 2012

ESPLENDOR MICOLÓGICO EN EL CARRASCAL

La carrasca (Quercus ilex ss. ballota) es un árbol muy bien adaptado al clima mediterráneo, que es el que presenta sequedad estival, justo en el momento más favorable para el crecimiento y el desarrollo vegetal, y por la irregularidad en el régimen de precipitaciones. En el piso supramediterráneo, además, debe sobrellevar las bajas temperaturas invernales. Las altas temperaturas estivales incrementan la transpiración a través de los estomas de las hojas, precisamente cuando ya se están agotando las reservas hídricas del suelo, consumidas por el desarrollo vegetativo a lo largo de la primavera.

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¿Cómo adaptarse a esta presión ambiental?

Por un lado, mediante un sistema radicular muy desarrollado, tanto en profundidad como en superficie.

Por otra parte mediante la esclerofilia, un tipo de hoja endurecida y coriácea muy bien preparada para reducir la pérdida de agua. Las hojas esclerófilas tienen en el haz una cutícula externa rica en ceras que la impermeabilizan y una pátina blanquecina que favorece la reflexión lumínica. Por debajo, tienen una gruesa epidermis formada por varias capas, algunas de las cuales están lignificadas y enriquecidas en fenoles constituyendo así un tejido (esclerénquima) que además de conferirle turgencia, le otorga una elevada dureza. En el envés se concentran los estomas, que están protegidos por una capa de pelos que le otorga un característico color blanquecino.

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La esclerofilia le protege además de las heladas invernales, lo cual le permite mantener la hoja durante todo el año. El carácter perennifolio le ofrece dos grandes ventajas.

Una de ellas es el no tener que fabricar todas las hojas en la primavera, lo que le hubiera supuesto un elevado consumo hídrico en detrimento de las reservas hídricas del suelo. En primavera, del extremo de sus ramas, produce un cortos vástagos leñosos (ramillos) desde los que nacen las hojas del año.

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La segunda es el hecho de que disponer de hojas durante todo el año les permite realizar la fotosíntesis durante todo el año, siempre que las temperaturas y la humedad del suelo lo permita. Es decir, aprovecha para fabricar compuestos orgánicos propios periodos que un árbol caducifolio (o marcescente) no podría emplear.

Las hojas de las carrascas permanecen sobre las ramas entre dos y cuatro años. En promedio, unos 2,7 años.

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Cuando caen al suelo inician un muy lento proceso de humificación. Recubren las hojas caídas en años anteriores preservando la humedad del suelo. Su descomposición es muy lenta por la abundancia de lignina (complejo polímero aromático), de ceras y de otros compuestos de difícil hidrólisis. Algunos autores (Gallardo) apuntan que la esclerofilia es una estrategia adaptativa de las plantas al crecimiento en suelos pobres ya que el nitrógeno orgánico queda eficientemente retenido en la hojarasca evitando su lavado vertical tras las lluvias primaverales, previas al periodo de máximo consumo.

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En la descomposición de la hojarasca se produce la mineralización del nitrógeno y de otros nutrientes minerales. En este proceso, los hongos tienen un papel determinante. Los hongos son los digestores de la biomasa muerta

La carrasca, cuando crece sola, presenta una forma esférica al crecer en todas las direcciones. Esto le permite crear un microclima más húmedo en su interior, al no acceder la luz y al reducir el efecto desecante del viento. El denso follaje frena las lluvias torrenciales y limitan la pérdida de humus arrastrado por escorrentía. Digamos que atesora su humus y crea condiciones apropiadas para su –lenta- descomposición.

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Cuando las carrascas forman bosques maduros, este proceso lo realiza el conjunto de la masas forestal siendo sistemas más estables, disponiendo entonces de una mayor resistencia a la desecación y mayor capacidad de descomposición de los restos orgánicos vegetales.

En el clima mediterráneo las precipitaciones son escasas y de distribución irregular. El desarrollo de los micelios de los hongos queda supeditado a la existencia de suficiente humedad en el suelo, Durante periodos largos de sequía, en ocasiones de varios meses, la hojarasca ralentiza o detiene su humificación. Tan solo los niveles más profundos mantienen un cierta humedad aunque es insuficiente para el desarrollo de los hongos. Así se mantienen meses y meses. Pero prolongados episodios de temporales de otoño pueden bruscamente cambiar el proceso, sobre todo si han venido precedido de algunas tormentas.

El final de primavera y el inicio del verano fueron abundantes en lluvias en el Alto Cámaras. Como muestra, en junio y julio fueron recogidos 52,2 y 16,4 L/m2 respectivamente en el monte Herrera. Agosto y septiembre fueron meses secos, pero las copiosas lluvias de octubre y noviembre (115 L/m2) han favorecido que el humus permanezca empapado durante varias semanas. Los días nublos y la casi ausencia de heladas, favorece el rápido desarrollo de los micelios y la formación de cuerpos fructíferos.

Bajo la fronda destacan los cortinarios …

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… las babosas ….

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… las macrolepiotas …

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… los boletos …

Boletus

… la rúsulas ….

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… champiñones …

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… o los clitocibes …

Clitocybe rivulosa

… además de otros que no reconocemos ….

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En las zonas abiertas próximas otras especies enriquecen la flora fúngica, como la negrillas (o grisetas) ….

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… algunos formando corros de brujas …..

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… agrupadas en los prados ….

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… o entre los musgos ….

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Muchos de estos hongos forman micorrizas, asociaciones simbióticas entre las hifas del hongo y las raíces de las plantas. Otras especies de hongos son estrictamente saprófitas, obteniendo sus nutrientes a partir de la biomasa muerta a la que contribuyen a mineralizar.

En cualquier caso, la riqueza en hongos es un indicador del estado de salud del monte. De su vitalidad.

Bajo tierra hay complejos y sutiles entramados de micelios, apenas visibles, que participan en procesos fundamentales del funcionamiento de los ecosistemas terrestres. La vida de los hongos todavía guarda muchos secretos por conocer que nos ayudarán a comprender la vida en los bosques y prados.

Mientras tanto, disfrutemos de su presencia respetándolos al máximo. 

José Antonio Sánchez y Chabier de Jaime

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