Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

viernes, 2 de marzo de 2012

VARIACIÓN HISTÓRICA DE LOS NIVELES DE LA LAGUNA DE GALLOCANTA

En ocasiones, los sucesos naturales acontecen en circunstancias sociales muy especiales.

A principios de la década de los 70 del pasado siglo, una serie de años lluviosos aportaron precipitaciones tales que el nivel de la laguna de Gallocanta alcanzó los 2,5 metros de profundidad. El desarrollo de la vegetación acuática propició unas esplendorosas invernadas de porrón común, pato colorado y focha común, a la vez que una pléyade de aves acuáticas estivales pudieron criar en sus playas y prados. Mientras tanto, la labor de Félix Rodríguez de la Fuente, creador una incipiente sensibilidad por la Naturaleza en los ciudadanos, su declaración como Zona de Caza Controlada y los estudios ornitológicos de Julio Guiral, Paco Hernández, Javier Lucientes y Adolfo Aragüés. Permitieron poner en el mapa a este humedal aragonés.

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La sequía de la década de los años 80 nos resultó frustante a muchos jovenzanos naturalistas que no terminábamos de aceptar la realidad de una laguna seca. Al escuchar a los vecinos mayores del Campo de Bello aprendimos que, a lo largo del siglo XX, los episodios de sequías fueron mucho más frecuentes que los de aguas altas en la laguna y, sobre todo, que las oscilaciones formaban parte de su funcionamiento natural.

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Mientras tanto, la publicación de los manuscritos de la “Descripción General del partido de Daroca” de Mariano de Traggia (1789) nos dio a conocer que “en los años de 1673 sólo el pueblo de Gallocanta sacaba del arrendamiento de su pesca ochenta mil reales de vellón y diez y ocho arrobas de tencas sin la caza de los gansos, anadones, cabezudos, fochas, chilladeras, gumietas, chorlitos de varias especies y hermosos Gorriones, sin otras desconocidas que se ven muchos años, no se pesca alguna en el día”. La presencia histórica de peces de agua dulce apuntaba a unos niveles muy superiores a los conocidos en el último ciclo húmedo un hecho que contrastaba con la experiencia reciente y la falta de perspectiva temporal para comprender los sucesos naturales. Así, la veracidad de este documento fue cuestionada pero la duda estaba sembrada.

La cuestión era: ¿el comportamiento de la laguna de Gallocanta durante los últimos siglos había sido como el de los tiempos recientes desde que se disponen de series?

Recientemente, el artículo “Evolución histórica de la laguna de Gallocanta. Un análisis documental” que ha sido publicado por Rogelio Galván Plaza en el nº 39 de Xiloca viene a aportar luz sobre este asunto.

El autor hace acopio de once documentos históricos con noticias sobre la laguna de Gallocanta emitidos entre el siglo XVII y el XX. Especialmente importantes son aquellos que forman parte de los tres proyectos de desecación y canalización del humedal para su puesta en cultivo. En ellos se aportan datos sobre la longitud, anchura y profundidad en diferentes momentos.

El primero de ellos, es el informe elaborado en 1790 por Juan José Martínez, párroco de Gallocanta, y el informe sobre la desecación de la laguna de Gallocanta de la Sociedad Económica de Amigos del País en 1797. El primero afirma que “En lo antiguo esta laguna criaba tencas con abundancia, especialmente la porción que hay enfrente de Gallocanta, que estaba dividida de las demás por el paraje que llaman los Picos con una argamasa de cal y canto que en el día está derruida …”.  Esta información coincide con la de Mariano Traggia pero además aporta la existencia de una infraestructura concreta para la explotación piscícola. Recientes análisis de los sedimentos de ese sector del humedal evidencian la existencia de unos conglomerados que probablemente se traten de los restos de la citada argamasa.

Las noticias del nivel de la laguna apuntan para el siglo XVIII un comportamiento similar al que conocemos, con largos periodos de nivel bajo y una cierta continuidad temporal en el aprovechamiento de la sal, lo que requiere condiciones de sequedad.

En la Memoria para la desecación de la laguna redactada por el Ayuntamiento de Gallocanta en 1852 se alude a una inundación por grandes aguaceros en 1845 que elevarían el nivel hasta nueve o diez varas más de lo que antiguamente y que permitió que se pudieran recoger miles de arrobas de tencas. Y se afirma que “cuando está llena, es potable y susceptible de llevar o mantener algún pescado”. El autor estima que la laguna pudo alcanzar entonces los tres metros de profundidad.

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A finales del siglo XIX hay dos documentos que apuntan una extensión de unas 1.800 hectáreas y unos tres metros de profundidad, seguidos de otros que indican un nivel muchísimo más bajo (de unos 40 cm).

Un tercer documento de gran interés es el Proyecto de desecación de la laguna de Gallocanta e incorporación de su cuenca a la del río Jiloca” redactado por la Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro en 1928. En él se cita un nivel de tres metros y medio para 1890 y esto es reflejado cartográficamente además de quedar constatado por los ancianos del lugar.

El autor concluye que tras analizar la documentación histórica disponible se han producido periodos de mayor humedad especialmente en la segunda mitad del siglo XVII y en el siglo XIX que se corresponderían con unos niveles de la laguna muy superiores a los de la mayor parte del siglo XX obtenidos a partir de la serie instrumental y las simulaciones realizadas por el equipo de Javier San Román.

Es decir, unos escenarios que en la actualidad nos cuestan de imaginar.

Sobre este interesante tema estuvimos departiendo “En el rebollar” el programa de Naturaleza y Medio Ambiente que emite los jueves a las 13.40 la emisora Onda Cero Calamocha. Puede descargarse pulsando en el siguiente enlace.

3 comentarios:

Fer dijo...

Muy interesante. Hace unos años los niveles también fueron muy altos, sin llegar a esas profundidades de antaño, suele coincidir con períodos húmedos consecutivos: principalmente lluvias primaverales "de temporal" y tormentas fuertes. O como pasó hace unos años: un otoño muy húmedo deja a paso a un invierno "normal" en los que la evaporación es escasa y luego viene la primavera que sigue aportando más lluvia.

Estoy estudiando tres series de precipitación desde 1942: Calamocha, Daroca y Molina de Aragón. Dejan dentro del triángulo a Gallocanta. De esos datos espero que salgan cosas interesantes al cruzarlos con los niveles de la laguna.

I Calvo dijo...

Mi recuerdo sobre el nivel de agua en la laguna en los años de mi niñez. Ha quedado en mi memoria la primera vez que de muy joven me acerqué al lagunazo mayor viniendo desde el Cañizar de Tornos. Estando por las cercanías, trabajando en la siega por los Paretazos, decidimos un día seguir el camino y acercarnos hasta encontrar el gran lago tantas veces visto a lo lejos. De pronto el camino llega y se asoma a la superficie inmensa del agua, toca la orilla y sigue hacia Berrueco y Gallocanta. Sería hacia 1960 cuando encontré aquella enorme balsa de agua cálida, coloreada de amarillos y verdes, de aquellas hierbas acuáticas que llenaban el agua, nos envolvían los pies, nos rozaban las piernas. El fondo no era sino las hierbas que había que pisar y hundirse en ellas. Por todas partes el piar de la cigüeñuelas... Allí pronto cubría, porque la profundidad bien podría ser de metro y medio, o más, en aquellos años. Todo un descubrimiento para un joven habitante de las cercanías, que había caminado muchas veces por el agua somera de los lagunazos, en las cercanías de la finca a veces rodeada por el agua, pero que nunca se había aventurado hasta la gran laguna que poco más allá esperaba. Son imágenes de hace tiempo que por su importancia y significado quedan grabadas en la mente y siguen ahí con su detalle y frescura. Ignacio Calvo, 2012.

Fer dijo...

Precioso comentario, a muchos nos cuesta imaginar tan idílico paisaje. Algún día lo volveremos a ver.